#OPINIÓN Los Diarios de la Zía Nonna: Junior, el Escribidor Invisible o Julius, el Llanero Solitario (P-XLIII) #13May

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 “No escribas para vivir, 

vive para escribir.” 

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Gustave Flaubert

“Escribir es una forma de terapia; a veces me pregunto 

cómo es que todos los que escriben no se vuelven locos.” 

Graham Greene

“La literatura es el arte de descubrir algo extraordinario… 

…dentro de algo ordinario.” 

 “Auster, parecía ver la vida misma como una ficción, en la que, 

…uno mismo evoluciona exactamente como un escritor crea un personaje”.

Will Blythe

 “La mayoría de los escritores se sienten perfectamente satisfechos con los modelos literarios tradicionales y están contentos de producir obras que, en su opinión, son buenas, bonitas y verdaderas; siempre he querido escribir lo que para mí es bonito, verdadero y bueno, pero también me interesa inventar nuevas formas de contar historias. Quería volverlo todo del revés”. 

Paul Auster

  • El Escritor Invisible o The Invisible Writer.

Julius, mi alter ego imaginario, como escribidor invisible, está dibujado en el borde del espejo donde ubico los deberes de la jornada. Al lado, como ironía, cuelga el reloj Casio de poca monta, que poco sirvió, y desde aquel momento muestra la misma hora, las dos y dos minutos. Qué impertinencia de reloj que, no avanza ni retrasa, pero vaya que recuerda que el tiempo no existe, solo es una medida inventada por el hombre, o sea, un tipo como cualquiera, pero oportuno, para medir la incertidumbre. Que a decir la verdad, nadie mide.

A veces, pienso en lo que es ser oportuno, por aquella que las buenas oportunidades no vienen en pares, y menos al mismo tiempo, y miro lo que me rodea como que si alguien, o algo que no veo, está diciéndome lo que sí siento, pero que no escucho. Mamá decía que, los seres invisibles como las almas, tienen un idioma inaudible, pero que puede percibirse.

Empecé a darme cuenta que las cosas que nos rodean son tan evidentes que pasan a ser invisibles, excepto el televisor y el ordenador donde escribo. Como el perchero que guindo cosas que no se guindan, o las fotos de mis padres que, desaparecidos, son nichos descuidados que el serrín va agrisando con la mustia tristeza de sus recuerdos siempre allí, invisibles pero enterrados en el aliento de las memorias. Por eso, estoy en este oficio para los que el tiempo se detuvo, el oficio de escribir.

Escribir con sentido y proporción, no es para cualquiera, porque literalmente liquida las otras cosas del quehacer, o al menos las reduce al mínimo. Por eso, empleo como mantra la noción del ¿qué es ser escritor? de Ohram Pamuk, (Nobel-literatura-2006) de la obra La maleta de mi padre en su discurso (1) , al recibir el Nobel, pues precisa la índole del escritor, per sé. 

No podía estar más de acuerdo con el turco. Las paredes se hacen tu confidente. Las ventanas no son miradores solamente, igual son barrotes de cristal carcelero. Pero también están las mínimas cosas, que son máximas para cada quien. Estar sentado frente a mí mismo en una mesa edificando mundos con las piedras de las palabras, es al presente una rutina, una que inició sin saber cómo, y si bien sigo sin saber, pienso que va por el camino correcto.     

  • El Camino Co-Recto de Junior or The Right Way of Junior.       

Fui descubriendo al escritor como un Serrat cualquiera, haciendo camino al andar y en una batalla interna, con ese segundo yo, que se aloja a sus anchas, entre pecho y espalda; También hallé que, uno no está solo, acarreo un disidente íntimo, que duermo y alimento.  Pasé pocos años escribiendo a mano con bolígrafo sobre el papel, pero la modernidad talló mis manos de otra forma, y las amoldó a un teclado, mientras tomo café o humeo y a veces logro alzarme de la mesilla, y echar una ojeada por la ventana a los carricitos jugando en el parque, o al celaje de la espesura, o con suerte ver la gracia de la ciudad del mar (Porlamar), faro de arenas, playas, y pe-ñeros coloridos o hasta imitar a Ohram y penetrar con la mirada curiosa, la dimensión desconocida de una muralla incomprensiblemente oscura.

No me pregunten cómo, pero de una manera fantástica, las manos sordas y sin alma, son títeres, y no les importan sandeces o bondades de doctos o iletrados, sólo que el amo apriete el puño. En ese sentido el popular escritor neoyorquino Paul Auster, finado apenas días atrás, dijo haber dejado de leer críticas, argumentando que incluso las críticas positivas a menudo pierden el centro. “No puede salir nada bueno de ello” –dijo- en la entrevista con The Independent. ¡Se lo ahorro a mi frágil alma!, y añadió, ¡no creo en adjetivaciones como ‘mejor’ o ‘peor’, al fin y al cabo, hacer arte no es como competir en las olimpiadas! 

Una prueba de ser objeto de crítica, fue la del novelista Colson Whitehead, luego de ganar el Pulitzer dos veces, (por obras de ficción, algo inusual), en el 2017 por la novela: El ferrocarril subterráneo y en 2020 por la obra: The Nickle Boys; La Universidad de Essex, en un acto censurable, aisló del currículum, El ferrocarril subterráneo, por ser un libro problema en el desarrollo del escolar. Y por maridaje teórico, pero valiendo la crítica, es por la misma razón que un despotismo censurable es un problema para el avance de un país negligente, aislando al lugar de una digna calidad de vida para el residente, con el peor salario mundial.  

  • Julius o El Llanero Solitario o Jules or The Long Ranger.       

