Secularmente la clase campesina venezolana ha sido la clase social más olvidada.
Jamás se la han reconocido los derechos que por ley le corresponden.
Los campesinos son los eternos ausentes en los programas sociales de todos los gobiernos que el país ha tenido.
Durante la Cuarta Republica trataron someramente de reconocerle algunas reivindicaciones; desgraciadamente las soluciones llegaron tarde y a medias.
La situación continua igual, tal vez peor, pues se sigue necesitando viviendas dignas, créditos suficientes y a tiempo, buenas vías atención médico-sanitaria, seguridad jurídica y personal, seguridad alimentaria, entre otras. La Revolución Bonita llevá al campo un “dossier” de falsas promesas, ilusiones propias de Las mil y una noches. Al campesino lo buscan cuando necesitan su voto y para hacer bulto en los mitines. ¿Será que para el campesino no hay redención?