En la conformación de un tema musical siempre está presente una historia de carácter menudo y colateral que lo inspira o decide. Un hecho generalmente no conocido que el autor suele guardar en su interior. Es la presencia de la relación del hombre con la impoluta naturaleza a la que éste moldea para así generar cultura.
Los ríos están ligados a la vida e historia del hombre por ser portadores de vida. Es lo que explica que las ciudades fundadas en la antigüedad estaban cerca de los mismos. Al Orinoco le dedicó un largo poema publicado en libro el pintor larense César Andrade.
Manuel Yánez (Ciudad Bolívar, 1927- 2000), llamado El Juglar del Orinoco, lo confirma con su composición Viajera del Río. Se trata de un vals inspirado es su esposa la economista Beatriz Taberoa y el emblemático río de doscientos metros de ancho que identifica a Ciudad Bolívar.-
Yánez es un sobresaliente compositor que produce casi toda su obre ya adulto tras sufrir tres infartos cardiacos. Tiene la cifra récord de unos 350 temas en los géneros de: vals, merengue, joropo, salsa, paso doble, guaracha. Esas creaciones las materializa en los seis últimos años de su vida.
La canción Viajera del Río es el que lo consagra como eximio compositor. En su gestación influye un suceso ingrato: la muerte de su esposa ahogada en ese río que desde luego lo afecta para el resto de la vida. Su título original es Flor viajera.
Son los duros golpes de la vida ante los cuales no se amilana. Así el dolor causado por la muerte del ser querido lo transforma en fuerza para producir arte poético y musical.
El trágico suceso lo convierte Yánez en una especie de transfiguración en la que recuerda a la esposa muerta. Y, la compara con una flor a la que humaniza mediante el buen uso de las imágenes literarias.
Con esta obra comprobamos que nada humano es estático sino que está sujeto a cambio. Máxime cuando se trata de una obra musical hecha generalmente en vivo liada a la improvisación. Y, como decía el filósofo Tarencio: “Nada de lo humano lo considera ajeno a mí”.
Devela la relación del hombre con la naturaleza, en este caso el río epicentro de diversas actividades en la vida de sus habitantes desde la comercial hasta la cultural. De esa forma, una composición en el género del vals, deviene en crónica menuda de un acaecer en la vida de un hombre con inclinación artística.
La corriente del río con su ciclo que ata al hombre a las leyes de la física, pues ésta no se repite y por eso ciertamente nos bañamos en él una sola vez. Es ese río que le arrebata a la mujer amada con la que procrea tres hijos. La impotencia ante no poder controlar su poder físico o marchar triste al malecón a recordar la compañera simbolizada en una flor que se lleva la corriente.
Así pues, en 1995, en la ocasión de cumplirse 25 años de la fundación del grupo Serenata Guyanesa, Iván Pérez Rossi se propone grabar el tema en un disco de 33 revoluciones por minuto. Pero, es necesario hacerle modificaciones por lo fuerte de la letra en la que se hace alusión a un hecho trágico como el suicidio. SE trata de ablandarlo para hacerla más digerible y grato al público en la voz de Francisco Pacheco.
Por lo que la composición original fue objeto de algunos cambios, pero que en esencia no la alteraron. Uno de los versos suprimidos dice así: “La quise tocar, la quise abrazar/ Más sería un suicidio en mí”.
Hechas las modificaciones la letra de la canción quedó así:
Paseando una vez
Por el malecón
Extasiado me quedé
Al ver una flor
Perfumando al río.
Era angelical
Como el azahar
Y corría y corría,
Cruzando el horizonte
Se perdía.
La quise tocar
La quise abrazar
Quise amarla como a tí
-Ni que fuera un mago
Para contener
La fuerza del río-,
Y se fue ocultando
Y se fue marchando
Luego desapareció,
Pasaron los años
Y el arcano tiempo
La alejó de mí;
Por eso en mis sueños
Cuando te recuerdo
Triste voy al malecón,
Para ver si el río
Cambia la corriente
Y vuelvo a ver mi flor.
A los 73 años del año 2000, agobiado por la pena, fallece Manuel Yánez con la satisfacción de que su canción Viajera del Río ha sido versionada por varios centenares de vocalistas en Venezuela y el mundo. Llevada también a una diversidad de géneros, entre estos el pop latino. Y, la que permanece en el olvido, por los intereses del mercado comercial del disco, la de aquella colegiala que la cantó por primera vez en un acto cultural de su colegio en Ciudad Bolívar.
Manuel Yáez, un hombre aprovisionado de una inmensa energía espiritual y sensibilidad para de esa manera volar muy alto en contra de las adversidades de la vida.
Es de esas canciones que llegan al alma similar al canto de un serafín.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: @freddytorreal11