En la medida que pasa el tiempo se descubren nuevos y sorprendentes aspectos en la conformación de las obras del genio italiano del Alto Renacimiento, Leonardo Da Vinci (1453 – 1519)
Su célebre cuadro La Mona Lisa o Gioconda es el centro de indagaciones diversas, entre éstas le atribuyen códigos secretos relacionados con lo extrasensorial, el más allá y extraterrestres.
Una reciente noticia de la Agencia AP colgada por El Impulso, da cuenta de una investigación realizada por el químico Víctor González que revela la técnica con la cual elabora dicha obra. El estudio comprueba que el florentino utilizó polvo de óxido de plomo para darle solidez química y física al cuadro.
Ahora este descubrimiento del investigador Víctor González agrega un elemento nuevo en cuanto a los materiales utilizados a partir de ese período como lo es el hierro. El mismo se asocia a lo duro y consistente de lo cual Da Vinci tenía plena conciencia, por su condición de químico, al emplearlo en sus pinturas.
Se manifiesta otra vez la fructífera relación entre arte pictórico y la química. En este caso para obtener el secado total del cuadro lo que no ocurre con La Última Cena. Por lo que Da Vinci toma sus previsiones cuando emprende el proyecto de La Gioconda para evitar se repita el problema.
Por ende, la química ha sido un positivo aliado de las artes plásticas para su preservación a lo largo del tiempo. Ello mediante el suministro de diversos componentes, entre estos los pigmentos, desde la prehistoria con sus creaciones rupestres en las cuevas.
Los pintores del Renacimiento revolucionan la técnica para realizar su arte con la aparición del óleo, consistente en mezclar los pigmentos con aceite y el lienzo que sustituye al pergamino y la tabla.
Recordemos que el Renacimiento aporta al progreso de la humanidad, la mundialización de la vida del hombre, el preludio de la actual globalización, los viajes interoceánicos, los estados nacionales y una nueva cosmovisión del arte y cultura que se extiende por el lapso de 400 años.
Ello tras los trece siglos que dura la Edad Media con el control de las actividades humanas por la iglesia Católica que llega al extremo de aterrorizar a quien osara desafiar con la Inquisición.
Así pues, los estrictos mecanismos de control socio político del régimen imperante son extensivos al ámbito del arte por su influencia en el destinatario.
Eran tiempos en que el artista estaba sometido a los designios de aquel retrógado régimen sociopolítico dominado por la iglesia y la nobleza.
Entonces se pintaba lo que convenía e interesaba al establecimiento de lo contrario se corría el riesgo de terminar achicharrado en una hoguera.
Lo explica la ausencia de profundidad espacial en la obra una evidencia del sometimiento del artista a la maquinaria de poder.
En esos trece siglos insólitamente queda prohibido pintar sonrisas en las obras de arte. La iglesia lo asociaba a las peores actividades humanas, a saber: pecado, maldad, diabólico, vicio, prostitución, locura y brujería.
Se trata de la noción del pecado llevada a los extremos de la prohibición y el terrible castigo para el control social del hombre.
Eso conlleva a la parálisis de la imaginación y creación del artista sometido a los designios metafísicos por medio de la escolástica de la Iglesia. Una instancia que todo lo observaba y censuraba y quien osara violar las rígidas reglas del juego le cortaban la cabeza.
Contra ese absurdo estado de cosas se rebelan varios pintores durante los siglos XIV y XV cuando principiaba el Renacimiento en Italia, entre estos el florentino Leonardo Da Vinci, entre cuyas obras sobresale La Mona Lisa.
Lo hace ignorando la prohibición de estampar sonrisas en los cuadros para a la vez aportar los valores de la pintura que trajo la Modernidad.
Un cuadro que rompe con las ataduras del pasado medieval europeo en la pintura por sus rasgos inovativos y entre algunos de los cuales tenemos los siguientes:
— Crea un nuevo tipo de belleza femenina de delicados rasgos manifiesto en la mirada ensoñadora y vaga más unas torneadas manos
— Su dibujo es perfecto sin descuidar ningún detalle
— Afán por la expresividad presente precisamente en la leve sonrisa con lo cual se conecta con el espectador
— Por primera vez en la plástica se aborda sicológicamente la figura humana para lograr el dinamismo gestual del rostro.
— Imponente composición que establece la profundidad espacial como signo de libertad del artista, tal como lo sostiene el historiador del arte, el húngaro Arnol Hauser
Una creación portadora de los radicales aires de cambio del Renacimiento con los valores que en lo sucesivo determinan la forma de pintar.
Guarda el significado histórico de la rebeldía del artista contra un sistema que lo sojuzga al impedirle expresarse libremente.
Con esta obra el genial florentino corrió sus riesgos, visto que desafiaba el poder imperante entonces en Italia resistente a los cambios. Se atreve a pintar la sonrisa lo que significaba en esos momentos un serio peligro.
No por casualidad Da Vinci se marcha a Francia al no sentirse seguro en Italia. En Francia pasa el resto de los días de su vida bajo la protección de sus gobernantes.
Es la Mona Lisa, la pintura de la mujer de sonrisa enigmática y seductora que más bien parece un rictus por lo leve. Una forma tal vez de evadir el autor aquel terrible régimen de censura que quebrantan los artistas del Renacimiento. Una producción figurativa que en 1926 deslumbra al genio caroreño Cecilio Chío Zubillaga Perera, en uno de sus viajes a Francia, cuando dudaba ante el novedoso arte abstracto con sus ismos y exclama: “Yo me quedo con Da Vinci”.