Al celebrarse el Día de Barquisimeto, lo que debiera llamar la atención del gobierno es que la ciudad tiene muchas desventajas, pero la mayor de ellas es la falta de agua y hay que hacer hincapié en este servicio porque es el que afecta a toda la población, declaró Lorenzo Monasterios, presidente de Un Nuevo Tiempo.
Debemos comenzar por el desarrollo urbano y, por supuesto, económico de la ciudad en el siglo 20, cuando en 1947 se puso en funcionamiento el acueducto para una población que no llegaba a los cien mil habitantes.
Ese acueducto, como es natural, no podía satisfacer las necesidades de la Barquisimeto que iba creciendo y el gobierno nacional inauguró, en 1973, el Sistema Alto Tocuyo cuando ya para entonces la capital larense tenía poco más de 400 mil habitantes.
De acuerdo con lo previsto, el nuevo acueducto estaba en capacidad de darle agua a 745 mil personas residenciadas en Barquisimeto, además de proporcionarle el vital líquido a los municipios Morán y Jiménez.
Ningún gobierno después del que le proporcionó el servicio con agua de los Dos Cerritos, se ha interesado en atender a las poblaciones de los tres municipios, incluyendo Iribarren y los dos antes mencionado.
Han transcurrido 50 años, desde entonces, Barquisimeto ya tiene una población superior al millón de habitantes y no hay otra fuente de suministro que no sea la de Dos Cerritos porque los proyectos de Yacambú-Quíbor y Dos Bocas, quedaron en eso, porque los comenzaron, se paralizaron y se perdieron millones de dólares necesidades de la gente.
No se puede hacer comparación de gobiernos acerca de la preocupación por el servicio de agua, porque ninguno se ha interesado en resolver el problema y se mantendrá porque, aparentemente, no hay recursos para invertir en obras de interés social.
Y la única comparación que podemos hacer en el Día de Barquisimeto es que, así como estaba el acueducto de 1947 para cuando comenzó la construcción del Sistema Alto Tocuyo está éste en el momento, esperando los barquisimetanos un gobierno, que reemplace a este régimen extremadamente insensible y derrochador, para contar con un buen servicio de agua.
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