«Podemos sufrir derrotas…
…pero nunca ser derrotados«.
Arenga Deportiva.
“El futuro pertenece a quienes creen…
…en la belleza de sus sueños«.
Eleanor Roosevelt.
“La vida es un ensueño, el amor su sueño.
Y habrás vivido sólo, si has amado”.
Alfred de Musset.
«Ni ningún soñador es, demasiado pequeño…
…Ni ningún sueño es, demasiado grande».
Anónimo.
“El sueño es la pequeña puerta escondida…
…en el más profundo y más íntimo, santuario del alma”.
Carl Gustav Jung.
«Detrás de la belleza, se esconde un río turbio,
¿Qué ocultas en tu rumbo, difícil de remar?,
Intentos de zafarse, ahogados en sus llantos,
Recubren sus orillas, difícil escapar.»
Río Turbio (Anónimo).
- Sueños Herméticos.
Junior, había aprendido de la Nonna Carmen, que ningún sueño es chico, pero en el fondo, no estaba convencido si su proyecto en la escuela había sido pura utopía, y sin lograr las metas para las que él y sus Friends, habían invertido y apurado en los últimos cinco años. Y por supuesto la sombra infausta de Mario, que rondó el palacio ardiente de su conciencia.
Mamá lo había notado absorto, como apagado, desde que había sido reclamado por los dómines del colegio por el drama-suicido del escolar Mario Suárez, mismo que vivía bajo un expediente de pesquisas policiales, y paralelamente, a una indagación escolar.
La mañana posterior a la interpelación, Jr. no comió nada en el desayuno. El estrago lo mantenía estragado, valga la cacofonía del estrangulado intestino-estomacal. Pero lo que más lo asfixiaba era el porqué no pudo verlo entre líneas, divisar entre las persianas de su lucidez la encerrada desesperanza de su colaborador de eco causa.
Mientras se bañaba para ir a la escuela, le dio fiebre. Según su madre, la crisis escolar hacía mella en su sosiego y el soma recibía todas las metrallas fungiendo de chaleco antibala del sentimiento encontrado. Pero a veces las medicinas y los anticuerpos no pueden con las cosas de la razón, y la conciencia, y si no, vayan a preguntar al joven Suárez en las pailas del infierno, dicen los curas, donde van los suicidas, por pecar sacrílegamente.
¿Dónde queda la voluntad en todo esto? ¿Por qué mi sentido común o la voluntad la rige en este caso Dios, y no uno mismo? ¿si la providencia, decide por mí, de qué sirve el libre albedrío que el sereno mismo proveyó como un don de autonomía? Confunde a nosotros los nuevos si a todo lo que no tienen explicación le llaman misterio, y si no hay cómo explicarlo, mucho menos se puede creer en algo así como guía espiritual. Y lo que menos entiendo es, por qué Mario no tuvo miedo de morir. Que tiene el vivir, si para un chico en conflictos, es una pesadilla y no un sueño en el paraíso.
El profesor marabino, el gemelo vivo, y el que vino a tratar con la locura juvenil, donde ella apareciera, pensaba en todo aquello que Junior le había preguntado esa vez que por fin logró que dijera lo que sentía dentro, pues todo médico sabe que la procesión va por dentro. El psicólogo y maestro guía del departamento de control, también cavilaba en lo de los misterios, ese refugio demodé que quería convencer a los que ven, para que se tapen los ojos. Porque con los ojos abiertos, la verdad no es la verdad. La verdad puede ser, al rato, una mentira a la larga, tanto como una recta se convierte en una curva al infinito, o sea a la larga.
El maestro y Junior fueron a caminar por el parque del campus escolar, cerca de la cancha de fútbol. Todo el verdor de la cuenca del Río Turbio, de Cabudare a Barquisimeto, ahora reseco, (parecía un jean parchado de huecos), era aquél espectáculo que propagaba otrora, la vista de verde y miel. El maestro hacía hincapié en el entorno natural, al que aludía como el hábitat. ¿Sabías que el hábitat y su ambiente natural, modelan la ley cromosómica, y preserva la delegación de los caracteres adquiridos?…
Esa tesis la sostuvo, su colega loquero, Pancho Herrera Luque, al fabular las historias con la verdad y escribir la tesis Los viajeros de Indias y La huella perenne, tesis de doctorado causada en la obra Los viajeros de Indias (1961) que trató sobre las cargas psicopáticas que, sobre la sociedad venezolana dejaron los conquistadores (Garcí Gonzales da Silva, Diego de Lozada, entre otros muchos ibéricos) con sus harems de indias amancebadas a satisfacción.
