El mundo del béisbol se viste de luto tras la partida de uno de sus más grandes exponentes: Willie Mays. El legendario jardinero central, apodado «Say Hey Kid», falleció este martes 18 de junio a los 93 años, dejando un legado imborrable en la historia de este deporte.
Mays, cuya inigualable colección de habilidades lo convirtió en el mejor jardinero central de su época, brilló durante más de dos décadas en las Grandes Ligas, dejando su huella imborrable en los récords y en la memoria de los aficionados. Con 660 jonrones conectados, Mays se ubica en el sexto lugar de todos los tiempos, mientras que sus 3,293 hits lo posicionan en el puesto 12 de la historia.
Su trayectoria profesional, que se extendió desde 1951 hasta 1973, estuvo marcada por momentos memorables. Entre ellos, destaca sin duda la «The Catch», una atrapada épica realizada en el Juego 1 de la Serie Mundial de 1954 que evitó dos carreras cruciales para los Cleveland Indians.
Más allá de sus proezas con el bate y el guante, Mays se ganó el cariño del público por su personalidad vibrante y su pasión por el juego. Su figura trascendió el ámbito deportivo, convirtiéndolo en un ícono cultural y una inspiración para las generaciones venideras.
Un legado que perdura:
El impacto de Willie Mays en el béisbol va más allá de las estadísticas. Su talento excepcional, su espíritu deportivo y su conexión con la afición lo convirtieron en una verdadera leyenda. Su legado perdura en las calles de San Francisco, donde el parque de los Gigantes lleva su nombre y una estatua lo recuerda como un símbolo de la ciudad.