Me inspiro para redactar esta nota un interesante trabajo realizado por el profesor Edecio “Decho” Riera sobre el folclórico baile de La Bamba de San Pedro, simpática localidad andina del Estado Lara, República Bolivariana de Venezuela. Establece mi amigo investigador una muy interesante relación entre La Bamba venezolana de San Pedro con La Bamba de Veracruz, México, puerto desde donde fue traída a Venezuela, me dice Edecio, a principios del siglo pasado, para ser precisos en 1915.
Confieso que quedé maravillado cuando mi colega educador Edecio Riera me cuenta de manera oral en mi Oficina de Cronista de Carora esta trasmisión contemporánea de esta popular danza de pareja jarocha mexicana para llegar e instalarse en los Andes venezolanos. Un portento de traspaso cultural poco estudiado y aún desconocido.
La Nueva España y México republicano contemporáneo han sido epicentro de valiosísimas manifestaciones de cultura en habla castellana y de alcance planetario: la devoción de la virgen de Guadalupe, la inmensa poetisa barroca Sor Juana Inés de la Cruz, la ranchería y el rodeo que los gringos se han apropiado hogaño, la formidable idea de la Raza Cósmica vasconceliana, el Nuevo Cine Mexicano de la década de 1940, el inestimable Fondo de Cultura Económica que nos enseñó a pensar, el cómico Cantinflas, María Félix, Dolores del Río, el bolero ranchero de Pedro Infante y Javier Solís, los muralistas Diego Rivera, Siqueiros, Orozco, el inimitable poeta y ensayista Nobel de Literatura Octavio Paz, la truncada y hermosísima Selena Quintanilla del ritmo tex mex, el malogrado Ritchie Valens, que inspira el presente ensayo.
Origen mexicano de La Bamba
En el siglo XVII los piratas anglosajones y franceses asolaban el Mar Caribe, el Golfo de México y el puerto de Veracruz sufre varias terribles arremetidas corsarias, donde los elementos aborígenes y negros esclavos sufrían de lo peor. Preferían el suicidio a caer prisioneros de los malvados hombres del mar venidos de Europa. Pero dejemos que sea mi amigo Edecio quien lo diga (Aldea Educativa Magazine, 11-12-2023):
“Esta acción produjo un suicidio colectivo de muchos de ellos (negro e indios) y un buen grupo de mujeres que habían sido secuestradas y encerrados todos en una iglesia, donde habían permanecido varios días en cautiverio; sin comida y soportando una ola de calor por una temperatura muy alta. Un gran número de esas personas, subieron al campanario de esa iglesia mediante una escalera y se lanzaban al vacío. Comentaban: que era preferible estar muertos, que vivos soportando todas estas agresiones, humillaciones, vejámenes, insultos, golpes, latigazos y encadenamientos…”
El vocablo Bamba es de origen africano y se relaciona con un río y una etnia del occidente, en el Golfo de Guinea del Continente Negro. Edecio Riera nos refiere que: “Se cree que el nombre de la canción (La Bamba) fue aplicado como una declaración abierta de protesta a las autoridades de Veracruz, que trabajaban con impaciencia en la defensa del puerto, cuando ya no existía el peligro.”
Fue en tal sentido La Bamba una sátira a la lentitud e ineficacia de los cómodos virreyes de Nueva España instalados perezosamente en Ciudad de México al momento cuando debían defender a los veracruzanos de las embestidas corsarias. La palabra “Bamba proviene, nos refiere Edecio Riera, de una palabra de aquellos días: “Bambarria” que se refiere a los esfuerzos hechos para prevenir algo, pero después de que realmente había pasado. Posiblemente se refiere a los “Mbambos”, una tribu del Congo de África de dónde venían o traían los españoles muchos esclavos negros”
Puede que La Bamba llegara a estas tierras cuando forzosamente fueron traídos a la Provincia de Venezuela, a fines del régimen colonial, un grupo de negros alzados desde el puerto de Veracruz, que fueron colocados en el puerto de Gibraltar en el sur del Lago de Maracaibo, y desde allí ascendió a los Andes trujillanos y larenses el canto, para instalarse en los poblados serranos de San Pedro y El Jabón, Municipio Torres del Estado Lara.
