El pasado 29 de agosto, Venezuela recibió un cargamento de 260.000 barriles de nafta de las petroleras europeas Eni y Repsol, en una nueva fase de la crisis de combustible que afecta al país, luego que el reformador de nafta en Paraguaná se paralizara de nuevo.
El cargamento destinado al procesamiento de combustible, se empleará en el procesamiento de la nafta importada con gasolina menos refinada del Complejo de Paraguaná, logrando una mayor producción para mitigar la presión sobre el abastecimiento nacional de combustible.
El economista Asdrúbal Oliveros, explicó en su perfil de la red social X, antes Twitter, que el cargamento de nafta tendrá impactos positivos en el territorio venezolano, logrando la reducción de las colas en estaciones de servicio. Destaca que es un paliativo temporal y no una solución definitiva debido a que depende de la capacidad operativa de PDVSA y los acuerdos que se logren con las petroleras Eni y Repsol, dependientes del permiso de Estados Unidos.
Oliveros también señaló que la crisis del combustible se debe a un problema estructural cuya solución definitiva pasa por un cambio institucional y la inversión masiva en las refinerías, por lo que, aunque la importación de nafta no solventará la crisis de combustible, ayudará a aliviar la presión aumentando la oferta de gasolina.
El economista consideró que el alivio de la escasez de gasolina también logra cambios positivos en el campo humanitario, que se ve afectado por las limitaciones de transporte, la movilidad de los servicios de salud, alimentos y de los trabajadores humanitarios que no logran acceder a zonas remotas por falta de combustible.
Este cargamento se enmarca en los acuerdos entre las petroleras Eni, Repsol y PDVSA, bajo una licencia humanitaria otorgada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y renovada en agosto de 2023 por seis meses más, significando una nueva etapa en la flexibilización de las sanciones.
El acuerdo permite intercambiar productos refinados por crudo venezolano y exportar gas natural licuado en el campo Cardón IV, operado por Eni y Repsol, con una capacidad de 300 millones de pies cúbicos diarios.