En un estanque superficial de aguas servidas se ha convertido la avenida Argimiro Bracamonte con Venezuela, lugar donde se registra un colapso de cloacas que durante días ha generado fuerte malestar en usuarios del transporte público que transita por la zona, así como aquellos que trabajan justo en ese punto.
En detalle, pregoneros, vendedores informales, peatones, conductores particulares y transportistas no disimulan el malestar que ocasiona la corriente que emana olores podridos.
Hay precedentes del mismo hecho en la zona. El año pasado, específicamente en septiembre, vecinos del sector pidieron el reparo de cloacas entendiendo que por las bocas de visita presentaba signos de colapso.
“Como miembros del consejo comunal del sector aseguro que hemos llamado a Hidrolara para que arreglen este problema definitivamente, sin embargo sólo ponen pañitos de agua tibia. Efectivamente nos explicaron que hay que hacer un trabajo amplio pero cuánto más hay que esperar para que lo ejecuten”, explicó Marlene Montes de Oca, vecina del sector, quien estableció contacto con EL IMPULSO.
En efecto, el ingeniero Pedro Sánchez, gerente de proyecto de la hidrológica de Lara, en su momento mencionó que el área requiere sustitución de tubería.
“No es sólo detener el colapso, sino que hay trabajos, como este en particular, que amerita la elaboración de un proyecto y más adelante la ejecución de éste, en caso de contar con todos los recursos.
No es tanto la sustitución en sí, sino el personal que necesitamos, la maquinaria y por supuesto el material”.
Locales y usuarios afectados
En tanto, Montes de Oca explicó que los más afectados son los que trabajan en la bomba que está justo frente a la Flor de Venezuela.
“El agua sucia pasa justo por su espacio de trabajo. Es verdaderamente repugnante y en nombre de estas personas que todos los días llegan a esa esquina de la Venezuela con Bracamonte, pedimos a Hidrolara que solvente esta situación de inmediato.
Si no se resuelve pronto, comenzará a afectar a los centros comerciales. No aguantamos el olor. Yo vivo en un segundo piso de los edificios que están cerca de Imeca y al mediodía llega la fetidez”.
La corriente se extiende unos 50 metros y advierte con seguir extendiéndose, dejando a su paso pestilencia y ganando la incomodidad de los vecinos.