Cualquier régimen fascista o comunista, a pesar de su talante totalitario, suele llamarse democrático. Desde la República Popular Democrática de Corea con Kim Jong-Un a la cabeza, hasta la fenecida Unión Soviética estalinista, abusan y abusaron de esa aparente plasticidad del término “democracia”. Una auténtica democracia según Luigi Ferrajoli, es aquella en la cual cualquier poder del Estado debe estar conferido por la ley y a su vez, debe estar limitado por la misma ley. En este caso “ley” es básicamente “Constitución”.
Por lo anterior llamar a un régimen democrático no nos dice nada, pero sí, cuando ese régimen se basa en una democracia constitucional, concepto largamente difundido en el país por Alejandro González Valenzuela. Democracia constitucional es aquella que se organiza y funciona con base en una Constitución, que es el instrumento que le da poder a los órganos del Estado, pero a su vez limita ese poder. Esta limitación del poder de los órganos del Estado está basado esencialmente en el reconocimiento de derechos básicos de la ciudadanía como son la participación política universal en los procesos eleccionarios; la satisfacción de los derechos fundamentales de sobrevivencia como son los de alimentación, sanidad y educación; el pluralismo político y la libertad de expresión del pensamiento; el respeto de las mayorías, que presupone una minoría a la cual se le ha dado libertad de expresar sus ideas; y separación de las funciones de los órganos del Estado, respetando la independencia de cada uno.
Todo lo anterior se traduce en que en una democracia constitucional lo principal es el individuo y sus derechos, lo cual choca con los propósitos de los regímenes autoritarios que sitúan los intereses del Estado por sobre los derechos de las personas.
Volviendo a Ferrajoli, este afirma que la democracia para llamarse así, debe contar con dos sustratos, uno formal de respeto y satisfacción de los derechos de libertad como serían entre otros, a los electorales, a la libre expresión del pensamiento, al libre tránsito por el territorio nacional, a la libre empresa; pero también debe llenar el sustrato sustancial que es la satisfacción de los derechos de sobrevivencia como los citados de alimentación, sanidad y educación entre otros. Estos últimos derechos, los de sobrevivencia, se incorporaron en el siglo pasado a los contenidos constitucionales, completando la Constitución liberal producto de la Revolución Francesa, la cual consagraba sólo los derechos de libertad. Régimen que adolezca contar con dichos dos sustratos el formal y el sustancial, no merece llamarse democrático y aún menos, democrático constitucional.
Para hacer una comparativa más precisa y clara de la degradación del concepto de democracia recordemos la división de Alemania luego de la Segunda Guerra Mundial. La Alemania occidental, donde funcionaba a plenitud el sistema democrático se llamaba Republica Federal Alemana y la Alemania Oriental donde existía una feroz dictadura que asesinaba y torturaba a la disidencia política, se autodenominaba República Democrática Alemana. Este es un ejemplo dramático pero contundente, de cómo el socialismo disfraza su control férreo y autoritario de la sociedad bajo el nombre de “democracia”.
Pero más allá de la eliminación de las libertades políticas, los regímenes totalitarios que intentan camuflarse dentro de fachadas democráticas, causan un dolor profundo en la sociedad porque al acabar con las libertades políticas también acaban con las libertades económicas y ponen a los sectores más humildes bajo el feroz imperio del hambre y de las enfermedades, que tienen como caldo de cultivo la pobreza.
Para que se cumplan los enunciados de Ferrajoli sobre una democracia con substrato real donde los ciudadanos disfruten de un nivel de vida digno sustentado en el esfuerzo propio, es necesario que funcionen a cabalidad las leyes que amparen la vida, la libertad y la propiedad, valores que según Locke son esenciales para el progreso social.
En resumen, la democracia necesita de un blindaje institucional, social y económico que garantice la aplicación correcta de la Constitución y las leyes que de ella se deriven, en favor de los derechos del individuo, caso contrario la democracia es simplemente una abstracción mediante la cual una élite gubernamental somete a vasallaje a un pueblo indefenso.
Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez