#OPINIÓN Esos cínicos que tiran la piedra y esconden su personalidad #21Feb

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“Los hombres, en general,
no son sino marionetas maltratadas por un titiritero”.
Giovanni Papini

¡Batallas ajenas! El psicópata usa como habilidad y estratagema enfrentar a su víctima con otras personas y así provocar rivalidades y celos. En cualquier momento podrías verte involucrado en batallas ajenas o batallas inventadas. Para que tengas en tu propio banco como enemigos a los enemigos del psicópata, que te los cargó a ti en tu cuenta personal y tú ahora los llevas a cuesta y te esperarán en la bajadita. Porque por imbécil jalabolas adoptaste de enemigos a los enemigos del psicópata.

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El narcisista y el psicópata son gente malvada, ellos inventan escenarios de batalla y de odio para sentirse importantes ante quienes quieren adular, usar, engañar o perjudicar, pero todo enmarcado exclusivamente en el beneficio de ellos mismos. Y quien es susceptible a la lisonja y está ávido de ser tomado en cuenta y ante la oportunidad de protagonismo que le da el psicópata siente una minúscula sensación de poder e importancia y cae presa fácil del ardid y en su afán de henchir su orgullo, y da rienda suelta a las estratagemas dictadas por el psicópata cometiendo injusticias, generando tempestades en las que se crean enemigos de batallas que no son propias pero en las que te inmiscuyeron y tu gustoso te dejaste inmiscuir y se deja gente descontenta y hasta se fabrican mártires.

En todo caso, cuando de disparos verbales se trata, es prudente valorar la intención de quien los hace y determinar a quién o a qué pueden estar dirigidos; por tal suerte que ante situaciones sobre las que no tengamos certeza, lo mejor es la cautela y por lo usual es aconsejable no darse por aludido y mucho menos recoger los casquillos para guardarlos, porque eso persigue el trastornado que la víctima estalle en cólera que es la verdadera pólvora que persigue destrucción. Un arma de uso frecuente por el psicópata es el silbato de Galton, provocando reacciones en la víctima si no está alerta. Pues sí, como el psicópata cree que las demás personas son “cosas” o semovientes, entonces los usa y manipula , pronunciando solo para los oídos de las victimas provocaciones e injusticias que le caigan como baldes de agua fría, esperando una reacción para la satisfacción del psicópata.

Cuando las balas solo son de salva, porque el arma no está cargada con municiones auténticas, solo persiguen producir un efecto de ruido y fogonazo aparentando lo que no es real. No creyéndolos artificiales, los disparos pueden causar disgusto en quien los presencia si no está prevenido, o un verdadero susto si algo tiene que esconder, porque quien algo debe, a todo le teme. Los disparos de salva pueden lograr que el enemigo desinformado huya o se ponga a buen resguardo o en cualquier caso que la precaución sea la mejor consejera.

Excepcionalmente en momentos críticos alguien aconseja a otro que «no coma casquillos«, previniéndole de no cometer errores en contra de un mejor juicio, para no apresurarse en tomar decisiones bajo la influencia de elementos meramente circunstanciales; porque puede ocurrir que las apariencias engañen o solo desean provocar reacciones desfavorables en su propio perjuicio.

¿En cuántas oportunidades alguien tomó una decisión equivocada por la influencia maligna de quien sólo pensaba en sus propios intereses? He allí La mano del narcisista y del psicópata manipulador.

Los narcisistas psicópatas hacen que otros contiendan en batallas ajenas y en las que no quiere arriesgar su propio cuero, viendo con regocijo la destrucción de la víctima que no es capaz de enfrentar abiertamente o que aun dando la cara lo hace bajo la protección de la impunidad, en la que juegan papel siniestro, la mentira, la ocultación, la deformación de la realidad, la venganza, la envidia, la perversión y toda clase de sentimientos fútiles.

No son los nacimientos. Determinante es la influencia de los padres en la crianza de los hijos. Por lo que no son los nacimientos los que determinan ser padres, sino los ejemplos que de ellos obtienen. Así también tener uno o ambos padres psicópatas, predispone genéticamente a los hijos a desarrollar ese trastorno, donde el ambiente es medularmente condicionante.

No son los nacimientos los que hacen a la madre de familia, sino sus buenas costumbres –Neque natales matrem familias faciunt, sed boni mores-, así recogían los romanos la trascendental tarea de la mujer no solo como procreadora, sino como fuente de buenos ejemplos para el crecimiento moral y ciudadano de los hijos.

