La vida es como un tren lleno de pasajeros, si no tomamos el tren con rapidez nos quedamos atascados en el camino y nadie nos toma de la mano para seguir adelante. Por ello tenemos que sonreírle a la vida y con mucha prisa correr y atravesar caminos, montañas, senderos. Pensar con optimismo y no quedarnos en el pasado. El tiempo corre aceleradamente y la vida se acorta en cada instante que existimos, los tropiezos hay que soportarlos con estoicismo, nadie va a correr por nosotros y si nos quedamos rezagados nos perdemos en el abismo de la soledad. Decirle sí a la vida es caminar con ella al mismo ritmo.
Por muy difícil que se nos haga el andar tenemos que sacar fuerzas y vencer todos los obstáculos. El tiempo es un granito de oro que hay que sacarle el mayor beneficio posible. Por mi parte me gusta andar de prisa, no estacionarse mucho tiempo y correr al mismo ritmo de la vida siempre, cuando me detengo analizo y concluyo que tengo que correr más para sacarle el fruto que he deseado siempre, vivir, pero vivir dejando algo o un poco de nosotros en aquellos que formamos y que están cerca de nosotros. «Los hijos son las flechas, nosotros somos el arco» como dijo Kali Gibran. Que esas flechas estén bien lanzadas y preparadas para que al mundo con optimismo le digan sí y para que en su lucha por la existencia tenga asideros para llevarla mejor. Creer, creer mucho en el mañana y pensar que será mejor pero hay que estar preparado y listo para recibirlo.