#OPINIÓN Picapedrero: ¿Por qué sufragaré por González Urrutia? Destino e historia… #20May

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La precedente interrogante, se la debo a la sociedad larense como ciudadano público que he sido, desde adolescente y en las filas de Acción Democrática, a la vista de sus mejores hombres y mujeres y mejor vigilancia desde Lara, en defensa de los principios políticos y éticos en los que aquellos creyeron. Conocí y viví  las tres grandes crisis del partido y una frase del incorruptible Antonio Leidenz repica en mi sentimiento acción democratista «AD es un recurso natural renovable» que  se ha desperdiciado, agregaríamos nosotros, por las desviaciones a que ha tenido lugar entre otros por el flagelo de la corrupción y luego, un personalismo obsceno que lo dice todo. Por denunciar todo ello, resulta incómodo para algunos y cuando se pactó con Chávez Frías en el 2000, para integrar el Tribunal Supremo de Justicia, a cambio de no investigarse corrupciones en algunas gobernaciones de estados, renuncié con tristeza y la conciencia tranquila. Con el correr de esos años, escribí «La Robolución chavista» que nadie compraba por 20 bolívares y lo dicho allí, en el mejor momento de Chávez, no fueron inventos de la tragedia por la que pasaríamos, responsabilizando a una oposición que por intermediarios se dedicaba a enriquecerse con el régimen y tampoco nos equivocamos. En ese transcurrir actúe sólo, hasta otra crisis en Acción Democrática, la del suicidio, regresando ingenuamente a una facción que ha resultado aliada al régimen, frente a otra, identificada como «resistencia«. En tan incompresible situación, notifique públicamente, que me acogía al Constitucional 61 que otorga el derecho a ejercer «el voto de conciencia» que haremos en favor del ciudadano Edmundo González Urrutia, postulado a la presidencia de la República, en interpretación de un sentimiento nacional como nunca antes en nuestra vida republicana se había visto.

Aquel sólo hecho, es suficiente para pensar, que en un país tan presidencialista como Venezuela ¡al fin! tendremos la oportunidad de un proceso de transición hacia el rescate  del Estado de Derecho y redefiniciones, precisamente de los alcances de esa presidencia y de las organizaciones que dan base al sistema democrático para una eficiente gobernabilidad, en la ardua tarea de superar la crisis integral y con ello, el Constitucional principio de  un «Estado Social de Derecho y de Justicia». 

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Edmundo González Urrutia, ha resultado el ungido por el destino histórico de la República. Esto último se nos puede refutar, pero no en vano el sacrificio de Miranda, nos deparó a Bolívar Libertador, Páez al Estado venezolano, el mismo Juan Vicente Gómez, con la liquidación del caudillismo, ¿Acaso Diogenes Escalante no fue un frustrado destino?Rómulo Betancourt con la democracia,  Chávez, desnudando sus imperfecciones que muchos se negaron a enfrentar y ahora, ¿porque no González Urrutia, para enmendar los fracasos acumulados?

El destino, (también llamado fatum, hado o sino) nos refiere a  una persona convencida, que los eventos o las acciones que están determinadas. Especie de «un poder sobrenatural o plan que guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido». Algunas religiones lo admiten como «predestinación» para los griegos al destino (Ananké)  lo consideraban una fuerza superior» (Wikipedia) y un diccionario filosófico nos remite a la teoría de la causalidad que afirma que, si «toda acción conlleva una reacción, dos acciones iguales tendrán la misma reacción». De acuerdo al análisis de la obra «Historia y Destino» de Jean Guitton por José Luis Manes, al confrontarse el dilema del destino de la existencia humana en el tiempo y la historia, se plantea «el del azar o total indeterminación del hombre en su devenir temporal, de tal modo que su existencia depende enteramente de las circunstancias fortuitas y de su libertad; el del sino, que a priori vincula los hechos humanos y naturales de la historia de un modo necesario e inexorable, que el hombre no puede eludir  y, finalmente, el del destino, en que la libertad humana actúa sobre las circunstancias o situaciones objetivas, con la intervención de un factor intemporal y eterno de Dios, quien ordena el encuentro de las circunstancias con nuestra propia actuación libre para nuestro bien, es decir, quien, sin quitar nuestra libertad, nos conduce con su Providencia»…

Y dejémoslo hasta aquí, para algún conversatorio…

Jorge Ramos Guerra 

[email protected]

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