#OPINIÓN Por la puerta del sol (196): La serenidad #18May

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“El rostro evidencia en sus expresiones lo que hay dentro de cada uno. Al hombre inteligente lo identifica su constante equidad y serenidad”

Porfirio Barba Jacob

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Vivimos en un mundo lleno de problemas que absorben nuestro tiempo en buena parte, dejando de emplearlo en lo que realmente debe ser importante para nosotros. Nos enfurecemos por cualquier cosa, por cualquier malentendido o sencillamente por unos centavos se sacrifican amistades de muchos años. Sacrificamos el equilibrio emocional en aras de una vida loca, desenfrenada que irremediablemente conduce a desasosiegos, fobias, ansiedades, estrés, miedos, etc. Migrañas, dolores musculares, rostro contraído y sudoroso, desequilibrios estomacales e insomnios son señales que nos envía el organismo cuando las cosas van mal…

El trabajo, las presiones de este y del mismo hogar nos impide sacar tiempo para serenarnos y tener un momento de tranquilidad para nosotros, las pesadillas nos abruman al dormir. La naturaleza en su gran sabiduría es el ejemplo hacia el que no miramos cómo ella después de la tormenta recupera la calma. Vivimos a prisa como si nos persiguieran, desaprovechando todo lo grato que se nos pone al frente. Viajamos a lugares increíblemente lejanos, pero olvidamos darnos un recorrido hacia dentro de nosotros…”La serenidad y la cordura constituyen los principios de la sabiduría y la felicidad. La cordura es el gran armazón de la serenidad” (Lin Yutang).

Avanzamos por el camino recorriendo cada etapa de la vida, siendo la juventud y los cambios que aparecen ante nosotros, lo que nos saca del mágico mundo de la despreocupación. Dejamos que otros nos manejen, que invadan y contaminen nuestro mundo con sus ideas y sus normas, con sus “decretos humanos” sin enseñarnos realmente la diferencia que estriba entre lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo  inconveniente. Eso que aprendemos nosotros solos en el recorrido por la vida.

Los años van pasando con sus hervores y sus pompas, llegando a nosotros la responsabilidad. No hay duda de que superar por uno mismo la escarpada, se convierte en el desafío de acomodar las cargas y las luchas, evitándonos terminar hundidos en el supremo cansancio y en la desesperación de cumplir a otros, así nos reventemos antes que proteger la salud y la vida, tan frágiles y tan efímeras.

Todos necesitamos un espacio propio y un tiempo para relajarnos. El trabajo, las presiones, las imposiciones, resolver los problemas de los demás y los nuestros nos lleva al rendimiento de las fuerzas, al supremo estrés, a la depresión. En una palabra -nos morimos para que otro viva…

Quien no es capaz de regalarse una hora semanal de serenidad, menos será capaz de dar un minuto de esta a los demás. Aprender a vivir mejor es aprender a demorarse, a respirar hondo, detener la prisa. Los pasos dados hacia la serenidad son el principio del camino que nos conduce a cuidar y llevar nuestra vida no por los caminos que otros nos muestren, aprendamos a defender ese metro cuadrado que al nacer nos regaló el cielo.

“Ningún ser humano trata de verse en el agua que corre, sino en el agua serena, porque solamente lo que en sí es sereno  puede dar a otros serenidad”.

Confucio

Amanda Niño P. 

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