Me es placentero y, a la vez dignificante al pronunciarme en este prestigioso diario EL IMPULSO, con aplomo y sindéresis, para que su intermedio hacer gala de un acontecimiento diríamos de trascendencia universal, el cual nos motiva y, por supuesto nos estimula profundamente por lo meritorio del mismo, por cuanto ahí, todos los latinoamericanos nos sentimos contentos y orgullosos, en la más íntimo de nuestro ser, como es, el de recibir y acoger con beneplácito, a nuestro representante de la iglesia universal, el Papa Francisco en la América Latina.
En síntesis, representa él lo más granado y, aquilatadas virtudes, a nivel espiritual, sociocultural e intelectual respectivamente; cuyas ejecutorías han sido, son y serán, factor determinante para las grandes reformas y realizaciones en el acontecer de su doctrina sagrada para humanizar.
He ahí donde principalmente los pueblos de habla hispana nos congratulamos, por lo que ello representa para nuestra América.
Un fulgor que enaltece a Latinoamérica
Jesuita es, en compañía de Jesús resplandeciente,
Originaria ésta, por San Ignacio de Loyola
Resurgimiento de la fe a cada instante
Generando amor y en el mundo y en el continente
Excelentísimo Papa, cuan hombre tan humano
Bendecido por la gracia del Todopoderoso
Ejemplo vivo para todo un conglomerado
Recibiendo con alegría y beneplácito a un latinoamericano
Gobierno de Cristo aquí, que nos ennoblece
Orientándonos con su verbo ético y sagrado
Garante de lo mas nítido y fervoroso,
Luz perpetua que brilla por doquier
Insignia que dignifca con fervor,
Ostentando con fidelidad, lo fecundo y hermoso