El caso de la enfermera que se encadenó el miércoles pasado en la puerta del servicio de psiquiatría de agudos, del Hospital Universitario Luis Gómez López, pica y se extiende.
Carmen Barradas, enfermera con 31 años de servicio en esta institución de salud, a sólo tres años de jubilarse, visitó la redacción del diario EL IMPULSO para ofrecer su versión de los hechos.
“El lunes 4 de febrero fue cuando se suscitaron los hechos. Yo siempre he llegado más temprano del horario en el cual laboro. Ese día llegué a las 6:00 de la mañana y a las 7:00, cuando tocaba la entrega del turno, la enfermera Mayra Angulo me dijo que recibiera, pero yo no quise porque somos dos en cada turno, y no estaba el otro enfermero en ese momento”, relató Barradas.
Dijo que ha compartido con esta compañera de trabajo, incluso fuera de la institución, en comidas familiares, viajes a la playa, entre otras actividades. Al continuar su relato, mencionó que la enfermera Angulo se alteró y empezó a proferir groserías en su contra el 2 de febrero.
“Tenía un manojo de llaves en la mano y con este me agredió en el cuello. Mi otro compañero trató de ayudarme, pero no pudo hacer mucho. De hecho, el manojo de llaves se partió en dos”, expresó.
Al salir de allí acudió a la supervisión de enfermería, en donde -según sus palabras- no le prestaron atención. “Me fui hasta el servicio de cardiología, donde estuve hospitalizada por cuatro horas. Tengo las fotos de la agresión, después de allí fui a poner la denuncia en el Cicpc y un médico forense levantó el informe. Aquí están las pruebas”, señaló.
Indicó que deallí se dirigió a una clínica privada, en donde levantaron un informe médico de lo sucedido, que coincide con lo dicho por la doctora que la atendió en el mismo hospital.
A pesar de esto, nunca pidió reposo y esa misma noche fue a trabajar en una guardia que estaba vacante, pues hay déficit de personal de enfermería. Explicó que 18 días después, el 20 de febrero fue cuando la llamaron de personal, donde primero alabaron su responsabilidad y labor, pero le indicaron que debía aceptar el cambio de servicio.
“El problema no es el cambio de servicio, sino la injusticia, porque fui yo la agredida, no tengo porque ser sancionada. A la semana del percance fue cuando la enfermera Angulo fue a poner una denuncia en mi contra, cuando yo ni siquiera la toqué. Soy una mujer diabética, con una luxación en el hombro”, detalló.
Según lo explicado por la enfermera Barradas, existe una componenda en su contra, porque desde el 20 de febrero, cuando le indicaron del cambio ha sido maltratada por las supervisoras de enfermería y también por una doctora que no la quiso atender ese día, cuando de nuevo presentó malestar de hipertensión arterial y taquicardia.
“El día que me encandené estaba en psiquiatría la enfermera Angulo, quien supuestamente debería estar en cardiología. Y lo que hacía era burlarse de mí, como lo hizo la doctora que me decía: lo tuyo es de psiquiatría; sin ni siquiera examinarme”, dijo. Mencionó que la investigación ahora se encuentra en Fiscalía, y llegarán hasta el final para lograr aclarar la situación.