#OPINIÓN La viruela y otras plagas en el Nuevo Mundo Americano #14Oct

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Si alguna horrorosa enfermedad ha tenido honda significación histórica para la humanidad desde hace milenios, ella ha sido la mortal viruela, otra ha sido la peste negra o peste bubónica que asoló a Europa del siglo XIV, la que acabó con un tercio de la población  y motivó, sostiene Jean Delameau (El miedo en Occidente), al aparecimiento de la Reforma protestante con Lutero en el siglo XVI, escisión religiosa que combatió pertinazmente ignorancia y supersticiones católicas asociadas a las enfermedades del Medioevo.  

La viruela fue una terrible y espantosa enfermedad ya casi desaparecida, pues fue doblegada por la investigación científica y las campañas de erradicación en años recientes.  Gracias a la extinta Unión Soviética se inició en 1957 una campaña mundial contra este horroroso mal que fulminaba en pocos días. Hogaño sólo quedan dos cepas en estado de congelación (criogenia) en Estados Unidos y Rusia. El último caso se conoció en la africana Somalia en 1977.

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Algunos historiadores sostienen que fue la viruela y “otras pestilencias” como el tifus, importadas desde el Viejo Mundo europeo, y no precisamente el cruel maltrato, el hambre, esclavitud y las guerras del conquistador, lo que ocasionó durante la conquista y la colonización ibérica la descomunal caída de la población indígena americana, la que por su milenario aislamiento no había desarrollado defensas biológicas, población que a la llegada de los cristianos a fines del siglo XV alcanzaba una cifra de 80 millones, sostienen Cook y Borah, pero otros, como el venezolano Ángel Rosenblat, estiman apenas 13 millones. Es un debate que hogaño continúa y se la llama “guerra de los números.”

La tesis epidémica

La llegada a América de las enfermedades infecciosas contra las cuales las poblaciones aborígenes no estaban inmunizadas en forma natural es la llamada tesis epidémica, la que es considerada como la más importante entre las causas del desastre demográfico en América. Recuérdese las devastadoras pestes que redujeron las poblaciones europeas a tercios y mitades en sucesivas oleadas de muerte, durante los siglos XII y XIII. Analógicamente, los europeos en América trasmitieron una enorme cantidad de enfermedades, que diezmaron a poblaciones carentes de defensas orgánicas y con un sistema inmunológico no preparado para enfrentar tales males. Esta situación fue predominante en regiones como el Caribe y México.

Junto a las nuevas enfermedades, el barco y el caballo (hogaño tenemos autos y aviones) contribuyeron al contagio y a los padeceres, dando, una velocidad y amplitud antes desconocidas. Desde ese momento, los elementos que habían sido determinantes de la “patología natural”, serían favorecedores del poder patógeno de los nuevos males.

Muchas de estas epidemias se convirtieron en enfermedades endémicas o recurrentes, que reaparecían cada cierto número de años afectando nuevamente a la población que se empezaba a recuperar. Se cree que el primer mal transmisible de procedencia europea en llegar al Tahuantinsuyo andino fue la viruela, que arribó aún antes que los conquistadores. Dicho mal habría causado la muerte de Huayna Cápac y de su sucesor, Ninan Coyuchi.

Los nuevos agentes patógenos impuestos, se pueden tipificar por su origen: Patología biológica, pandémicos como: viruela, sarampión, tos ferina, varicela, y paperas; éstas presentan dos etapas: una de incursión (1521-1562) y otra de domesticación, 1563 hasta nuestros días. En su etapa de incursión impactaron a todos los grupos de edad y sexo, no distinguieron clase social o nivel de desarrollo, produjeron entre 80 y 90% de mortalidad; sólo las limitó la expansión castellana y aquellos que fueron capaces de sobrevivirla crearon una memoria inmunológica protectora en sus organismos. Por lo tanto, durante la etapa de domesticación, afectaron sólo a los grupos de edades que no habían sido acometidos anteriormente y que no estaban protegidos por la inmunidad.

