Antonio Urdaneta, la afirmación de la poesía desde humanas latitudes #8Abr

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Más que un género literario desde tiempos remotos la poesía ha desempeñado los papeles  de interpretar la realidad sin que sea filosofía y responder los misterios de la vida más el hedonismo para el disfrute del hombre.

Una actividad  signada por las corrientes filosóficas del idealismo y metafísica que la alejan de la cotidianidad  y el aparato productivo de la economía. Ello por el apego a los Dioses que lo hace una labor de seres extraños sumidos en el limbo de la existencia.

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Con todo, la poesía ha tenido sus consecuentes y orgullosos oficiantes. Uno de ellos es el  barquisimetano Antonio Urdaneta nacido en 1947 en el seno de una familia obrera en el sector del mercado Terepaima. 

Urdaneta se considera y proclama poeta a los cuatro vientos. No son cuentos de camino como ocurre con otros falsarios sin obra alguna que exhibir.  Constituye la antítesis de lo dicho por el mexicano Octavio Paz de que “Hay poesía sin poesía.”. Es de los que se afirma con una extensa y valiosa obra poética con la que cabalga con vehemencia en la literatura regional y nacional. 

Durante la primera mitad de la década de 1960 se asoma tímidamente a las puertas del  Instituto Mosquera Suarez, dirigido por la promotora cultural Casta J. Riera. Esta generosa intelectual falconiana lo acoge con el calor  de su mecenazgo. Gracias a su amplitud le edita  su primer libro. Sigue andando formando parte de los fundadores del Grupo Cultural El Tonel en 1967.

Propulsado por el deseo de superación marcha a Caracas donde cursa estudios de letras en la UCV. Posteriormente laboró en la coordinación del Papel Literario del diario El Nacional junto al  caroreño Luis Alberto Crespo. 

En las páginas literarias de los diarios El Impulso y El Informador destaca como un lúcido articulista y ensayista cultural. En la Filven de 2023 capítulo Lara fue homenajeado donde resalta la importancia del libro en la realización del hombre. En los años setenta forma parte del equipo de trabajo de la revista cultural JOB, una de las mejores en su especialidad en la región.

En 2002 se hace merecedor del Premio Municipal de Literatura Antonio Arráiz, creado por el Concejo Municipal de Iribarren durante la presidencia de la lideresa socialdemócrata, Dory Parra de Orellana. Y, además la Biblioteca Municipal, desaparecida inexplicablemente durante la gestión del alcalde, entonces chavista, Henry Falcón F. 

Su bibliografía la conforman las obras: Rubén Darío: Acero, oro y amor (Ediciones Casta J. Riera, Barquisimeto, 1967), Crebar Albores, El Milagro de Pablera, El lirio que viene del mar y tres ensayos de estudio literario y cultural.

El Milagro de Pablera de Antonio Urdantea

Su cosmovisión de la poesía es la de un santuario. De la misma hace teoría literaria, cultural y filosófica. Al tópico dedica  amplia reflexión y escritura. Creía que las ciudades deben tener y estimar a sus poetas y cronistas por formar parte de su historia. En ese sentido, aborda  a la ciudad desde la perspectiva de la estética que no hace cualquiera. Se  trata de una actividad que requiere de la necesaria sensibilidad. Urdaneta lo contrae con el esmero de su pensamiento y fina pluma de vate.

Lo demuestra en su excelente libro El Milagro de Pablera dedicado a ese mendigo ciego que en el lapso de la primera mitad del siglo XX pululaba por la calles de Barquisimeto con su cuatro, canciones y chistes a cambio de unas monedas. Al respecto, esta obra de Urdaneta valora en sumo a este personaje popular mal visto por algunos.

Es un largo poema distinguido por una exquisita prosa que comunica con instancias superiores del arte. Es de los que escribe con la belleza  y talento que poseen unos pocos. Ese hacer poesía de verdad y no la presunción del farsante. 

También le atraía poderosamente el tema de los mercados, entre estos El Manteco, con su prosaico lenguaje y personajes pueblerinos. Además el culto mariano a la patrona de Barquisimeto la Divina Pastora refiriéndonos en una ocasión el tema de los jugadores y vendedores que la siguen durante su peregrinaje de dos meses por templos de la ciudad. Un poeta envuelto en la cultura humana y religiosa que vuelca en sus creaciones con deslumbrantes y esmeradas palabras como extraídas de estados mentales subliminales. 

Se insertaba en la soledad cuando se dedicaba al acto creador de la poesía. Pero siempre  lo acompañaba la flexible actitud de compartir con amigos en sana bohemia en las que se hablaba ampliamente de literatura. Así rendía tributo al Dios Baco en sus momentos de esparcimiento en los cuales le acompañamos en varias ocasiones. 

Su amigo, el poeta y periodista, Ramón Rivasáez lo etiqueta de esta manera: “Es un poeta humilde, silencioso, místico y esotérico siempre queriendo pasar inadvertido que raya en la autenticidad humana”.

Cuando se aborda la historia contemporánea de la poesía larense forma parte de esa pléyade  de bardos que han brillado con luz propia, a saber: Rafael Cadenas, Ramón Querales, Antonio Arráez, Elisio Jiménez Sierra, Luis Alberto Crespo, Eddy Rafael Pérez, Efraín Cuevas, Teódulo López Meléndez y Alvaro Montero.El 3 de abril de 2024 llega desde Mérida la infausta noticia de su deceso a consecuencia de padecimientos de salud: “viene la muerte canta el gallo”.

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