La elección presidencial se encamina con una campaña intensa y áspera

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A juzgar por los feroces choques entre los candidatos a la presidencia de Venezuela cuando el féretro de Hugo Chávez aún estaba en capilla ardiente, los venezolanos deberán prepararse para unos candentes 10 días de campaña.

La carrera que inicia oficialmente el martes para la segunda votación nacional en seis meses enfrentará a un chavismo que por primera vez se medirá sin su fundador y mentor, contra una oposición que vuelve a competir unida detrás de la misma carta con la que perdió contra Chávez en octubre del 2012.

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Muchas cosas han cambiado desde entonces.

Nicolás Maduro, heredero político de Chávez y presidente interino, mantiene en alto la misma consigna de llevar la «revolución socialista» a un punto de no retorno, pero le agregó una impronta personal que abunda en mensajes espirituales. Se persigna en nombre de Chávez, reza, llora y hasta le pide fuerzas.

A la hora de referirse a su rival, el gobernador Henrique Capriles, Maduro replica la tónica de su «padre» -como lo llama- y lo insulta, desestima su capacidad y asegura que es un «burgués» listo para echar por la borda los programas sociales del líder izquierdista fallecido.

En la otra esquina del ring, Capriles enterró la moderación con la que compitió antes contra un Chávez que aún estando enfermo hizo valer su condición de peso pesado de la política venezolana, que dominó desde fines de la década de 1990.

En esa pugna, el gobernador de 40 años prefirió morderse los labios cada vez que le decían «majunche» -mediocre- antes que enfrascarse directamente con un Chávez que venía de someterse a duros tratamientos contra un cáncer que terminó arrebatándole la vida el 5 de marzo.

La estrategia de la moderación no le alcanzó y quedó 11 puntos porcentuales detrás del oficialismo. Pero la oposición logró su mejor desempeño en años con 6,6 millones de votos. Y ahora, ha decidido mostrar los dientes.

«La campaña de Capriles en el pasado era una campaña de planteamiento de una alternativa, moderna pero completamente respetuosa de Chávez, sin atacarlo, sin enfrentarlo. Aquí en cambio es dura, agresiva», observó Luis Vicente León, director de Datanálisis, a Reuters.

Consciente de que tiene en sus manos otra oportunidad dorada, Capriles se ocupa de bajar a Maduro al ruedo y retarlo con una irreverencia muy alejada de su postura anterior.

 Oficialismo adelante

En la antesala de la carrera para los comicios del 14 de abril -una brevísima campaña que será la más corta de la historia de Venezuela-, ninguno de los bandos esperó el lanzamiento oficial para salir a recorrer el país.

Al igual que en el 2012, el chavismo arranca a la cabeza. Cuatro encuestas reveladas en marzo mostraban a Maduro liderando ampliamente la intención de voto por más de 10 puntos.

Remontar esos números representa una tarea titánica para el líder de una oposición de centro, que dos meses después de perder con Chávez logró retener la gobernación del estratégico estado Miranda, uno de los pocos que ganó la oposición en medio de la arrasadora victoria del Gobierno.

Analistas afirman que Maduro se beneficiará del halo de sentimentalismo que dejó la muerte de Chávez, de estar ejerciendo como presidente interino y de encabezar un Gobierno con ingentes recursos en una nación que alberga las mayores reservas de petróleo del mundo.

Además de retar a Maduro, Capriles debe enfrentar al «fantasma de Chávez», una figura adorada con fervor religioso por millones de venezolanos. Pero algunos creen que su ausencia permite golpear con mayor facilidad a un entorno que perdió su principal «parachoques».

   «Nicolás no es Chávez»

En el cruce verbal, que comenzó aún cuando millones de venezolanos y decenas de jefes de Estado desfilaban frente al ataúd de Chávez, oficialismo y oposición no se han dado tregua.

Capriles le restriega a Maduro que está lejos de parecerse a Chávez y que encabeza un «entorno nefasto, incompetente, corrupto».

«Las imitaciones malas no van para ningún lado», dijo recientemente Capriles, quien se define como un admirador del modelo brasileño pro mercado pero con inclusión social y ha prometido hacer más eficientes algunos de los programas que arrancó Chávez.

El candidato opositor acusa a su rival de ser responsable de un «paquetazo» que incluyó dos devaluaciones del bolívar en menos de 60 días, mientras el país lucha contra una de las inflaciones más altas del mundo, y le recuerda otros problemas crónicos, como la extendida delincuencia en una nación donde la tasa de homicidios duplica a la registrada en México.

En una campaña plagada de golpes bajos, el bando oficialista tampoco se quedó atrás y lanzó artillería pesada: llama a Capriles «nauseabundo», «fascista», «miserable» y hasta calificó a la oposición como «herederos de Hitler».

El propio Maduro levantó señalamientos sobre la condición sexual de su contendor. «El señorito de los apellidos de alcurnia». «Yo sí tengo mujer, oyeron, a mí me gustan las mujeres», dijo abrazando a su pareja, Cilia Flores, durante el multitudinario evento que siguió a su inscripción electoral.

Tras casi dos años en vilo por la enfermedad de su presidente, Venezuela se prepara ahora para su primera elección post Chávez, un hombre cuya sola mención divide las aguas entre quienes lo elevan llamándolo «comandante presidente» y quienes consideran que fue un autócrata puro y duro.

Foto: Archivo

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