Oleadas de cinéfilos vestidos de rosa posaron junto a palmeras de cartón en el frenético primer día de “Barbenheimer”.
Después de la expectativa impulsada por una nube de memes, el día más esperado en el calendario cinematográfico del año finalmente llegó cuando “Barbie” y “Oppenheimer”, dos películas opuestas unidas por el destino del marketing cruzado, aterrizaron en los cines.
Pero muchos acudirán para ver ambas películas el fin de semana de apertura. La Asociación Nacional de Propietarios de Cines dice que unos 200.000 cinéfilos en Estados Unidos y Canadá han reservado entradas para el mismo día para ambas películas. Resultó que la película del verano no fue “Indiana Jones” o “The Flash”, sino una doble función.
“No creo haber visto nada como esto”, dice Michael O’Leary, presidente de la asociación de cines, quien comparó el fenómeno con una gira de conciertos de Taylor Swift con entradas agotadas. “Pero si bien ese es un evento especial increíble que capta la atención cultural, no es accesible para todos como lo son estas dos películas. Este es un fenómeno abierto a todos, sin importar dónde vivan”.
Para el viernes 21 de julio, ya estaba claro que “Barbenheimer” se había transformado en el evento cinematográfico del año. La colisión de la brillante sátira de la muñeca de Mattel de Greta Gerwig y la obra de tres horas de Christopher Nolan sobre J. Robert Oppenheimer, el llamado padre de la bomba atómica, no estaba canibalizando la venta de boletos de alguna de las dos, sino que alimenta la emoción de uno de los fines de semana de cine más esquizofrénicos y con choques de colores más marcados.