Durante los primeros meses del año, cuando el presidente Chávez se encontraba en Cuba, en el país se tomaron ciertas medidas económicas que naturalmente afectaron el bolsillo de todos los venezolanos. La devaluación, cómo era de esperarse, no pasó por debajo de la mesa en nuestro país. Cada producto y cada servicio subió de precio, y todos somos testigos de eso. El costo político de dicha decisión que debió caer en Nicolás y compañía, terminó cayendo en un paciente con pocos días de vida. De hecho, todavía tenemos fresco en la memoria al ministro Giordani mostrando la firma de Chávez en cadena nacional.
La campaña electoral de Nicolás fue nefasta, donde se evidenció una falta de contenido en sus propuestas así como también una inconsistencia en los discursos entre los más altos voceros rojos. Cada día los seguidores rojos castigaban más duro al candidato oficial por que se percibía a simple vista que no llegaba a ser ni una copia barata del difunto presidente. El resultado final fue que casi 1 millón de seguidores se le voltearon al régimen.
Por eso resultado curioso, irónico y hasta absurdo las siguientes declaraciones de Nicolás. Este ilustre, en una entrega de viviendas en la parroquia El Valle, dijo lo siguiente: «Hemos tenido 17 victorias de las 18 elecciones, pero en la última victoria, producto de la guerra económica, de la guerra eléctrica, de la guerra psicológica, del desaparecimiento físico de nuestro Comandante en Jefe, la brecha fue de 2 puntos. Eso tenemos que ampliarlo. Yo lo dije: Mientras más pequeña la brecha, más posibilidades de violencia iba a haber y lamentablemente fue así. Tenemos que ampliar la brecha, cada vez más. Porque las fuerzas de la revolución es infinitamente superior y mayoritaria que la fuerzas de la contrarevolución, no tengo ninguna duda.”
Nicolás es incapaz de asumir la responsabilidad por el debacle electoral que sufrió el PSUV en las elecciones. En sus discursos lo único que son excusas y más excusas. Si los seguidores rojos se abstuvieron de votar o cambiaron su voto, fue ante la incapacidad del nuevo candidato. Punto. El fracaso político del 14 de abril explica perfectamente la actitud que tiene Nicolás y su nuevo gabinete. Nunca antes se había visto en Venezuela un presidente electo tan nervioso y tan inseguro de sí mismo. Henrique Capriles no puede asomarse en la televisión porque Nicolás sale corriendo a transmitir una cadena.
En el mismo acto en El Valle, Nicolás añade lo siguiente, donde evidencia una vez más su terrible olfato político y su nerviosismo: “Aquí hay un bloque mayoritario que es patriota, que es revolucionario, socialista y va mucho más allá de los votos que me eligieron a mí. Y los votos del fascismo y del bloque de la derecha… bueno, ellos cabalgaron sobre el propio saboteo que hicieron de la economía, de la electricidad. Tienen que llegar a donde tienen que llegar, allí abajito donde tienen que estar.”
Nicolás se equivoca al pensar que la oposición es un grupo minoritario con una paciencia infinita. Llegará el día donde el agua le va a llegar al cuello y se dará cuenta de la crisis económica, política y social que atraviesa el país. Para ese entonces, no habrá ningún Chávez a quien echarle la culpa, ni ninguna oposición desestabilizadora. Sus discursos, de infinitos adjetivos y palabras inventadas, pueden entretener a los más radicales, pero no resuelven el estatus quo. Él tiene, por ahora, el coroto en una mano. Pero poco a poco se le acaban las excusas así como también se les acaba la paciencia a los venezolanos.
@TomasHHR