Trabajo de www.radiofeyalegrianoticias.com
Waraos de tres comunidades indígenas del municipio Antonio Díaz, en Delta Amacuro, recordaron los caminos de fe, enseñanza y alegría que marcaron la vida del padre Josiah K’Okal en los caños de la selva deltana.
El padre K’Okal, quien fue encontrado sin vida este 2 de enero y cuya muerte aún se investiga, nació en Kenia y sirvió de manera muy especial a los indígenas waraos y a las personas más pobres en Delta Amacuro durante sus últimos 15 años de vida.
Mónico Campero, de la comunidad Araguaimujo, afirmó que lo que pudo palpar de él cuando llegó a su comunidad “fue su sencillez, humildad, ese mensaje de paz, de amor, de entrega para hacer el trabajo social, el apoyo a las personas que lo necesitaban”.
“Se ganó la confianza del pueblo y dejó un legado que sembró desde el cariño, el amor, el compartir y la solidaridad que debemos tener todos los pueblos indígenas”, agregó.
Por su parte, Alexis Medina, de Araguaimujo, afirmó: “hablar del Padre K’Okal es hablar de un hombre extraordinario, una persona íntegra, jovial, y muy amable”.
“Yo que tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, fue mi orientador en mi etapa de catequista en mi comunidad y siempre tenía una orientación, una palabra de estímulo, de fe, de aliento. Le gustaba que la gente fuera dinámica y estimulara a la otra gente al conocimiento de Jesús, a la lectura de la Biblia, a la vida de Jesús. Él se convertía prácticamente en un maestro, en un orientador, en un pedagogo y siempre con esa amabilidad y esa sonrisa con las que nos trató”, expresó Medina.
Deportista y alegre
Bladimir Díaz, de San Francisco de Guayo, aseguró que “por lo poco que vi del padre en Nabasanuka, era joven y le gustaba animar a los jóvenes, eran un buen padre, y un buen deportista junto a otro padre de Brasil”. “Eso lo recuerdo cuando íbamos a Nabasanuka a jugar”.
Inteligente e interesado por la cultura
Eira Torres, de Nabasanuka, fue otra de las consultadas, quien expresó que pudo notar la “inteligencia y el interés de conocer la cultura” que tenía el padre K’Okal.
“Siempre como misionero caminó junto a su grupo de trabajo, y sus conocimientos de inglés hizo que ayudara al liceo de Nabasanuka en la primera promoción egresada, lo hizo en el área de inglés y lo hizo de forma desinteresada y de manera voluntaria. Fue como una mata de plátano: él sembró y alrededor de él crecieron otros cogollitos, y hoy por hoy, el liceo de Nabasanuka cuenta con profesores de inglés, que son discípulos de nuestro querido padre K’Okal”.
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