José Gregorio Hernández, el médico de los pobres, es símbolo de fe y esperanza. Nació el sabio en Isnotú, estado Trujillo, el 26 de octubre de 1864 y siendo apenas un adolescente es enviado a Caracas a estudiar en 1878. Allí cursa el bachillerato y se gradúa en 1882 y de doctor en medicina en 1888. Entre sus logros resalta la introducción del uso del microscopio en Venezuela.
Se destaca profesionalmente en dos terribles ocasiones, la llegada de la peste bubónica en 1908 y durante la terrible pandemia de la gripe española a finales de 1918. Hombre de profunda convicción religiosa, encuentra la muerte de manera trágica. El notable galeno falleció en un accidente al ser atropellado por un automóvil. En aquellos días apenas rodaban unos 700 carros en Caracas.
La noticia sacude al país y El Impulso, que aún circulaba en Carora, la reseña. Gran conmoción causó en la sociedad caraqueña la trágica pérdida del galeno. Luego de su desaparición física el 29 de junio de 1919, iniciaron los milagros.
Los pobres a quienes atendía sin cobrarles la consulta, de pronto se vieron sin su benefactor y sus pacientes menos afortunados iban al cementerio a rogarle por su salud. Muchos comienzan a recibir los favores en forma de milagro.
En 1949 la Iglesia Católica venezolana inició gestiones para la beatificación. El Papa Juan Pablo II lo declara «Venerable» en 1986 y en junio de 2020 el Papa Francisco declara su beatificación.
Hoy José Gregorio Hernández une al pueblo católico venezolano en la fe y la esperanza.