Su impaciencia por conocer los orígenes de las personalidades de los habitantes de Hispanoamérica, lo llevó al estudio de la herencia y la genética, donde justamente la carga génica de los conquistadores y sus taras heredadas, fueron a dar a nuestras casas, o mejor dicho, a los hijos de nuestras casas, con males transitivos que permitieron la primera chanza literaria del morfema linaje, al decir, elegante y gracioso que Lo que se hereda, no se hurta, seguramente una frase que disgustara a los cleptómanos y afines del gobierno de turno que si no pueden robo-ilusionar con la robolución feíta para su pueblo, no les agrada habitar allí.
Tal vez ahora si pierden las elecciones y no tienen como tapar la caca de cinco lustros de desfalco al erario, sabrá dios con qué vaina nos saldrán para quedarse con el coroto en la casa del pez que escupe el agua, y evitar cárcel, y los persigan hasta en la cochinchina, porque los delitos de lesa humanidad, (aquí y en el cielo y en el infierno) no prescriben. Y si no, pregunten en el tribunal de La Haya, donde están dándole caza al inmaduro presidente bigotes, junto a la DEA, la Unión Europea, y los países demócratas del mundo terrícola. Los hijos de Putin rusos lo saben, los maniáticos coreanos del Norte y los cuberos de Fidel, ídem.
- Sueños fluidos
La naturaleza del río Turbio nace enclavada en el fértil valle del mismo nombre, en el cerro bajo de la Sierra Portuguesa, ubicada en el Estado Lara y desemboca su recorrido al sur del país, en el poderoso y esplendoroso, valga el pleonasmo, Río Orinoco. Como dato curioso pues los ríos, por lo general tienen meandros serpenteantes en S, observamos que su dirección es, prácticamente en línea recta, salvo por una sola curva pronunciada.
El Río Turbio, (lengua chaquetía Variquisimeto) por el color cenizo que lo caracteriza, se encuentra enclavado en un valle fértil que tomó su nombre a su paso por la ciudad donde se encuentra el río, Barquisimeto, Edo. Lara de Venezuela.
Su nombre cambió al paso de los años a Río Turbio, por la misma razón del color de sus aguas. Cronistas de Barquisimeto y el estado Lara en general, cuentan que este valle era dominado exclusivamente por indios caquetíos, y a quienes osaban entrar y quedarse a vivir allí, les exigían irse hacia montañas vecinas para ellos poder ser poseedores y benefactores de las cosechas abundantes de la región.
Su nacimiento se le conoce en la sierra de Portuguesa, al nororiente de los Andes Venezolanos, a medida que baja se confunde con la depresión Tocuyo-Quíbor-Barquisimeto y de allí el río discurre hacia el estado Cojedes y Apure, en el que desemboca en el Río Apure, principal afluente del Río Orinoco. Situado al occidente de Venezuela, se le conoce también como «El granero de Venezuela» por la gran riqueza.
Luego llegaron colonizadores europeos, comandados por Juan de Villegas, fundador de la ciudad que se asentaron en Tarabana y Barquisimeto, sedientos de oro, porque habían recibido la noticia de que, por el río, pasaban pedazos del apreciado metal.
Pasaron once años mudando el asentamiento, (ciudad de Barquisimeto), de un lado a otro, por razones diversas: se extinguían las minas, morían los esclavos por enfermedades y flagelos, por ataques atroces provocados por envidias y conflictos económicos, como el caso del Tirano Aguirre, que, en 1.561, establecido en El Carabalí, incendió Variquisimeto.
El profesor Elio Fernández notaba el crecimiento poblacional, industrial y comercial de Barquisimeto y cómo este había incidido ofensor en el estado actual en que se encuentra el cauce y los daños que recibe su valle, y entendía las razones del movimiento ecológico de Junior, en especial el empeño como grupo juvenil de defender la cuenca del Valle del Turbio, que gracias a sus fértiles tierras ricas en cultivos como caña de azúcar, hortalizas, frutales, impulsó la creación de la Central Azucarera a sus alrededores, de importancia económica esencial para la comarca. Barquisimeto, Cabudare, Yaritagua son las ciudades privilegiadas con este valle, bendecido por su naturaleza diversa, que aporta grandes recursos naturales a su territorio, y ni hablar de su extraordinaria hermosura y miscelánea tonalidad.
Luego de la larga peregrinación en mutis, Junior, con ojos aguados, preguntó al profe como si su alma se le espantara en la voz, y la naturaleza estuviera de jurado y testigo… – ¿Tengo la culpa, profe? y el lloro del crío aterrado disipó como eco en la garganta, a través del barranco inmutable sin que nada ni nadie pudiera confortarlo, excepto el profe, quien, del mismo modo, rompió en un llanto que, inseparable, también, rompió su corazón.
Marcantonio Faillace Carreño