El mundo sería otro si actuáramos con respeto, amor y tolerancia, pero en estos tiempos tan convulsionados se nos hace difícil entender cuando se ausentan estos valores que ya la gente ni desea cuando se pasa por encima de estos valores y que son la base principal para para una buena convivencia convencerse de que la paz no es solo la ausencia del conflicto sino que debe ser eterna por un mundo feliz, por tal debemos hacer un esfuerzo donde estemos todos incluidos y en busca de estos sentimientos como un renglón de primera necesidad, hacer un esfuerzo y volver a ser ejemplo de familiaridad por medio del buen trato donde nos miremos con cariño, el abrazo sincero de amistad y no la mirada maliciosa y el puño cerrado.
William Faulkner decía que “entre el dolor y la nada, prefiere el dolor”, debemos en nuestro país estar de acuerdo con este pensador, quien y quienes piensan en lo que está pasando en nuestra nación no deben estar preocupados con algunas desagradables noticias que nos atormentan a los que deseamos el bien para todos y somos promotores del éxito y prosperidad que la usamos hacia arriba y no lo contrario como estamos hoy ahorcados, como la ley del embudo y el cúmulo de inconvenientes para el que desea trabajar y proveer.
Quien o que venezolano no va a sentir dolor cuando los estudiosos y analistas catalogan a nuestra nación como el segundo país más triste del planeta, eso será hasta verdad porque es notable ver personas antes muy alegres hoy vistos con un desánimo conmovedor y una apatía nociva, personas con disgustos como el que va a poner una denuncia o tiene un dolor de muela, esto no es nada bueno para nuestra nación porque el que pierde la risa ha aceptado la derrota total, debemos unirnos en función única y urgente para devolver el señorío a nuestra Venezuela y a la gente que regrese su alegría parte de nuestra idiosincrasia y esos análisis que causan preocupación sean anulados con hechos reales y positivos .
Mayor dolor y angustia por nuestra nación cuando leemos las encuestas de analistas inequívocos que los números señalan que nuestro país también es la segunda nación más pobre del mundo, eso no lo podemos aceptar, está comprobado y recomprobado que este es y será siempre el país más rico del planeta, así no los entregó Dios y el mismo Dios nos va a alumbrar el camino para mantenerlo, manejar, conservar y aumentar la riqueza que sea compartida que acabe con el hambre, la miseria, la desnutrición infantil, el abandono de la tercera edad y haya pleno empleo.
Ahora más que nunca el campo es la solución, unidos todos por la paz, la convivencia, el respeto y la prosperidad de nuestro país.
José Gerardo Mendoza Duran