El primer ensayo de elecciones políticas en Venezuela propiamente dichas, las promovió Acción Democrática en 1977, a pesar de sus reservas con ellas. Luis Piñerúa Ordaz y Jaime Lusinchi compitieron ganando el primero, mientras el segundo trabajo para su triunfo, cuya derrota es harina de otro costal. A partir de entonces, politólogos y sociólogos recomendaron su implementación como modo, de una exigida participación ciudadana. Algunas organizaciones políticas impondrán diferentes modalidades que terminarían desconociendo al ganador. Rafael Caldera es el más recordado, al desconocer a su contendor Eduardo Fernández, obstaculizando el natural relevo generacional. La misma Acción Democrática se inventaría unos Colegios Electorales, contrarios a la inicial propuesta, que beneficiaría a Carlos Andrés Pérez y a partir de 1988, ningún dirigente político hablaría de las «primarias» a pesar de la insistencia de sus estudiosos siendo desoídos. Los candidatos presidenciales Rafael Caldera, Hugo Chávez y en los sucesivos, serían electos por acuerdos dirigenciales y letra muerta ha resultado el constitucional principio de una democracia «participativa y protagónica» y el muy puntual precepto 67 que reza:
«Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de asociarse con fines políticos y métodos democráticos de organización, funcionamiento y dirección. Sus organismos de dirección y sus candidatos y candidatas a cargos de elección popular serán seleccionados seleccionadas en elecciones internas con la participación de sus integrantes”
Pues bien, ante el desprestigio de los partidos políticos desde el mismo proceso Constituyente, sus jefes se integrarían a una «Coordinadora Democrática» luego a una «Mesa de Unidad Democrática» hoy, en un «G4» para tapar sus inmundicias, negándose a sí mismos, convocando unas «primarias» entre nombres quizás, poco conocidos en sus propias casas, porque esas candidaturas no surgieron de consultas internas a tenor, de la muy Bolivariana Constitución y justo a ello, cuándo las encuestas revelan, como el descontento hacia sus partidos está por encima del 80% para lo cual, no es de extrañar algún perverso plan «B» ante los «favores recibidos» por el régimen, que tiene la vista puesta en la legalidad de las mismas, más para su saboteo y el chantaje, porqué resulta que tampoco han consultado a sus militantes por lo tanto, ¿dónde ha sido electo su candidato? Entonces ¿quién ha liquidado a los partidos políticos? sino sus propios líderes, convertidos en «jefes de clientelas» y a espaldas del ideales y de la dignidad de sus militantes, por lo que está planteado su rescate con «primarias» para todos los cargos de elección popular.
Agreguemos ahora, el salpicado ingrediente de la concertada renuncia, de los integrantes del Consejo Nacional Electoral y la no menos cobarde, de quienes no lo habían hecho, todo junto, lo que indica, una confusión de intereses de consecuencias impredecibles, jugándose con la explosiva crisis del pais y desespero del pueblo, que debe declararse en estado de alarma, ante el nerviosismo del oficialismo y oposición con sus excepciones, porque pareciera, que lo que está en juego es el viejo cuento del «gallo pelón» ¿Quieres que te lo cuente?
Jorge Ramos Guerra