Con una Biblia en la mano al comienzo de la Semana Santa, la costurera María Muñoz aguardaba pacientemente visitar la tumba del hombre al que considera otro salvador de la humanidad.
La mujer de 64 años dijo que ya convirtió su humilde hogar de un solo dormitorio en un santuario dedicado al fallecido presidente Hugo Chávez, con bustos, fotos y tazas de café con su imagen estampada. Ahora, agregó, su cuñado está buscando una casa más grande para exhibir numerosas reliquias de Chávez que su familia recolectó durante la carrera política del líder.
“Nos salvó de tantos políticos que vinieron de atrás» dijo Muñoz con lágrimas en los ojos. “Nos salvó de todo».
Los incondicionales de Chávez lo consideraban una leyenda viviente a la par del libertador Simón Bolívar mucho antes de su muerte el 5 de marzo a causa de un cáncer. En las escasas tres semanas que han pasado desde entonces, Chávez ha ascendido a condición de divinidad en este país profundamente católico mientras el gobierno y los chavistas elaboran una mitología religiosa en torno de su persona antes de las elecciones del 14 de abril para elegir nuevo presidente.
El sucesor escogido por el mismo Chávez, Nicolás Maduro, ha puesto el ejemplo, llamando repetidas veces al extinto presidente como «el Cristo Redentor de las Américas» y describiendo a los chavistas, incluido él mismo, como «apóstoles».
Maduro fue todavía más allá después que el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fue elegido papa este mes. Maduro dijo que Chávez le había aconsejado a Jesucristo en el paraíso que había llegado la hora de tener un pontífice sudamericano.
El gobierno de Maduro difunde avisos en la televisión estatal que comparan a Chávez con héroes muy venerados como Bolívar y coloca numerosos carteles por toda la capital que muestran la imagen de Chávez y el mensaje «De tus manos brota la lluvia de la vida».
«El presidente Chávez está en el cielo», dijo Maduro en un mitin el 16 de marzo en el barrio pobre de Catia, en Caracas. «No tengo ninguna duda de que si algún hombre que ha pasado por esta Tierra hizo los méritos suficientes para que el Cristo Redentor le diera un puesto a su lado, este fue nuestro redentor libertador del siglo XXI, el comandante Hugo Chávez».
Los chavistas como Muñoz han llenado Venezuela con murales, carteles e imágenes que muestran a Chávez en poses de santidad rodeado de cruces, cuentas de rosario y otros símbolos religiosos.
Un afiche en venta en el centro de Caracas muestra a Chávez sosteniendo una cruz de oro en la mano junto a una frase del Libro de Josué: «Camarada, no temas ni desmayes. Yo estaré contigo cada instante de tu vida». El original en la Biblia dice «El Señor tu Dios», y no «Yo», acompañará a la Humanidad a cada instante.
El líder fallecido había alentado ese tratamiento a medida que impulsaba un elaborado culto a su personalidad y envolvía en mito su propio ascenso al poder, dijo Carolina Acosta Alzuru, profesora venezolana de estudios sobre los medios en la Universidad de Georgia.
Agregó que los sucesores de Chávez esperan que la promoción de esta mitología pueda impulsar la candidatura presidencial de Maduro, que se ha basado casi totalmente en promesas de mantener el legado de Chávez. El candidato de oposición, el gobernador Henrique Capriles, responde que Maduro no es Chávez y destaca los problemas que el mandatario heredó, los cuales incluyen la creciente delincuencia y la inflación.
“Está acelerando la mitificación», dijo Acosta Alzuru sobre el gobierno. «A veces pienso que la política venezolana se ha convertido en una gran Iglesia. A veces pienso que se ha convertido en un gran mausoleo».
La maestra Geraldine Escalona opinó que Chávez sirvió a un propósito divino durante sus 58 años sobre la Tierra, entre los que están la promoción de viviendas libres y programas educativos, así como la causa de la unidad latinoamericana.
“Dios lo usó por esto, para unificar nuestro país y América Latina. Yo lo vi como un tipo de Dios», agregó.
Esa retórica ha disgustado a algunos líderes religiosos y le ha valido el reproche del máximo dignatario de la Iglesia católica venezolana, el cardenal Jorge Urosa Savino, en vísperas de Pascua.
“No se puede igualar a ningún héroe o líder humano o ningún gobernante con Jesucristo», advirtió el prelado. «No podemos igualar la esfera sobrenatural y religiosa a la natural, terrenal y sociopolítica».
Chávez solía chocar frecuentemente con la Iglesia venezolana, que a veces acusaba al líder socialista de ser cada vez más autoritario. Chávez describía a Cristo como socialista y criticó severamente al cardenal Urosa, bajo el argumento de que confundió al Vaticano con advertencias de que Venezuela estaba enfilándose hacia una dictadura.
A la salida esta semana de un templo en las afueras de Caracas, Lizbeth Colmenares atacó a políticos de ambos bandos por usar lenguaje insultante en la campaña, en particular durante la Semana Santa.
«Ellos no están siguiendo las palabras de Cristo», dijo Colmenares, una jubilada de 67 años que sostenía hojas de palma entretejidas en forma de cruz por el Domingo de Ramos. «Deberían tener más humildad y no deberían estar atacando uno al otro de esa manera».
Por supuesto, la política y la religión han estado mezclados desde hace mucho tiempo en Latinoamérica, empezando por la conquista del Nuevo Mundo, que el escritor mexicano Carlos Fuentes dijo que se llevó a cabo «entre la espada y la cruz».
En el siglo XX, la primera dama argentina Eva Perón ayudó a que se iniciara un panteón izquierdista latinoamericano después de su muerte prematura en 1952. Desde entonces se ha convertido en una verdadera santa para millones de personas en su país, y las imágenes de su rostro son exhibidas en hogares y oficinas del gobierno. Al igual que Chávez, Perón era reverenciada como protectora de los pobres y luchadora política.
Chávez vinculó su propio legado con Bolívar, cuyo nombre invocaba incesantemente, y pronunció cientos de discursos con el retrato del prócer visible detrás de su hombro. Chávez rebautizó al país como «República Bolivariana de Venezuela» y ordenó la construcción de un gran mausoleo para los restos de Bolívar.
Un cortometraje difundido reiteradamente este mes por la televisión estatal deja en claro que Chávez ya se ha convertido en un santo político para millones de personas. Lo muestra después de su muerte caminando por los llanos del oeste de Venezuela donde pasó su infancia antes de encontrarse con Perón y Bolívar, así como el presidente chileno Salvador Allende y el revolucionario argentino Ernesto «Che» Guevara, estos dos últimos muertos con violencia, entre otros.
“Sabemos que en Argentina tenemos un peronismo que está bien vivo», dijo Acosta Alzuru. «Y hay otros ejemplos en Latinoamérica donde un líder, un caudillo, trata de ser todo para el país. Lo que Maduro y los seguidores de Chávez están haciendo es mantener vivo a Chávez».
Algunos partidarios de Chávez que hacían fila para visitar su tumba en una colina que da a Caracas dijeron que su comandante sigue con ellos en espíritu y que por ese motivo planeaban votar por Maduro, confiados en que Chávez guía sus manos.
Para llegar a la tumba de mármol hay que pasar por una exhibición que celebra la vida y carrera militar de Chávez, con fotos y textos que exaltan su aparentemente inevitable ascenso a la inmortalidad.
“Todavía está vivo», afirmó la enfermera Gisela Averdano, de 52 años. «No está muerto. Para mí, continua por siempre».