“… ¿Vuelve el uso de la droga como arma geopolítica? Solo tenemos que recordar las dos guerras del opio que tristemente inició Inglaterra contra la China, la segunda con participación de Francia…”
Jorge Puigbó
Hoy amanecimos con otra guerra de acuerdo a lo que dicen las noticias. Otro evento bélico que se suma a los varios que se desarrollan, en estos momentos, en el mundo. No hace falta profundizar mucho para darnos cuenta de que se trata de una reedición de los mismos conflictos que nos azotan desde siempre y que tienen períodos en los cuales se tornan menos evidentes, se enfrían, y luego estallan con virulencia inesperada. El de Israel y Palestina tiene raíces muy profundas encajadas en un pasado de decisiones poco racionales para algunos, inevitables para otros, pero que, lo único cierto es que han producido conflictos continuos entre esas dos naciones. Por otro lado, la guerra provocada por la invasión injustificada de Rusia a Ucrania prosigue y como todo suceso que nos conmueve en un inicio, con el tiempo ha perdido notoriedad y se ha vuelto rutinario, cotidiano, crónico, perdiendo la capacidad de producir en nosotros, asombro o cualquier otra emoción, pareciera que lo vamos aceptando como algo inevitable.
La semana pasada escribimos acerca de las drogas en nuestro mundo, nos asombramos de la rapidez de su penetración y de la capacidad para inventar substancias nuevas cada vez más adictivas y potentes que son capaces de sumir a los consumidores en una condición de robots, especies de zombis, de seres totalmente degradados. Cuando presenciamos, nos informamos y nos concientizamos, del rumbo que lleva la humanidad, comenzamos a preguntarnos cuál es el verdadero origen de todas estas desgracias e inevitablemente concluimos en las mismas respuestas que el hombre se ha dado en todas las épocas, en el fondo de todo ello, nos encontramos, lógicamente, a la naturaleza del hombre, orientadora y condicionadora de sus acciones, una de ellas, a través de la Historia, se repite como una constante y es la búsqueda del poder, del dominio territorial que, supuestamente garantiza la sobrevivencia y el crecimiento de los individuos y el de las naciones, este impulso es el motivo y la excusa perfecta para la invasión y la conquista, para la guerra, la cual ha alcanzado un grado increíble de sofisticación, se ha ido perfeccionando en su eficacia y se libra de tantas formas que, muchas de ellas son más letales que las balas, los obuses y las bombas.
Desde que el mundo vio desintegrarse el imperio integrado por quince repúblicas, creado por Rusia y denominado por ella misma como Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, al imponer progresivamente los Estados Unidos el poder de su economía, comenzaron a cambiar las estrategias de cómo oponerse o eliminar al enemigo y mantener el poder. Son muchos los adelantos y estrategias, denominadas híbridas, que se han afinado en ese sentido, además del señalamiento anterior acerca la importancia de la economía como objetivo bélico, nos encontramos con el cambio más profundo que surgió hace 54 años, debido a la invención en los Estados Unidos, de una red de comunicaciones a través de computadoras, de carácter descentralizado y cuyo origen inicialmente fue militar, llamada inicialmente ARPANET y luego WEB, la cual con el tiempo tendría un alcance mundial. Este invento cambió totalmente la vida del ser humano, convirtiéndose en una revolución cuya importancia no hemos podido cuantificar por cuanto todavía no se perciben el alcance y sus efectos finales en la sociedad, pero sí utilizamos y nos afectan los cambios profundos que, a diario, la red produce en el mundo de la información, educación, servicios, finanzas e indudablemente en lo militar. La importancia en el manejo y control digital de todos los aspectos de la vida, incluyendo el desarrollo de los países, sobre todo de lo económico constituye a la WEB en el objetivo de guerra de primera opción, cualquier aspecto del desenvolvimiento diario de la estructura productiva de un estado es vulnerable a los ataques a través de las redes, desde la energía, las comunicaciones, los sistemas de defensa, las finanzas, sólo por mencionar algunos. Nacen entonces conceptos nuevos como la llamada zona gris que es un espacio donde se maniobra hostilmente dentro de unos parámetros situados al borde del conflicto político, una competencia en el filo de la navaja que, por usar cada día tácticas más complejas y agresivas para mantener al enemigo en jaque, pueden llevarnos a un conflicto armado entre potencias, a las guerras llamadas híbridas.
Nunca se ha detenido la carrera para la obtención de armas cada vez más devastadoras, de eso se trata, de lograr la disuasión, según el mundo militar: si poseo armamentos mejores el enemigo no me atacará. La cuestión es que como dijimos antes, las circunstancias han cambiado y la búsqueda de armas insidiosas, de costo muy bajo y de producción masiva, como los drones, sumadas al ejercicio de acciones políticas; alianzas económicas; cartelización de la energía, gas y petróleo; ataques a las monedas; aumento de la presión bélica; el uso de la emigración como arma; el terrorismo y el uso de elementos armados, carteles de la droga, grupos subversivos, que controlan la economía ilegal, son los nuevos aspectos que preocupan a los expertos y a los políticos sensatos del mundo. Muchos estamos preocupados por el camino que están tomando las cosas, me permito traer un párrafo copiado del blog de Brookings, importante y seria organización que se ocupa de estos asuntos: “…El creciente poder de los actores armados no estatales (milicias, militantes y grupos criminales) a expensas del Estado es una dinámica compleja y de grandes consecuencias en el sistema internacional actual. La tendencia se produce en medio de cambios más amplios en todo el mundo en la distribución del poder y los modos de gobernanza, y significa que más personas dependen de economías ilícitas para sus medios de vida básicos y de estructuras no estatales para su seguridad y gobernanza básicas. A medida que los actores criminales y militantes adquieren poder y los gobiernos se debilitan, muchos estados luchan por afrontar el problema; algunos incluso adaptan o cooptan a dichos actores…Dirigida por la investigadora principal Vanda Felbab-Brown, la Iniciativa Brookings sobre Actores Armados no Estatales analiza estas dinámicas globales y recomienda enfoques a los formuladores de políticas…”.
Miles de millones de dólares se gastan para controlar la droga en el mundo y los evidentes perjuicios que trae para las personas y para la sociedad, ya que se constituyen en cargas insoportables. 200 estadounidenses mueren diariamente por causas de sobredosis de fentanilo, el opioide sintético 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina que inunda ilegalmente el mercado de ese país. Está claramente demostrado, por diversos organismos de seguridad, que los precursores de los opioides sintéticos provienen en su casi totalidad de la China y su destino final son los carteles de la droga mejicanos quienes son los mayores productores y distribuidores del producto final. Entre octubre de 2020 y septiembre de 2021, otro nuevo número récord de estadounidenses, 104.288 murieron por sobredosis de drogas y los opioides representaron 78.388 muertes. El consumo de heroína y opiáceos en EEUU ya deja un muerto cada 19 minutos. El pasado 23 de junio, por primera vez en la historia, el Departamento de Justicia presentó cargos contra cuatro empresas con sede en China por producir, distribuir y vender precursores químicos para la fabricación de fentanilo y luego contra diez más. ¿Vuelve el uso de la droga como arma geopolítica? Solo tenemos que recordar las dos guerras del opio que inició Inglaterra contra la China, la segunda con participación de Francia.
Jorge Puigbó