Patología biosocial, pandémica

Peste en sus tres tipos, bubónica, neumónica y hemorrágica, siempre produce entre 50 y 90 % de mortalidad, castiga a todos los grupos de edad, sexo, etnia, o clase social, sin distinción de ninguna especie, pues no produce inmunidad ya que el causante de la enfermedad muta cada vez que se presenta, el organismo no lo puede reconocer ni como a un pariente lejano. Ataca a todos los animales. Estos dos tipos de patologías estaban compuestas por enfermedades de origen zoonótico (animal), ya humanizadas y domesticadas en los otros mundos, donde compartían su flora y fauna, mientras que aquí eran desconocidas por la ausencia de animales portadores, huéspedes y transmisores: vacas (Viruela); gallinas (varicela); rata ratus (Peste); Mus Norvegicus, Rata Norvegicus, (tifo), por citar algunas.

Huecos demográficos

El resultado demográfico fue lo que denominan “Generaciones Huecas”, que son los grupos de edad que al morir prematuramente en cualquier evento, su ausencia se reflejará a corto y mediano plazo, es decir los niños de a un año al desaparecer; cuando esos niños llegaran a la edad de casarse, entre los 15 y 20 años más tarde, su ausencia se va a mostrar al reducirse el número de matrimonios que debían haberse realizado, y más tarde bajará la cantidad de difuntos porque ellos ya se habían acumulado anteriormente.

Por más esfuerzos de recuperación que se hicieran, las generaciones huecas producidas por la incursión simplemente de los seis iniciales episodios pandémicos en sólo 40 años, impidieron detener la brutal caída de la población al modificar el ritmo de la recuperación, y llevarse generación tras generación.

Otro de los resultados que cabe destacar, fue que las enfermedades ayudaron no sólo a la unificación de la especie humana de todo el globo, sino que también durante la conquista muchos pueblos adquirieron las enfermedades facilitando a los conquistadores la lucha y dominio.

Los dioses enojados

Otro punto importante a considerar es la percepción indígena de las enfermedades. Por los efectos mediatos e inmediatos que desencadenó el padecer entre los indígenas una mortalidad tan elevada y desconocida tuvo grandes repercusiones entre los distintos grupos aborígenes. Entre otras cosas, pensaron que sus dioses estaban enojados por alguna violación aún no entendida los habían abandonado, la pérdida ritual y religiosa del significado del trabajo, la participación social y comunal en la extracción del mismo y el autoconsumo como única alternativa de sobrevivencia.

Para los conquistadores esa brutal mortalidad era también desconocida pues en Europa, la viruela era un mal endémico, que mataba sólo a niños de 0 a 5 años, si bien ya tenían experiencia de la anterior viruela que había despoblado a las Antillas y la región del Yucatán, pero ahora la densidad poblacional y la extensión de los Imperios Azteca e Incaico no eran comparables. Recientemente se ha descubierto que tempranamente, en 1493, la viruela acaba casi totalmente la población taína de la isla La Española.

El indio en el mundo anglosajón

Pero lo que con mala intención se oculta es que en la América de los puritanos el indio fue exterminado sin piedad o reducidos a minúsculas reservaciones. Eran parte de la naturaleza y como tal podían y debían ser exterminados. No tenían alma -se argumentaba- y por ello casi los acabaron de las praderas del medio oeste estadounidense. ¿Hubo un equivalente al padre Fray Bartolomé de Las Casas en el Norte de América? ¿Existió legislación semejante a las Nuevas Leyes de 1542 que protegían a los aborígenes del Nuevo Mundo y reconocían su racionalidad? Se ocultan estos aspectos benevolentes de la Corona española para dar maliciosamente origen a la conocida Leyenda Negra que auparon los anglosajones contra el decadente imperio español, al cual derrotaron definitivamente en Cuba en 1898.

Hogaño UNESCO dice que existen unos 800 pueblos indígenas en América y que ascienden a la respetable de suma de 56 millones de almas (un 10 por ciento del total de la población americana), pero que la mayoría vive en situaciones precarias de pobreza, acoso y marginalidad: lacandones de México,  araucanos de Chile, métis e inuis de Canadá son claros ejemplos. Una vergüenza para la humanidad que a cinco siglos del 12 de octubre aquel, se siga manteniendo.

Luis Eduardo Cortés Riera

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