#Opinión: Ley gravitacional de la cultura Por: Luis Barragán

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El Proyecto de Ley Orgánica de la Cultura, por tercer año consecutivo, entra en la agenda prioritaria de la respectiva Comisión Permanente y, por ende, de la Asamblea Nacional. Para honrar una deuda pendiente, será necesario considerar, consultar y debatir una materia que tan íntimamente atañe y explica la existencia humana en el planeta y, particularmente, en este rincón, susceptible de perspectivas y criterios encontrados que aconsejan un sano y convincente esfuerzo de ponderación y equilibrio.

Por distintas razones, ha tardado la aprobación del Proyecto en la Comisión, aunque no impidió que el equipo técnico aportara sus observaciones y fuesen oportunamente apreciadas por los parlamentarios. E, incluso, la bancada democrática de la oposición, planteó una fundamentada contrapropuesta que, ahora, mejorada, ayudará a enriquecer la discusión. Sin embargo, deseamos llamar la atención sobre tres rápidos aspectos.
Valga el pleonasmo, por una parte, nada tan radicalmente humano como la cultura, por lo que el mismo planteamiento de un instrumento legal ha de ocupar la atención de todos los venezolanos, pues, a la postre, luce tanto o más decisiva que otras materias pertenecientes al campo administrativo, económico, laboral, ambiental, etc. Materia que no es asunto exclusivo de letrados e iluminados, pues, en lo personal, adscritos al humanismo cristiano, la cultura ha de fundarse en principios como el de la libertad liberadora y el destino universal de los bienes, orientados a la creación de una sociedad libre y democrática, de derechos humanos y calidad de vida, con equidad social y desarrollo sustentable.

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Es necesario, por otra parte, un instrumento legal que, fundado en el artículo 2 constitucional, permita concebir, diseñar, implementar, y perfeccionar sendas políticas públicas culturales soportadas por la sensatez, aunque el término, en sí mismo, admite la polémica. A modo de ilustración, resulta tan indispensable la orgullosa preservación de nuestras tradiciones, como la de una urgente industrialización cultural que pueda hacerse fiel manifestación de la responsable y libre imaginación de los venezolanos, reconociendo todo su peso gravitacional.

Por consiguiente, para finalizar, la propuesta legal merece el activo interés de todas las fuerzas y corrientes sociales y políticas, comenzando por el tratamiento que tengan a bien dispensar los medios de comunicación social, sin excepción. Más de las veces, los ocupa una banal controversia y, aunque están en la respetable libertad de hacerlo, después suelen lamentarse de sus omisiones, adivinando la culpa en los demás.

Posteriormente, habrá ocasión para fijar posturas concretas sobre el proyecto de marras, en el curso de un debate que – ojalá – sea de un cabal ejercicio pedagógico y ciudadano. Hablamos de una propuesta que no ha de temer al disenso, al fin y al cabo, clave del sentido creador tan inherente a la persona humana.

@luisbarraganj

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