“…Las crónicas y documentos señalan que fue en ese sitio donde comenzó lo que se constituiría, siglos después, en la principal riqueza de Venezuela, la cría y exportación de ganados…”
Jorge Puigbó
La isla de Margarita ha presentado históricamente, innumerables elementos atractivos, contrastes insospechados y realidades que fueron determinantes en su desarrollo y no es algo que alguien haya descubierto recientemente, sino todo lo contrario, desde tiempos inmemoriales se han conocido, descrito y aprovechado, quizá la razón de su desconocimiento, se deba al desarrollo privilegiado que por años se le ha dado al turismo de playa y sobre todo al de compras, lo cual terminó dando como resultado su olvido. Una de esas circunstancias es de carácter geográfico, una gran ventaja, y es su cercanía con “tierra firme”, como nombran los margariteños a las tierras del continente y a las cuales ha sido fácil acceder a través del mar que la separa de la costa, como se ha hecho desde hace miles de años, hecho corroborado por los estudios arqueológicos realizados; otra circunstancia fue la inmensa riqueza perlífera de la cercana isla de Cubagua que condujo al marino Santiago Castellón, antes del año 1500, a fundar el primer asentamiento, o ciudad, en Venezuela y en Sudamérica. La misma, luego, sería refundada y llamada Nueva Cádiz, el 13 de septiembre de 1528, mediante una real cédula promulgada por el emperador Carlos V, y la cual sería destruida definitivamente en 1541 por un maremoto. Esta isla, Cubagua, carecía y carece, totalmente de agua dulce, por tanto, la traían en embarcaciones desde el río Manzanares, en Cumaná, y desde un río que llamarían San Juan, el cual se encontraba en la isla Paraguachoa, luego nombrada Margarita. Esta total dependencia produjo el asentamiento progresivo de colonos provenientes de Cubagua, en el Valle de Charaima, luego bautizado San Juan. Por último, sumándose a lo anterior, lo que sin duda marcó la diferencia en su desarrollo fue la existencia de corrientes de agua dulce que bajaban de las montañas y formaban ríos y quebradas, como el ya mencionado río San Juan y fue esa importante circunstancia la razón fundamental para que allí se realizaran los primeros asentamientos de los colonizadores en esa zona, allá por el año 1525. Las crónicas y documentos señalan que fue en ese sitio donde comenzó lo que se constituiría, siglos después, en la principal riqueza de Venezuela, la cría y exportación de ganado. “El Centro Virtual Cervantes (CVC) es un sitio de Internet creado y mantenido por el Instituto Cervantes de España en 1997 para contribuir a la difusión de la lengua española y las culturas hispánicas”, así se define el lugar desde el cual nos permitimos bajar una información interesante para comprender la positiva importancia de la colonización y sus incalculables aportes económicos y sociales a nuestra sociedad, el título del artículo-ponencia, de Claude Guintard de la Facultad de Veterinaria de Nantes, ya expresa la importancia : “Los animales también participan en la historia global” y el mismo continúa: “La primera importación de bovinos a América tuvo lugar durante el segundo viaje de Cristóbal Colón en el año 1493. Desembarcó en la isla de Hispaniola, o La Española, (hoy Haití y la República Dominicana) con caballos para llevar a cabo la conquista y con parejas de bovinos y asnos para la crianza. Santo Domingo fue el punto de partida de la distribución de los bovinos hacia las Antillas, y más tarde hacia el continente. Globalmente, podemos decir que las islas del Caribe fueron el principal laboratorio de aclimatación y producción de los animales, y también el principal lugar de su distribución hacia otros medios insulares y continentales de lo que luego se llamará América Latina…A partir del Caribe, se difundieron estos animales por una gran parte del centro y del sur de América (con excepción de Brasil), y también por la zona sur de América del norte…”.
Quien fue el que llevó el primer ganado desde la isla La Española hasta la isla de Margarita, al valle de Charaima, no pareciera poderse establecer a ciencia cierta, el nombre de Pedro Alegría se cita como el del primer habitante, fundador y poseedor de algunos animales, pero las fuentes más confiables hablan de Pedro de Villardiga, teniente de gobernador, nombrado por el primer gobernador de Margarita, Marcelo Villalobos, quien poseyó a nombre de éste un hato de ganado en ese valle. Se lee en el capítulo I de la Capitulación de Marcelo Villalobos, fechada en Madrid el 18 de marzo de 1525, la autorización para que inicie la crianza de ganados: “…Primeramente vos doy licencia y facultad para que vos, el dicho licenciado Marcelo de Villalobos, podáis ir o embiar a poblar e pobléis la dicha isla de la Margarita de cristianos, españoles e indios, e criar en ella los ganados que conviniere e fuere necesario para la provisión e beneficio de la población della, e hazer las otras grangerías que en la dicha tierra se dieren, con tanto que seáis obligado a començar a entender en la dicha población dentro de ocho meses primeros siguientes, que corran o se cuenten desde el día de la fecha desta…”, pero no fue sino a partir del 1528 cuando llegaron los primeros ganados vacunos y equinos a la isla, los cuales se adaptaron de forma tal que, al cabo de unos diez años se exportaban para el continente para cubrir las necesidades de los colonizadores y de la población. Un claro ejemplo de ello fue el envío, para lo que luego sería Venezuela, de unas 800 cabezas de ganado bovino realizado por Diego Fernández de Serpa el año de 1569, lo cual es considerado por algunos, el inicio de la cría en nuestro país. Pero no todo fue color de rosa, el crecimiento sin límites y desordenado de diferentes tipos de semovientes alteró irremediablemente los pastizales naturales de la ínsula al producirse un pastoreo excesivo e intenso lo cual se tradujo en el predominio de especies vegetales más resistentes, cujíes y cactus y en la progresiva y lamentable degradación de los suelos, hay estudios realizados al respecto por la Fundación La Salle. Lo paradójico es que, en estos días de crisis económica y por la falta de trabajos, se observa en la isla una gran proliferación de rebaños de ganado ovino y bovino guiados por pastores ejecutando una especie de trashumancia en la búsqueda de pastos, inclusive dentro de urbanizaciones y por los bordes de las carreteras, una forma de subsistir, una economía emergente y precaria.
Por otro lado, en cuanto a lo agrícola en la isla, es obligatorio mencionar un evento motivo de regocijo para los margariteños y para los venezolanos: la noticia de que por fin le fue otorgada por el SAMI, el 10 de abril del 2024, la “Indicación Geográfica Protegida” para el Ají Margariteño, paso previo para lograr la Denominación de Origen Controlado (DOC), con lo cual se protege la calidad y cualidades de un fruto que llegó a lo que hoy es Margarita hace cientos de años, traído a ella por los indígenas provenientes del norte del Orinoco que la poblaron en sucesivas oleadas y quienes aparte de la Yuca y otros cultivos, trajeron el ají, un fruto que se generó en la vertiente oriental de los Andes, lo que hoy es parte del territorio de Ecuador, Perú y Bolivia y el cual, en un proceso de miles de años, fue cambiando y adaptándose a los diferentes ecosistemas hasta llegar a nuestra isla y allí perder por evolución su extremado picor, convirtiéndose en un ají de sabor suave y especial. Mientras escribo esto, veo que mi mujer prepara una ensalada “Caprese” con el mejor tomate del mundo, el margariteño, otro producto que tenemos que conservar a como dé lugar.
Jorge Puigbó