El pato mandarín o pato multicolor mandarín (Aix galericulata) pertenece a la familia de los anátidos y es una de las dos especies del género Aix.
Es nativo del este de Asia, específicamente de China, Japón y Siberia Oriental. Debe su nombre a su apariencia majestuosa, que recuerda a los atuendos tradicionales de los mandarines chinos.
Los machos son especialmente notables, con un plumaje exuberante y llamativo. Sus colores brillantes y vivos hacen que el pato mandarín sea una de las aves más hermosas que existen.
Muda su plumaje dos veces al año, luciendo sus plumajes más vibrantes durante la época de apareamiento.
También es conocido por su elegancia en vuelo. Sus alas, aunque coloridas, le proporcionan un vuelo ágil y rápido. Esta combinación de belleza y habilidad lo hace aún más especial en el mundo de las aves.
Aunque los machos de esta especie son los que más destacan por su belleza, las hembras también tienen su propio encanto, con un plumaje más discreto y terroso que les permite camuflarse mientras incuban los huevos.
El mandarín es residente de hábitats acuáticos, como lagos, estanques y ríos de agua dulce. Es un ave parcialmente migratoria, lo que significa que puede moverse a áreas más cálidas durante el invierno.
Generalmente es pacífico y social. Forma pequeños grupos y suele ser visto nadando en formación en el agua.
A pesar de su apariencia exótica, en su hábitat natural, son aves muy tímidas y cautelosas.
Su popularidad como aves ornamentales ha llevado a que sean criados en cautiverio en muchos lugares del mundo.
Los patos mandarines se han convertido en un símbolo de buena suerte y amor en la cultura china, y se consideran un regalo preciado en las bodas.
En Asia oriental es considerado portador de buena fortuna, y de amor y afecto conyugal. En China se da una pareja de estos patos como regalo principal en las bodas más importantes.