Desde 1958 comienzan a elegirse los Presidentes con mayor continuidad, con mayor permanencia en el tiempo por la vía del voto universal, directo y secreto, expresó el politólogo y profesor universitario Piero Trepiccione.
Esto ha caracterizado que tengamos un sistema presidencialista, expone. Es por eso que los venezolanos vemos las eleciones presidenciales con mayor interés que cualquier otro evento electoral. Y por la misma razón los niveles de participación siempre han sido mucho más elevados.
En el 58 tuvimos una altísima participación electoral que se mantuvo hasta el 83 y la abstención histórica promedió cerca del 10 por ciento.
En 1988 se produjo la primera mayor abstención, la cual alcanzó el 18 por ciento cuando los principales adversarios fueron Carlos Andrés Pérez, quien iba a la reelección, y Eduardo Fernández, que se hacía llamar El Tigre.
Esa abstención fue casi el doble de lo que había sido el nivel histórico.
Algunos analistas se dieron cuenta de ese fenómeno y alertaron a la opinión pública. Luego en 1989 ocurrió el famoso Caracazo con las consecuencias que tuvo este hecho.
Para 1993 se afirma que se inició una nueva era en el país, porque se rompió el esquema partidista del 58 que fue el control político de AD y Copei, cuando se hablaba de la alternabilidad.
Tras dos intentos de golpes de Estado del 92 y la salida del poder de Carlos Andrés Pérez por decisión de la Corte Suprema de Justicia, es posible que estos hechos hayan incidido en las elecciones de 1993 cuando la abstención estuvo por encima del 50 por ciento, algo nunca visto en el país.
No fueron AD ni Copei los protagonistas electorales sino el llamado “chiripero”, que aunque se hizo en torno de una figura histórica del Pacto de Punto Fijo, Rafael Caldera, planteaba un esquema diferente al bipartidismo.
Luego la elección del 98 se reafirma el inicio de esa nueva con el triunfo de Hugo Chávez, quien al salir de la cárcel había recorrido al país llamando a la abstención, la cual se dio con niveles elevados parecidos a los del 93.
Dirimir y superar conflictos
El comportamiento electoral de los venezolanos podría catalogarse como militante, según el sociólogo y profesor universitario Nelson Fréitez.
En general en Venezuela se ha consolidado mucho la creencia de que a través de las elecciones es posible dirimir y superar los conflictos de la sociedad.
En ese sentido, de 1958 y de manera ininterrumpida, hemos sido muy consecuentes con la participación electoral.
En los momentos en que los niveles de abstención han aumentado ha sido la evidencia de una cierta desligitimación del sistema político, por descreimiento de la población como ocurrió a finales de los años 80, por descontento, por frustración con las gestiones de gobierno; pero, visto históricamente, el comportamiento electoral de los venezolanos ha sido muy constante, muy consecuente.
Esa creencia de la mayoría de la población venezolana, en el sentido que las elecciones nos permiten dirimir y solventar conflictos, se pone en tensión cuando el árbitro electoral no demuestra equilibrio, ecuanimidad, transparencia, cuando aparece sesgado.
Cree Fréitez que son legítimas las críticas, los cuestionamientos que se hacen, porque la población que sigue considerando la vía electoral como la idónea para resolver los conflictos, espera del árbitro la mayor imparcialidad para seguirle otorgándole a las elecciones la alta valoración social, cultura y política.
La manipulación
Considera Fréitez que ha habido cambios en la concepción del sistema electoral.
Al concentrarse en el Poder Ejecutivo y al ir perdiendo autonomía e independencia el resto de los poderes públicos, en Venezuela se han venido configurando unos procesos electorales en los que el Estado y el partido del gobierno se convierten en una sola entidad.
Por supuesto, el Poder Electoral al perder autonomía y ecuanimidad termina favoreciendo al partido de gobierno. Entonces, el ventajismo está a todas luces evidenciado. Se manipula el voto.