#OPINIÓN Libros: Memoria grabada #16Ago

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“… Todo libro posee una enseñanza, aún los de ficción, porque al fin y al cabo se trata de ideas, de creatividad y si no existiera la imaginación, nunca el ser humano, hubiera emprendido las aventuras que nos han traído hasta aquí…”

Jorge Puigbó

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Los libros, tal y como los conocemos ahora, tienen su razón de existir en la necesidad humana de resguardar su memoria y su conocimiento, incluso sus emociones. Impulsados por este prurito, instinto o como queramos llamarlo, lo importante para el hombre es haber conseguido su objetivo con una herramienta trascendente y funcional: la palabra escrita, la cual comunica las imágenes, creencias, vivencias y conocimientos del individuo que la utiliza.

Un  libro cuya lectura nos introduce en un mundo de historias hilvanadas de forma tal que, nos hace comprender la naturaleza y desarrollo de la escritura y por ende de los libros, es “El Infinito en un Junco”,(La invención de los libros en el mundo antiguo) de Inés Vallejo quien a través de sus páginas nos demuestra que para narrar hay que saber, y por tanto se debe enfrentar la lectura obligada de cientos de páginas para poder completar una obra como esa, basta con leer la bibliografía señalada al final de la misma.

En este artículo me voy a permitir copiar algunos párrafos de la autora por ser de una claridad absoluta, comenzando con una cita en su prólogo: «El libro es, sobre todo, un recipiente donde reposa el tiempo. Una prodigiosa trampa con la que la inteligencia y la sensibilidad humana vencieron esa condición efímera, fluyente, que llevaba la experiencia del vivir hacia la nada del olvido» (Emilio Lledó, Los libros y la libertad), y luego afirma:

“…Por eso decidí sumergirme en esta investigación. Al principio de todo, hubo preguntas, enjambres de preguntas: ¿Cuándo aparecieron los libros? ¿Cuál es la historia secreta de los esfuerzos por multiplicarlos o aniquilarlos? ¿Qué se perdió por el camino, y qué se ha salvado? ¿Por qué algunos de ellos se han convertido en clásicos? ¿Cuántas bajas han causado los dientes del tiempo, las uñas del fuego, el veneno del agua? ¿Qué libros han sido quemados con ira, y qué libros se han copiado de forma más apasionada? ¿Los mismos? Este relato es un intento de continuar la aventura de aquellos cazadores de libros… Tal vez no entendían la trascendencia de su tarea, que les parecía absurda…Pero sospecho que, al buscar el rastro de todos los libros como si fueran piezas de un tesoro disperso, estaban poniendo, sin saberlo, los cimientos de nuestro mundo…”, impresionante.

Se entiende fácil y todos comprendemos la importancia de la información acumulada que contienen los libros. La mayoría de nosotros, así como la autora nombrada también lo expresa en el texto, hemos pensado o escrito con preocupación, cómo se podrá hacer para preservarla, debido a lo frágil de la tecnología digital que irrumpe. Frente a ese hecho Vallejo expresa: “…En diferentes épocas, hemos ensayado libros de humo, de piedra, de tierra, de hojas, de juncos, de seda, de piel, de harapos, de árboles y, ahora, de luz —los ordenadores y e-books—. Han variado en el tiempo los gestos de abrir y cerrar los libros, o de viajar por el texto. Han cambiado sus formas, su rugosidad o lisura, su laberíntico interior, su manera de crujir y susurrar, su duración, los animales que los devoran y la experiencia de leerlos en voz alta o baja. Han tenido muchas formas, pero lo incontestable es el éxito apabullante del hallazgo…”

