La pintura ingenua en Venezuela tiene sus máximos representantes en Bárbaro Rivas, Federico Sandoval, Víctor Millán, Feliciano Caravallo y la merideña Carmen Sánchez, vinculada a Barquisimeto por su ahijada la profesora Concepción Bastidas.
En el Barquisimeto contemporáneo uno de sus exponentes es Arévalo Rodríguez educador, operador técnico y locutor de Radio Universo en la década de 1970. Además dueño de una sensibilidad artística que lo hace un titiritero de los mejores en extinción y actor.
La modalidad del pintor la encausa por la corriente del arte ingenuo que muy pocos cultivan hoy más el figurativo. Por lo que ostenta una obra en la que evidencia su capacidad para la estética visual.
Por lo que Rodríguez se desliza por los cánonesde lo puramente intuitivo, espontáneo y esquemático propio de esta escuela.
En sus obras no hay mayor preocupación por los tecnicismos plásticos lo cual no significa descuido sino más bien la práctica de una corriente al margen de esas búsquedas.
Es arte desde las instancias de lo más simple muy parecido a lo folclórico distante de lo académico cuando por supuesto lo genera la gente de los bajos estratos sociales.
El suyo es un dibujo elementa sin vanas pretensiones acorde con este género. Mientras que la coloración de sus cuadros luce vibrante con propensión a las tonalidades frías para transmitir la sensación de tranquilidad. Vale decir, que esa es su estética.
El pintor sencillo que nos deja su deliberado mensaje del artista que se plantea patentizar la realidad que lo circunda. Con lo cual confirma su condición de profesador de esta expresión del arte. Pero estamos ante una narrativa plástica repleta de un marcado colorido y gracia.
Sus figuras son rígidas sin estilización casi siempre diminutas en estado solitarias, como la estrambótica mujer con una carga de erotismo aunado a estados de desolación por lo amplio de la panorámica.
El río lo pigmenta con un color ceniza que nos remite a nuestro río Turbio pasto de la contaminación causada por la irresponsabilidad humana.
Grafica unos cerros triangulares pero cercanos con unos exiguos colores. En algunas de estas obras reitera apenas la cúpula de una iglesia, como si quisiera ocultar la estructura arquitectónica, en lugar de mostrar su totalidad. ¿O, acaso estamos ante un mensaje en clave?
La fe religiosa aparece en las producciones de un hombre de vida confesional sin atisbos de contestatario apegado a la fe religiosa. En tal sentido, tiene una serie de corte religioso que denomina Cristiana en la cual se torna redundante con la presencia femenina.
De esa manera, no resulta nada sorprendente que sus creaciones estén exentas de perspectiva lindando casi en lo caricaturesco pero arte al fin y al cabo.
Son las coordenadas de los indescifrables misterios en la vida del hombre. Así registra una profusión de crucifijos, velas, rosarios y cruces con rasgos de ritual.
Entre las características de sus cuadros tenemos la visualización de un mundo de apacibles imágenes que definen parte de su estilo. Es un pintor de motivos cotidianos empeñado en un arte concreto que produce sorpresa y simpatía.
Se trata de un arte, a nuestro parecer, con la virtud de sumergirnos en aquellos años de la infancia. Tiempo cuando en la escuela pintábamos casitas y barquitos en el cuaderno vigilados por aquellas inolvidables maestras, como las hermanas Gema y Lucía Torres en su colegio San Antonio en El Manteco.
Con Arévalo Rodríguez asistimos al hallazgo del artista en los extramuros de las manifestaciones en boga de la plástica actual. Un ingenuo y figurativo a todo dar y fuera de serie.
Freddy Torrealba Z.
Twitter: @freddytorreal11