El nombre de Tapa de Piedra, en la parroquia Juan de Villegas (municipio Iribarren), tiene su origen en una historia que la tradición oral mantiene viva.
Nos la contó el patriarca de la aldea, Alirio Sivira, de 82 años.
Data la leyenda de los tiempos de la Independencia, cuando hasta aquí llegó el canario Juan de la Cruz Geno. Su ambición lo animó a pretender desviar, para su solo beneficio, las aguas de la quebrada Calicanto, justo cuando Bolívar lanzó su terrible Decreto de Guerra a Muerte, que ofrecía pasar por las armas a todo español y canario que no obrara en beneficio de la libertad de América.
Geno huyó y una lápida colocada en el sitio de su osadía preservó la memoria de aquel suceso.
Los lugareños se sienten, hoy, condenados a su entera suerte. «Debemos pagar la pipa de agua en dólares», relató Sivira. «La escuela tiene un poste de electricidad que se caerá un día de estos, la medicatura está peor que sus enfermos, la laguna se secó y para colmo las comunas nos azotan».
Xiomara Ortiz, coordinadora parroquial del partido Vente, abrió la asamblea en que se concretó la firme determinación de apoyar a María Corina Machado en las primarias. Rafael Molina, miembro del comando de campaña regional, en alusión al carácter pacifista de Mandela, adujo: «Asumiremos la tarea de gobernar no en plan de venganza sino para arreglar tantos entuertos que deja en herencia la tiranía».
El autor de esta nota resaltó que gracias a la presión internacional, el régimen se vio forzado a recoger su mentira, según la cual María Corina estaba inhabilitada.
Orlando Fernández Medina, líder del partido OFM, dijo: «A María Corina no la han podido intimidar ni chantajear y mientras más la acosan, más se crece en el sentimiento de los venezolanos. ¡Dios mediante, con votos derrotaremos la dictadura!»
Las expresiones recogidas describían una exaltación conmovedora. Alguien ofreció movilizar, él solo, unas 150 personas.
«Iremos a votar en bicicleta, a pie, como sea; no habrá obstáculo que nos quite el anhelo de contribuir al rescate del país», recitó un joven, mientras los demás asentían con sus cabezas o dejaban constancia en sus miradas serenas de una compromiso inquebrantable.
JAO
