Sí, significa volar y solo pueden hacerlo las almas límpidas que le prestan alas al viento. Los otros, como es de esperarse, simplemente sucumben por el lastre de sus engendros íntimos. Creo que comenzó su periplo ascendente hace muchos años: se despojó de boatos y convencionalismos para asentarse en la hondura de su talento, dejando que el ímpetu sereno que borda la sabiduría fuese dándole cuerpo a la textura de su existencia.
Siempre había soñado, pero ahora, luego de los zarpazos crueles, entendió a cabalidad el lenguaje eterno de los meandros inéditos y dejó que el sueño fuese él mismo, convertido en volutas y dejándose arrastrar por las mezclas que aprendió a extraer desde una zona inédita que había descubierto en el fondo del corazón. Lo tuve al encuentro muy tarde y la dicha de recibir su vigor y su acervo fue escueta. Un condumio generoso, unas copas rasgadas, unas palabras deleitantes. Pero eso bastó para que se esculpiese en nuestra emoción la certeza de una garra. Letras vertidas al desconocido río, cordialidad asertiva en palmeos y estímulos, promesas inconclusas de sabiduría y experiencia. No nos es dable pincelar la imagen de la infinitud inédita a la que nos habrá de conducir el camino de las cumbres, pero si en un desafiante ejercicio de ilusión quisiéramos vislumbrar la transfiguración final, seguramente nos toparíamos con el paisaje puro del primer pasado, aquel de la sencillez y la miel y del corretear montados en la humedad de la luz. Yo lo avizoro, noble maestro, en algún recodo de su Mocoties, esperando que un hervor vespertino, quizás inventado por usted mismo, le encienda ese Cohiba de tizón hirviente con el cual la tarde le drena el alma. Adiós….!