La Bamba en San Pedro, Municipio Torres
Se celebra esta original fiesta cada 29 de junio durante el solsticio de verano en esta localidad andina del Municipio Torres ubicada a casi 1.500 de altura sobre el nivel marino. Su pionero y capitán es don Pedro Alcántara, un caballero reconocible por usar siempre impecable liquilique, sombrero pelo de guama y en los labios el permanente humor. Mi amigo Edecio arriesga una hipótesis: don Pedro oyó de sus abuelos la increíble historia veracruzana o puede ser que la leyó en algún libro. En San Pedro, La Bamba se climatizó incorporando algunos rasgos de la cultura andina venezolana. En la “Ciudad madre de Venezuela”, El Tocuyo también prendió esta danza mexicana.
El Diccionario de cultura popular Fundación Bigott, 1999, de Rafael Strauss K. nos dice que en Curarigua, Municipio Torres, cerca de San Pedro, se realiza esta danza popular que requiere de gran agilidad mental por parte de los bailadores por la responsabilidad que tienen de improvisar coplas de contenido picaresco, a medida que avanza la danza y al son de la música. Se bailaba en Curarigua en la época navideña y el seis de enero, día de los Reyes Magos. Es música de esparcimiento y tiene aires de polka checoslovaca. Las coplas, bambas o bombas que se improvisan deben ser intercaladas cuando la música se detiene a voluntad del conjunto o del tocador.
La investigadora larense Malula Cappello García Tamayo recolectó unas 800 coplas en la década de 1970 en su interesante libro En pos del folklore, editado por la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Barquisimeto, 1976. Ella dice que el nombre se debe a la desaparecida moneda de cinco reales llamada “bamba”, y al trueque de un sombrero por una bamba al inicio de la danza que hacían las parejas.
Esta danza era muy popular en muchas zonas de Venezuela, afirma Rafael Strauss. En el Táchira se le llama Pato Bombeado, Bombiao o Pato Falseado; el Estado Falcón como La Negrita. En Oriente, Guárico y Lara toma el nombre de Bamba. Al son de la melodía del momento y al oírse el anuncio ¡Pare la Bamba!, el caballero se dirige a la invitada con una escogida copla, que generalmente es una cuarteta romántica que luego la dama contesta de acuerdo al contenido expresado; de nuevo el anuncio ¡Que siga la Bamba!, correspondiéndole otra pareja de igual manera, aunque a veces las coplas son desaires o desprecios, hasta llegar en muchas ocasiones a causar enojos.
Por lo general, hombre y mujer se alternan en la improvisación de la copla. Se continúa bailando hasta que todos han improvisado por lo menos una estrofa. Su contenido puede ser amoroso, despreciativo, de reproche o de admonición. Veamos algunos ejemplos que nos presenta Rafael Strauss:
Adiós sabanita verde
sin espinas y sin abrojos,
Adiós encanto de mi alma
¿Cuándo te verán mis ojos? (decía el caballero)
Adiós alcarracita verde,
donde yo aprendí a beber.
Adiós encanto de mi alma,
¿cuándo te volveré a ver? (respondía la dama)
Veamos ahora unas coplas de encendido reproche:
Yo sembré mi yerbabuena,
donde el agua no corría
y también puse mi amor
En quien no lo merecía (declamaba el caballero)
Yo sembré mi yerbabuena
se secó y volvió a nacer.
Sinvergüenza fuera yo
para volverte a querer (ripostaba la dama).
En otros casos son humillantes y causan pleitos entre dos familias o entre dos grupos:
Calzones de cuero grueso,
Botones de maíz tostao,
Cómo querés que te quiera
Tan sucio y tan remendao.
Ayer recibí una carta
escrita con azulejo,
no voy a gastar mi tinta
para ningún dominguejo.
Existe información de que La Bamba larense es de origen caroreño, como afirma Edecio Riera, y que era costumbre que luego de una danza “merengueada” llamada Los Zamuros, el dueño de la casa proponía el Baile de La Bamba para dar más colorido y jocosidad a la fiesta. El Baile de La Bamba, por sus expresiones liricas y poéticas era ideal para que se formara romances que generalmente conducían al matrimonio, concluye el antropólogo larense Rafael Strauss K.
Como habrá podido constatar nuestro lector, hemos expuesto varias explicaciones de esta manifestación folklórica venezolana, casi contrapuestas y opuestas. Habrá, pues, que seguir investigando para preservar y darle aliento a esta danza que lamentablemente ha perdido el brillo y popularidad que exhibió antaño.
Luis Eduardo Cortés Riera