No pretendo hacer un recuento histórico de las elecciones presidenciales venezolanas.Eso corresponde a los historiadores. Sólo que la elección presidencial del recién pasado 14 de abril, me ha hecho recordar algunos episodios que no deberían olvidarse de la memoria colectiva del venezolano y quienes los vivimos debemos contárselo a las nuevas generaciones. En realidad los jóvenes por no haberlo vivido, no saben qué ocurrió hace 40 o más años, a veces no lo estudian porque este gobierno ha querido borrar de la historia lo bueno de los 40 años de democracia. A muchos les parecerá inédito lo vivido a raíz de la última elección presidencial, cuando en realidad existe en nuestra historia reciente, un sucesocon algunas semejanzas, ese suceso lo conocemos quienes tenemos más edad. Me refiero a la elección presidencial de 1968. Quiero recordar aquella elección.
Comienzo señalando que según el CNE, la elección presidencial del 14 de abril pasado, fue muy reñida. El supuesto ganador, el señor Maduro, le ganó a Henrique Capriles por 1.76% de diferencia. Existe en el ánimo de muchos, muchísimos, por no decir de todos, los venezolanos, la convicción de que el ganador fue Henrique Capriles, por eso éste ha solicitado, en vista de la convicción señalada y del supuesto resultado tan reñido, una auditoría completa de la elección, incluyendo el conteo de papeletas, revisión de las actas y de los cuadernos de votación. Está en su derecho y el organismo electoral debería inmediatamente acordar esa auditoría en la forma solicitada. Nuestra Carta Magna, en su Artículo 294, establece que los Órganos del Poder Electoral, se rigen, entre varios, por los principios de imparcialidad y transparencia, lo que debería ser una garantía para todo ciudadano de revisar hasta quedar satisfecho, todas las fases de un proceso electoral, incluyendo todo el material utilizado y los detalles de los mismos.
En 1968 hubo un resultado mucho más reñido que el que ahora señala el CNE para la elección del 2013. En aquella elección presidencial de 1968, los principales candidatos de ese momento, fueron Rafael Caldera que al final ganó y Gonzalo Barrios que aceptó gallardamente su derrota. La diferencia entre ambos candidatos fue de menos de uno por ciento. Revisé el resultado oficial y Caldera obtuvo 29,13% y Barrios 28,24%, es decir, 0,89% de diferencia. Caldera ganó apenas por 32.000 votos sobre Barrios, en un universo de 4.200.000 votantes. El entonces Consejo Supremo Electoral no se apresuró a dar un resultado definitivo, irreversible, como lo llaman ahora. Se tardó exactamente una semana, ciertamente mucho tiempo, no existía la moderna tecnología de hoy, para decir que Rafael Caldera había sido electo presidente de Venezuela. El evento electoral había sido el domingo 1 de diciembre y el resultado final se conoció el domingo 8 de diciembre.Por primera vez en nuestra historia un candidato de oposición le ganaba a un candidato oficialista. Fueron de verdad días muy tensos, de incertidumbre, de rumores como es usual en estos casos, yo era estudiante y no recuerdo un solo insulto, ni una sola amenaza, ni un solo detenido. El Dr. Manuel Rafael Rivero, presidente del entonces CSE, aprobó dar boletines parciales, en los cuales a rato Caldera estaba arriba y a ratos Barrios estaba arriba. Eso sí, el CSE concedió a todos los partidos políticos y a todos los representantes de los candidatos la posibilidad de estar presentes y ser los actores de primerísima fila del conteo y revisión de las papeletas de votación, de las actas y de los cuadernos de votación. El resultado de aquella elección tan reñida, de solo, como dije, 0,89% de diferencia, fue finalmente aceptado y acatadopor todos con civismo y altura. De allí salió Caldera, quien fue un gran presidente.
A su proclamación en el CSEcomo presidente electo, acudió el presidente saliente Raúl Leoni, hombre de comprobadas convicciones democráticas y cuya serena actitud aquellos días, contribuyó a solventar una crisis que pudo haber sido muy grave. Acudieron también todos los demás candidatos presidenciales derrotados, incluyendo, por supuesto, Gonzalo Barrios. Caldera y Barrios mantuvieron una sincera amistad, aún después de esa elección. Con frecuencia el presidente Caldera consultaba a Gonzalo Barrios y la relación entre ambos continuó siendo de gran caballerosidad. Mi generación aprendió de aquellos hombres que la lucha democrática debe estar siempre llena de civismo y patriotismo, de altura y elegancia. Leoni, Betancourt, Caldera, Barrios, Herrera Campíns y muchos más fueron grandes ejemplos. Qué diferencia con los actuales jaliscos que “nunca pierden y si pierden arrebatan”.
Memoria de elecciones reñidas
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