Es que consideraban cardinal en la crianza de la descendencia las enseñanzas que recibían los hijos de la madre a quien estando en casa le correspondía la tarea de modelar la conducta de la prole. En este cometido y diseño de la personalidad moral y espiritual de los hijos estaba comprometida la reputación y buen nombre de la familia.

La manera como era visto y apreciado el linaje. Las familias pudientes además encomendaban la educación de los hijos a grandes hombres que por sus conocimientos eran capaces de orientar el pensamiento y la proyección de las nuevas generaciones, siendo la educación formal un mecanismo vinculado a la élite social. Sin embargo no se podía obviar la estratégica influencia de la madre respecto de la moral y las buenas costumbres en los hijos de Roma.

La obvia e innata influencia de la madre hacia los hijos retrata el legado que esta hace a la personalidad de su descendencia para bien o para mal.

Es obvio y connatural el apego de los hijos a la madre salvo que se les separase de pequeños de ella y se encomendara la tarea de su educación al «nutritor» exclusivamente hasta la pubertad.

Y es que en el hogar es donde los hijos reciben el patrón por cuya conducta se sabe qué clase de ejemplos han recibido de su padre o de su madre y en todo caso de quien logró influenciar primordial o exclusivamente a los hijos por compartir con ellos el mayor tiempo o por haber logrado hábilmente apropiarse de su atención.

Pero siendo la madre la figura principal del apego, se entiende la notable influencia que esta ejerce sobre los hijos y en ello la percepción de la vida y la manera cómo abordarla desde la visión que ésta diseña en su descendencia. Aunque innegable es que el niño o niña puede establecer vínculos de apego con otras personas es inevitable concluir que la madre es determinante y preponderante como la inmediata fuente de ejemplos para con los hijos.

Aunque ambos, padre y madre laboren fuera del hogar, hay un vínculo muy estrecho de ésta para con sus hijos y máxime cuando la madre es quien mayor tiempo comparte con ellos.

Los hijos son hechos a la imagen y semejanza de quien los cría, aunque existen situaciones especiales que se escapan de los estándares o de lo que normalmente se esperaría. Y no todo lo que se ve y se aprende en el hogar es bueno, correcto y decente, aunque debería serlo.

¡Mírate, mirémonos! Envidiosos y mitómanos son los psicópatas y para conseguir sus fines de maldad sadismo y corrupción, se valen de cualquier artimaña. Por eso ¡Mírate, mirémonos! E introspeccionemos de no padecer el Síndrome de Procusto.

Hay quienes con sorna y bellaquería tienden cortinas que esconden la realidad y entrelazando la pureza de la verdad con la desvergüenza de la mentira pretenden justificar sus actos, acciones, procederes y pensamientos injustos, atávicos, retrógrados, retorcidos y con un espíritu de venganza para eliminar del camino todo lo que les estorbe, así se trate de personas , situaciones o cosas y sin pensar que serán juzgados ante el tribunal de Dios por hacer tanto daño al prójimo, porque “ nunca se hace tanto daño de manera plena y alegre, que cuando se hace basado en un falso principio de conciencia”.

Otros se disfrazan de cristianos, pero son de aquellos que queman a inocentes en las hogueras, una práctica de la época oscura de la cristiandad y que en la actualidad “right now” en diversos escenarios oficios y profesiones hay gente persiguiendo gente, unos lo hacen de bajo perfil, silentemente y de forma encubierta para quedar impunes y enmascarados y que la víctima no se entere de quien lo ataca, así no dan la cara y gerencian la maldad a través de otros que proceden engañados o con certeza de lo que se hace , porque no se engaña a quien se sabe engañado. Para esto y otras tareas el psicópata tiene a sus monos voladores, cuando no decide hacerlo personalmente.

De igual modo, truhanes y bellacos de esta estirpe maligna de narcisistas y psicópatas, también actúan abiertamente, porque se sienten poderosos en los escenarios donde se desenvuelven y eso les llena los egos ante las grandes carencias que les aquejan. Y de manera tóxica, aprovechándose de la pasajera y circunstancial posición que ocupan en vez de dejar una estela de amor y humanidad, la usan para verter su veneno en afán de venganza y maldad satisfaciendo en sus egos las evidentes carencias ante los ojos de todos.

A los narcisistas y psicópatas, la frialdad y la poquedad de sus espíritus los hacen proceder como en tiempos de Juan el Bautista, a quien por envidias, celos, conjuras y morbosas conciencias, lo decapitan y exhiben su cabeza como un trofeo que les llena la vanidad, la importancia circunstancial y los momentos de chisme, comadreo y murmuración. Las conversaciones destructivas entre quienes se entrelazan cuales víboras para ver a quien le quitan la tranquilidad, la honra, la salud y la vida, son deleite de estos rufianes.