Todo libro posee una enseñanza, aún los de ficción, porque al fin y al cabo se trata de ideas, de creatividad y si no existiera la imaginación nunca el ser humano, hubiera emprendido las aventuras que nos han traído hasta aquí. Cuando hacemos un balance de los libros leídos en este último año nos damos cuenta de que hemos aprendido algo, o reforzado nuestros conocimientos. En el libro » Revolución» de Pérez-Reverte reencontramos algo que ya habíamos conocido, un retrato de un proceso de violencia social, de una guerra civil conducida por ideologías diversas y sentimientos complejos, una descripción a fondo de la idiosincrasia mexicana y de esos tiempos tan convulsos y sangrientos; una exposición de su lenguaje popular, costumbres y sobre todo su forma de aceptar y despreciar la muerte producto de una filosofía fatalista cuyos orígenes se asientan en los antiguos pobladores prehispánicos llamados Nahuas, todo ello queda expresado en una frase fatalista atribuida a Francisco “Pancho” Villa: “…Así es la revolución. Se hace matando…La ganas cuando matas más que el enemigo, y la pierdes cuando matas menos. Y solo con muertes y más muertes progresa la causa del pueblo, así que, ni modo. En llegada la hora, igual que matas hay que saber morirse…”.

Hemos leído bastante, quizá no todo lo que quisiéramos porque sería imposible hacerlo, nunca podríamos alcanzar el agobiante ritmo que llevan las publicaciones. En España, unas 90.000 obras nuevas salen anualmente, cada hora unos diez libros, para darnos una idea. De todas formas, seguiremos extrayendo de lo leído, aquello que nos agrade, sorprenda, refuerce, en fin, que nos aumente el caudal de conocimientos. Un contertulio en un chat, publicó un libro de una autora llamada Beatrice Salvioni, que confieso no conocía.

El título “La Mal Nacida” me llamó la atención, inicié la lectura y me atrapó un estilo sencillo y fluido, pero sobre todo el tema tratado, el cual a pesar de lo difícil lo desarrolla con maestría y sin aspavientos, de allí estas frases: “…Ser mayor, ser mujer, quizá fuera eso. No era sangrar una vez al mes, ni los comentarios masculinos o la ropa bonita. Era cruzar la mirada con un hombre que te decía «Eres mía» y responderle: «Yo no soy de nadie» …”, dentro de un contexto de violencia sexual, conformismo, complicidad y aceptación, la expresión en boca de una joven mujer rezume valentía y la defensa de su libertad. Y así vamos, recogiendo y sumando líneas y párrafos, unos buenos y otros no tanto, pero siempre enriqueciéndonos.

Confieso que no soy muy aficionado a la literatura japonesa y termino de entender el porqué, Japón para mí, en mi juventud, siempre fue un enigma, un lugar remoto y exótico, y conseguir autores japoneses en ese entonces era muy difícil, recuerdo en los años sesenta publicaciones como “Shogun” de autores no nipones como James Clavell que nos acercó a esa cultura, así como Taiko de Eiji Yoshikawa, la historia novelada de un histórico espadachín japonés, ahora me he leído los dos libros de Haruki Murakami que componen el relato “La Muerte del Comendador” y mi gran sorpresa es haber comprobado nuevamente que la magia y la realidad se confunden, que el realismo mágico forma parte de todas las culturas, este ameno y gran libro me lo confirma y todo se debe a que, el ser humano amante de los libros y las letras  las sigue cultivando y publicando impresos o digitales.

Inés Vallejo, al final del libro dice. “…Pero la humanidad desafió la soberanía absoluta de la destrucción al inventar la escritura y los libros. Gracias a esos hallazgos, nació un espacio inmenso de encuentro con los otros y se produjo un fantástico incremento en la esperanza de vida de las ideas. De alguna forma misteriosa y espontánea, el amor por los libros forjó una cadena invisible de gente —hombres y mujeres— que, sin conocerse, ha salvado el tesoro de los mejores relatos, sueños y pensamientos a lo largo del tiempo…”. Para concluir, una cita que ella hace del escritor Elías Canetti: “…si cada época perdiese el contacto con las anteriores, si cada siglo cortase el cordón umbilical, solo podríamos construir una fábula sin porvenir. Sería la asfixia…”. La escritura nos une y preserva en la memoria.

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