#OPINIÓN Lo que hace falta es cambiar #20Jul

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Tras un cuarto de siglo largo del mismo grupo en el poder y luego de haber manejado la mayor cantidad de recursos fiscales de nuestra historia, Venezuela tiene una economía empequeñecida que produce y emplea mucho menos de lo necesario y una deuda que equivale a dos veces y medio el total de los bienes y servicios que produce, es decir 252% de su Producto Interno Bruto. Cualquiera de los millones de compatriotas que han emigrado nos cuenta de hasta qué punto hemos ido quedando rezagados con relación a otros países de la región latinoamericana que antes superábamos en diversos órdenes y hoy ofrecen mejores condiciones a sus pueblos, al punto que son destino atractivo para venezolanos.

Como no podía ser de otra manera, ese cuadro regresivo repercute en el nivel de vida de la población, todos lo sentimos. Problemas de todo tipo que el país debe afrontar, no sólo para recuperar lo perdido, sino para aspirar a colocarnos en una posición mejor, a la altura de las exigencias del mundo contemporáneo, para que nuestros jóvenes tengan futuro aquí.

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Estrategias nacionales de educación, salud, seguridad social, servicios públicos son imprescindibles. Sin contar un trabajo institucional a fondo, que nos saque de la categoría de “estados frágiles” por causa de institucionalidad débil y gobernabilidad deficiente, donde hemos caído sin librar una guerra. Eso no es soplar y hacer botellas, como decían antes. Es un proceso difícil y largo, pero hay que comenzarlo.

Ordenar las finanzas para abatir la inflación y así recuperar el poder adquisitivo de personas y empresas y lograr que haya crédito, reestructurar la deuda, conseguir financiamiento para atender servicios básicos como el de agua y electricidad, porque así como están depauperan nuestra calidad de vida y no aguantarían el impulso al crecimiento al ritmo que necesitamos.

Afrontar de verdad las desigualdades que se han acentuado y amenazan con perpetuarse, significa recuperar la educación pública en calidad, cobertura y pertinencia. Requiere servicios de salud universales, acceso a la buena alimentación para todos e ir desarrollando una seguridad social que incluya. Compréndase que no presento aquí una lista de exhaustiva, definitiva, cerrada. Hablo sólo de cuestiones básicas.

La dura realidad ante nosotros nos dice con toda claridad que para que el país pueda hacer lo que tiene que hacer se necesitan ingentes cantidades de dinero, un dineral en magnitudes sin precedentes para Venezuela. Para considerarlo, los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la CAF exigirán un programa bien formulado, sostenible y creíble. El que el país recupere esa credibilidad será una señal positiva para los decisores en otros ámbitos y cabe suponer que se abrirán posibilidades de otras inversiones. Para lo anterior es clave la percepción que de Venezuela, su gobierno y su futuro tenga los liderazgos gubernamentales, económicos e intelectuales de los países con más peso en esos organismos. La mayor habilidad de nuestra diplomacia ha de estar respaldada por los hechos. Los equipos y las políticas que llevan dominando lo que va de siglo XXI, de febrero del noventa y nueve a hoy con esos resultados, sencillamente, no son creíbles, es de lógica elemental.

Lo que hace falta es un cambio político para bien. Por eso, este próximo 28 de julio es tan importante.

Ramón Guillermo Aveledo

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