Ventana abierta La Ley de Dios y la Ley del Trabajo

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Valga la comparación: La Ley de Dios, sería como el sol y las demás leyes, como planetas y satélites, entre otros, que reflejan la luz del astro rey; es decir, cualquier ley que se plantee en el mundo y no tome en cuenta a la Ley de Dios, tiende a generar errores o puede llevar al fracaso.
Cuando Dios escribió los Diez mandamientos, lo hizo a través del pueblo Hebreo; por cierto, este pueblo fue citado acertadamente, por el periodista José Ángel Ocanto, el domingo 06 de Mayo de los corrientes, en su interesante escrito de “Campana en el Desierto”, donde habló de la controvertida salud del Presidente y citó al pueblo de Israel.
Ese pueblo, no tenía calendario como los conocemos hoy, pero Dios les dijo que se acordaran del “sábado (el séptimo día) para santificarlo” y no solo pedía que respetaran el sábado, sino que les ordenaba, o les indicaba que podían trabajar seis días a la semana. Por ello dice el verso: “Seis días trabajarás y harás toda tu obra”; son seis días para hacer cualquiera actividad propia o particular: Leer libros, estudiar, planchar, cocinar, vender, aún pasear, y toda la gama de trabajos lícitos que existan.
Para este tiempo, es un poco aventurado hablar de la Ley del Trabajo, aún ya firmada, porque no se sabe cuando va a salir en Gaceta Oficial, y tal vez le hagan ciertos ajustes. Sin embargo, algunos medios de comunicación o particulares, como el caso del blogspot, de “Ingeniería eléctrica y tecnología”, resaltan, entre otros aspectos: “La jornada laboral baja de 44 a 40 horas diurnas a la semana. El trabajador tiene derecho a dos días consecutivos libres. Sábado y Domingo son días no laborables.” (<http://fidelsmc.blogspot.com/2012/05/>;nueva-ley-orgánica-de trabajo-2012.html).
¡Que maravilla! ¡En hora buena! Cuando algunas personas, por razones religiosas no podíamos o podemos trabajar los sábados. De acuerdo a la nueva Ley del Trabajo, la mayoría de los trabajadores podrán disfrutar, disponer del sábado, del séptimo día, para dedicárselo a Dios, ir a la iglesia, estudiar su Palabra, compartir con la familia, hacer el bien, visitar enfermos, pero menos trabajar para “ganarse el sustento”.
Por experiencia propia, si nos hubiese tocado trabajar seis días a la semana, lo hubiéramos hecho con mucho gusto, pero menos trabajar los sábados; lo decimos, porque laboramos bajo la normativa del Sistema Educativo venezolano, y gracias a Dios, como todos sabemos, se trabaja de Lunes a Viernes y las veces, que el Ministerio de Educación quiso que trabajáramos los sábados, con el fin de recuperar clases perdidas y como Adventista del Séptimo Día, siempre estuvimos dispuestos a recuperar clases los domingos u horas extras cada día, con tal de no violar el mandato de trabajar en sábado; eso lo dejamos bien claro, asentado y legalmente respaldado ante las autoridades del momento.
Igualmente acotamos, que los adventistas no somos los únicos en observar el sábado como día de descanso: Hay Bautistas del Séptimo día, los Judíos, algunos hermanos Católicos Apostólicos Romanos, que creen en esto, y otros tantos que habrá en el mundo, quienes respetan el día sábado, porque lo han leído en la Biblia.
Es decir, son muy pocos los trabajos que por costumbre o decreto no se trabaja en sábado. Como apuntamos, el Sistema Educativo es uno de ellos. También se une a esto que desde 1921, por influencias mundiales o internacionales en lo político-religioso, la Organización Internacional del Trabajo, OIT, realizó el convenio Nº 14, sobre el descanso semanal y el domingo se oficializó en día feriado o libre. Con el tiempo, algunas empresas privadas han hecho caso omiso del asunto y más bien trabajan de domingo a domingo.
Esto último, no es lo que pide Dios. Por más recesión que haya en un país, con un horario de trabajo sin descansar, sería como dirigir a la nación al precipicio de la enfermedad, cansancio y muertes prematuras. No hay nada mejor que estar bien con Dios y hacerle caso en descansar un día a la semana, pero no cualquier día, sino el día que Él dispuso que guardásemos. En tal sentido, el profeta nos insta a hacer la voluntad de Dios y no la nuestra, andando en nuestros propios caminos, en el día de reposo (sábado). (Ver: Isaías 58:13,14).
De acuerdo con lo planteado, la Ley de Dios y la Ley del Trabajo están en concordancia. Si ésta última se publica y la primera se reconoce, en este u otro gobierno, permitirá que todo el que quiera guardar el sábado, podrá hacerlo libremente, pero no para dedicarlo a lavar, planchar, comprar o vender, como dijimos antes, sino para Alabar a Dios. Bien dijo Jesús: “Porque el Hijo del Hombre (refiriéndose al Él mismo) es Señor del sábado” (Mateo 12:8). Con ello, demostró la autoridad que tenía para decir: Que ir a la iglesia, sanar, comer, descansar del trabajo diario, era lícito hacerlo en sábado y que no estaba haciendo su voluntad, sino la de Dios, su Padre.

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