Si algo quedó capitalizable al cien por ciento, son los recuerdos que fueron arribando como llega el polvo a un llanero solitario en la pradera, esa área espesa del interior de cada uno.  Y en tal sentido, todo tiene que ver con el cómo se percibe hoy, desde ésta hondonada del ayer, libertina en la memoria, y su penetrante frontera cerebral, infinita e infinitesimal.

Entonces despertar en sueños, y ser despertado por ellos, es una avenida de doble vía, reversible. El reloj inútil empieza a dar la hora sin funcionar, el perchero carga de todo hasta las dudas, el salón con los recuerdos de mis padres, en especial de mi madre, es esa sabana inmensa que no tiene fin. Y la danza de las horas, que trenzan en el muro que todavía no responde mis asuntos velados en el lecho. Y el señor drama que deja boca abierta con el dilema trágico Hamletiano…¡Y en verdad os digo que lo hice triste en la dicha y gozoso en la tristeza, con un ojo alegre y el otro apenado, con alegría en el funeral y con desconsuelo en la boda! …, o algo así. Un resentido contrasentido sin sentido.

A veces, desde el retiro, me salto del ventanal a mi alado corcel negro, más parecido al Pegaso de Ulises que Tornado el alazán del Zorro o la blanca yegua Plata del Long Ranger. Me fui a galope echado. Como no me detengo en transeúntes, me pongo a otear la arena y la brisa de la playa, las palmeras como lágrimas de jirafa, los cortapicos, con esas tijeras en la cauda de la cola, recortando la tela del cielo.    

Caído del caballo, cuando el reloj inútil sonó, desperté estresado en un calor enorme y sin luz. Nadie puede con la realidad, leí en el avatar de mi primo Alf, tal vez no sea tan así. Con una realidad como la nuestra, no hay Pegaso que valga para volar tan lejos e ignorar a esa escena que nos aniquila desde hace cinco lustros; malaya sea, con el mostacho Maduro.

Recordé, al apearme del corcel, que estamos a las puertas de la encrucijada de un empalme indefinido. Las votaciones son tan raras como sus competidores. Hay opositores que actúan como oficialistas, y oficialistas pasándose por opositores. Tirios y troyanos que se odian entre sí. Todos juran trabajar por el pueblo y el país, pero no hay cómo confiarles, o creerles, ni una sola coma de lo que prometen.

En los aposentos, me gusta verme dibujado con el corcel alado en el borde del cristal, reponiendo los asuntos de mañana, sentir en las fotos de mis padres un amor invisible pero inmenso por agradecimiento a su gran trabajo que nos hizo libres y galopar la llanura de la vida incluso solitaria, sin atadura o complejo, pero con valores y modales, afirmaba Carmen Teresa, mi mamita, que hacen del mundo un lugar mejor para la humanidad. Y este domingo día de las madres, cabalgaré con mi corcel azabache hasta su memoria donde me hundiré en ella y agradecer a diario el día que llegué al mundo del vientre de mi amada mamá, quien ya no está entre los vivos, pero que jamás ha estado más viva en mi corazón y en mi alma.   

Ahora que me dispongo a dormir mis sueños y despertar en ellos, solo una sola cosa ocupa la soledad de mi cabalgadura, ir a sufragar por el stud ganador y el corcel invicto de Ed-Mundo, junto a todo el mundo, el 28 de Julio; que vivan los sueños de la vida y que vivan los soñadores que piensan que los criollos si podemos cambiar la desdicha que nos tiene en las pesadillas del hambre y la pobreza de un país que debería ser rico, y tenerlo todo, incluso los nuevos sueños por venir del porvenir.    

  1. “Para mí ser escritor es descubrir luchando perennemente durante años la segunda persona que se esconde en el interior de uno y el universo que convierte a esa persona en lo que es. Y cuando me refiero a la escritura lo primero que se me viene a la mente es alguien encerrado en una habitación y sentado a una mesa que se vuelve sobre sí mismo a solas y gracias a eso forja con palabras un nuevo mundo; puede escribir a máquina, puede aprovechar las facilidades que le ofrecen los ordenadores o, como yo, puede pasarse 30 años escribiendo a mano con una pluma sobre el papel. Mientras puede tomar café o fumar a veces puede levantarse de su mesa y mirar por la ventana a los niños que juegan en la calle, a los árboles, o al paisaje si tiene suerte o bien a un muro oscuro. Para escribir poesía, teatro, o novelas. Todas esas diferencias vienen después de la actividad principal, la de sentarse a una mesa y volverse pacientemente sobre sí mismo. Escribir es verter en palabras esa mirada hacia el interior, y estudiar con paciencia, obstinación y alegría un mundo nuevo según se va cruzando por el interior de uno mismo mientras pasan los días, los meses y los años y voy añadiendo lentamente palabras a la página en blanco sentado a mi mesa, siento que estoy construyendo para mí mismo un mundo nuevo, que extraigo de mi interior otra persona, como hacen quienes levantan un puente o una cúpula poniendo piedras de las piedras. Las palabras son las piedras para los escritores. Colocando palabras durante años, manoseándolas, sintiendo las relaciones que hay entre ellas, a veces mirándolas de lejos, a veces tocándolas con los dedos y con las puntas de nuestras plumas, como si las acariciáramos y las sopesáramos, creamos nuevos mundos con obstinación paciencia y esperanza. El secreto de la escritura no reside en una inspiración que nunca se sabe de dónde va a venir, sino en la obstinación y la paciencia. De ahí el hermoso dicho turco cavar un pozo con una aguja se usa para escritores como uno”.

Marcantonio Faillace Carreño

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