Entre cadenas presidenciales, cadenas por las redes sociales, fotos, videos, ilustraciones, comentarios de aquí y allá, discusiones, oraciones, atropellos, pero sobre todo incertidumbre, así estamos en Venezuela.
Por lo general no me gusta tocar temas políticos para no caer en polémicas y por supuesto porque no soy una experta en ella, pero lo que sí soy es muy venezolana, nacida en Caracas y vivida en Lara como la mejor de las Guaras. Y es que en estos días hemos estado todos tan sumergidos en este tema, que no cabe conversación de ningún otro tipo, hemos aprendido de derechos humanos, de leyes, de nuestra carta Magna, de historia,de dictadores, guerras, santería y otras tantas.
Hoy me he despertado con este ambiente que anuncia Chaparrón, en donde los techos de zinc de los barrios se asustan, en donde el cerro reza para que no sea tan fuerte y esa sensación en el estómago y el nudo en la garganta que me grita que quiero de vuelta a mi Venezuela pero no esa de la cuarta ni de la quinta, quiero a mi Venezuela con mi familia unida, esa de la cual me sentía tan orgullosa desde pequeña, esa en donde cabían todos los partidos, religiones y naciones y de la cual me ufanaba. Esa sin racismo, sin sectarismo y sin insultos entre hermanos. Quiero la Venezuela que me ha cantado Simón, en donde sólo contemplemos el milagro de la vaca Mariposa.
Jamás me había sentido tan sumergida en un circo de lo absurdo en donde todos como borregos repetimos verdades y mentiras, en donde no sabemos si tenemos que aprender esta lección todavía.
En lo personal, nunca en mi vida me había sentido con tanta necesidad de defender mis derechos y mi futuro, sentimiento el cual creo comparto con muchos, pero también me abruma el hecho de que como pueblo algunos no quieran entender el mensaje de que necesitamos ser mas humanos, ayudar a los desposeídos, erradicar la corrupción de nuestras vidas, que se inicia desde el mismo momento en que estamos en la escuela y copiamos en un examen, en el mismo momento en que no cedemos el puesto en el autobús, en ese instante en que aceptamos un cargo sin estar capacitados, esa en la que le mojamos la mano a alguien para que nos agilice un documento y pare de contar. Yo me sumo, no soy perfecta, pero quiero abrir los ojos y despertar a tanta ceguera, por menospreciar a un hermano por no pensar igual que yo, por prestarme a ofender a un hermano y a excluirlo, por no ceder un puesto y por formar parte de actos de corrupción los cuales nos hemos convencido como sociedad con el lema tan venezolano la ley del mas vivo. ¿Vivo para que?, ¿para ser peores seres humanos?
Es hora de darnos cuenta de que la pelea es peleando, pero por el camino de la democracia y la pelea es entendiendo que los que se encuentran en el país gobernando están ahí porque muchos que hoy se quejan y que no se dan cuenta, pusieron sus valores y principios personales por encima del bien común y permitieron de esta manera que el discurso sectario calara en un montón de personas cansadas, oprimidas y dolidas por las desigualdades sociales y las injusticias, creándose así, esta manada de seres resentidos y guiados por un odio absoluto que gritan a viva voz no volverán.
Vuelvan caras, pero caras dignas, limpias y con ganas de impulsar este país para adelante, Capriles estamos en tus manos, eres el nuevo líder que emerge de las cenizas cual Ave Fénix, Dios y la virgen te bendigan para que te den la sabiduría para guiarnos en este camino de grandes y aparentemente imposibles obstáculos, espero ganemos esta lucha y que el tiempo nos de para reírnos de un sueño abstracto al mejor estilo de Picasso en el cual estuvimos inmersos los venezolanos de los últimos tiempos y podamos suspirar y decir orgullosos yo viví la revolución de los cacerolazos y los pajaritos preñaos.
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