El serbio Novak Djokovic, número dos del ranking ATP, se instaló por décima vez en su carrera en la final de Wimbledon, tras vencer en semifinales al italiano Lorenzo Musetti. El serbio busca ahora su octavo título en la Catedral del Tenis y empatar el récord de Roger Federer.
Djokovic, quien ya ha ganado Wimbledon en siete ocasiones (2011, 2014, 2015, 2018, 2019, 2021 y 2022), superó a Musetti (25°) en un vibrante partido por 6-4, 7-6(2) y 6-4. A pesar de que el italiano tuvo sus oportunidades, especialmente en el segundo set donde salvó tres puntos de partido, la experiencia y la determinación de Djokovic prevalecieron.
Djokovic no ha tenido un camino fácil hacia la final. Llegó al torneo sin haber disputado ninguna final en el año y, además, tuvo que superar una lesión de menisco en la rodilla derecha que lo obligó a operarse en junio. Sin embargo, el serbio ha demostrado una vez más su capacidad de recuperación y competitividad.
Revancha de Djokovic ante Alcaraz en Wimbledon
La final del domingo 14 de julio tendrá un sabor especial, ya que Djokovic se enfrentará al español Carlos Alcaraz (3°), quien lo derrotó en la final del año pasado en un emocionante partido de cinco sets. El nacido en Murcia conquistó victoria en un partido que se resolvió en cinco sets por 1-6, 7-6(6), 6-1, 3-6 y 6-4.
Esta será la primera vez que dos hombres se enfrentan en finales consecutivas de Wimbledon desde que Djokovic venció a Roger Federer en 2014 y 2015.
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Djokovic: «No quiero parar acá»
«No quiero parar acá, espero ganar ese trofeo el domingo», dijo Djokovic a la prensa después de su victoria sobre Musetti. «Él va a ganar muchos más Grand Slams, pero ojalá que este no. Quizás cuando me retire, en 15 años. Dejando las bromas a un lado, él ya me ganó aquí en cinco sets, no espero menos de eso, una gran batalla en la pista. Va a sacar lo mejor de mí».
Un nuevo récord en la mira para Djokovic
De ganar el título, Djokovic no solo empataría el récord de Federer en Wimbledon, sino que también alcanzaría las 25 coronas de Grand Slam. A sus 37 años, el serbio demuestra que sigue siendo uno de los mejores jugadores de la historia y que su hambre de gloria no se ha apagado.