La gratitud, es una de las emociones más poderosa que un ser humano puede experimentar.
La gratitud tiene que ver con la educación, pero también con el estado del alma.
Es la sensación de apreciación y agradecimiento por lo que se tiene en la vida incluyendo las personas, los lugares, las cosas y experiencias.
El maravilloso hecho de respirar es de por sí la mayor razón para vivir desde la gratitud.
Sentir gratitud puede tener un impacto positivo en muchas áreas de la vida, como la salud mental, emocional y física.
Estudios han demostrado que las personas que practican la gratitud experimentan menos estrés y ansiedad, tienen más satisfacciones en sus relaciones y mejoran su estado emocional y físico.
No es suficiente simplemente sentir gratitud una vez, sino que debe ser una actitud constante en nuestras vidas.
Una forma efectiva de cultivar la gratitud es dedicar un momento cada día para reflexionar sobre las cosas positivas que han sucedido.
También es importante expresar nuestra gratitud a los demás, con palabras y hechos, porque la gratitud no se debe guardar.
Según la escritora G.B Stern «La gratitud silenciosa no es de mucha utilidad para nadie»
Es fácil sentir gratitud en momentos de felicidad y éxito, pero también es importante reconocer que existen oportunidades para crecer en los momentos difíciles. Es durante esos momentos cuando la gratitud puede ser aún más poderosa ayudándonos a encontrar un propósito y un significado en lo que estamos experimentando.
Debemos agradecer por las personas que nos rodean y por las experiencias que vivimos. Esto hace que nuestra vida sea más plena y feliz.
Sin embargo, hay personas que parecen no tener la capacidad de sentir gratitud, ya sea hacia sus familiares, amigos, o incluso hasta Dios. Son personas desagradecidas que pueden ser una constante de frustración para quienes conviven con ellas.
Las personas desagradecidas suelen tener conductas qué resultan extremadamente egoístas y centradas en sí mismas. Se sienten insatisfechas con lo que tienen y no son capaces de reconocer el esfuerzo que otros hacen por ellas. Siempre están buscando más, sin importar lo que tengan.
Por lo general, suelen proyectar sus frustraciones hacia los demás, convirtiéndose en una especie de «agujero negro» que absorbe todo lo que tiene a su alrededor.
En el caso de personas mal agradecidas dentro de la familia, su conducta puede ser devastadora para quienes las rodean.
En un hogar, es común que exista un intercambio constante de trabajo, afecto y apoyo emocional. Cuando alguien no es capaz de agradecer por lo que recibe, ese equilibrio se rompe y se generan lecciones y conflictos que pueden deteriorar la relación familiar.
Por ejemplo, uno se ha esforzado por conseguir algo que otro miembro de la familia necesita, y este último no agradece el gesto, entonces esa situación puede generar resentimiento y conflictos que se arrastran por mucho tiempo.
En el caso de las amistades, personas desagradecidas pueden ser igual de perjudiciales. Un amigo que no es capaz de agradecer por las cosas que hacemos por el, no solo resulta frustrante, sino que puede afectar nuestra autoestima hacernos sentir poco valorados.
Es importante recordar que no podemos controlar las acciones de los demás, pero sí podemos elegir cómo reaccionamos ante ellas.
En algunas ocasiones, podemos intentar hablar con la persona en cuestión y expresarle cómo nos sentimos ante su conducta.
En última instancia, siempre podemos elegir rodearnos de personas que nos hagan sentir valorados y agradecidos por nuestra presencia en sus vidas.
En resumen las personas desagradecidas pueden ser fuentes de dolor y frustración. Su conducta egoísta puede afectar nuestras relaciones familiares y amistosa de una manera muy negativa.
«La ingratitud es una forma de negar la ayuda recibida y una muestra de falta de respeto hacia el otro»
Anónimo
Natividad Castillo P.