Pedantes y jactanciosos estos truhanes y bellacos actúan como turba para que la responsabilidad se disipe y no se sepa quién ejecuta la orden que da el golpe certero para aniquilar al prójimo. Hasta pueden escandalizarse de los videos que suben en las redes sociales donde la gente hace justicia en grupo golpeando y quitándole la vida a un delincuente, pero no se ven a sí mismos como ellos también actúan en grupo llegando a acuerdos como delincuentes para hacerle maldad a su prójimo.

Las responsabilidades son individuales, pero también colectivas y serán juzgados por Dios los que encubiertos en un grupo le quitan la vida a otro ser humano para hacer venganza por mano propia, pero igual serán juzgados por Dios los que desde una oficina también acuerdan martirizarle la vida a su prójimo ordenando y ejecutando decisiones injustas e inhumanas.

Cuida tu alma eterna y lo que haces con tu posición circunstancial, pues por ambas cosas deberás dar cuenta al hacedor del universo.

Títeres y marionetas. Los psicópatas suelen usar a las personas y las convierten en títeres y marionetas, en su mundo de sadismo y de maldad, para lograr depredar a sus víctimas. Así se valen de esclavos voluntarios que se prestan para todo tipo de iniquidad o de monos voladores que son los siniestros ayudantes del psicópata. Incluso de zombies o esclavos con el síndrome de Stephen Candie.

Lee con atención la siguiente historia. En una obra escolar, dispuesto todo el público infantil para disfrutar lo que prometía ser una hermosa experiencia de vida, todos expectantes no imaginaron nunca lo que estaba a punto de suceder.

No era menester informar a la audiencia, que quien montó la obra había adquirido sus figuras y muñecos de un mañoso titiritero que se desenvolvía en su arte con sin igual y maléfica destreza, poniendo en escena mensajes de horror, corrupción y dolor.

De entre el lote de pedazos de muñecos, rotos, golpeados, llorosos y enfermos por los maltratos inferidos por su malévolo y antiguo dueño, había una muñeca de nombre Amanda, de incógnita sonrisa, de disfrazada voz serena, quien fungía como emisaria de aquel que les movía los hilos y se encargaba de convencer al resto de los títeres y marionetas, de la conveniente necesidad de obedecer las inhumanas órdenes del titiritero. La muñeca urdía sus maquinaciones, con un velo de inofensiva damisela y por los años al lado del malvado, llegó a adquirir la personalidad de aquel.

El nuevo y noble titiritero, quien sin ningún atisbo de perversidad, pero sí lleno de mucha ingenuidad, se aprestó a reparar su nueva adquisición pegando los muñecos; colocando retazos en las marionetas, pintándoles de alegría las caras a las desgastadas figuras y haciéndoles estrenar nuevas vestimentas; adoptando con júbilo también a aquella extraña muñeca, que representaba la presencia de su primer titiritero.

Propició entonces su debut en una de las más grandes escuelas del territorio, para lo cual había diseñado un sobrio espectáculo, lleno de luz y transparencia, de alegría y buen gusto, para hacer gala de su estilo impecable y su especial sensibilidad por considerar a sus títeres y marionetas como verdaderas personas, como seres llenos de humanidad.

Los niños inquietos por deleitarse en las artes de aquel buen hombre, aplaudieron con pasión, para que comenzaran la obra y fue cuando el nuevo titiritero sin recelo alguno subió a la ventanilla del escenario a sus títeres y a sus marionetas, para que hicieran lo que ya había planeado para regocijo de todos; pero pareciera que el titiritero hablaba en un idioma y los muñecos recibían el discurso en otro idioma.

Al transcurrir de un breve tiempo no se sentía la influencia de Amanda, pero poco a poco, con mucha astucia y disimulo, Amanda empezó a cambiar la obra, por lo que aprendió de su primer titiritero y fue desluciendo calladamente, casi de manera imperceptible a su nuevo amo, como si la mentalidad de su maligno mentor se hubiese posesionado de ella, invirtiendo los códigos de comunicación, logrando entre los títeres y marionetas la mayor confusión y para los niños la peor impresión. La moraleja, la coloca usted.

“¿Dejar a la gente deciros lo que vais a hacer?
¿Dejar a la gente que os manejen?
¿Cuánto tiempo creéis que esto va a durar?
¿Cuánto tiempo vais a dejar que esto siga así?”
Jim Morrison

Crisanto Gregorio León
[email protected]

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