La profesora María de Lourdes Ríos Carmona, mejor conocida como Yuyita, está cumpliendo 80 años y como pedagoga considera que el problema de la educación en el país es una tragedia para las nuevas generaciones porque no están siendo bien preparadas y los educadores son maltratados por el gobierno.
¿Qué siente haber llegado a los 80 años de edad?
Nací en 1943, en plena Guerra Mundial, cuando se produjo el desembarco de los aliados en Sicilia, un año antes de Normandía. Por supuesto, no tengo conciencia de eso porque a esa edad nadie recuerda nada. Era, para mi, impensable vivir tanto. Sin embargo, si eso es lo que Dios dispone, la genética y la biología, es un don placentero. Vivir tanto me ha dado satisfacciones y alegrías familiares, de éxitos profesionales; pero, también de tristezas y preocupaciones.
¿Qué recuerda de su infancia en Caracas?
Yo nací de Cuño en Cuartel San Carlos, en la clínica del doctor Eduardo Fliori Cuello, ilustre médico venezolano e indigenista, que por cierto hablaba 14 idiomas.
Usted habla cinco idiomas: inglés, francés, italiano, alemán y, naturalmente, castellano.
¿Qué la llevó a ser políglota?
Además de conocer la cultura de los países a donde uno viaja es muy triste entenderse por señas o no hacerse entender en lo absoluto. Sobre todo debe conocerse el inglés, qué es idioma universal como lo fue antes el latín. Así se puede defender, por lo menos, en lo básico.
¿Por qué se inclinó por la música?
En mi casa prevalecía la música. Mi abuela, doña Francisca de Carmona, cantaba muy bien y se hacía acompañar por la guitarra, que le gustaba tocar muchísimo. Mi mamá tocaba muy bonito el piano, el cual lo había aprendido en el Colegio de las hermanas de San José de Tarbes, aquí, en Barquisimeto, en el Colegio de la Inmaculada. Y mi papá, era un melómano empedernido. A mi, desde los tres años, me llevaban a los conciertos de la Biblioteca Nacional de Caracas, y me decían: “No se puede mover, ni hacer bulla,” y me encantaba la música. Cuando tenía cinco años me pusieron en las clases de piano con el pianista tachirense Luis Espinel, pero como los pies no me llegaban al suelo, me ponían un banquito para que montara los piecitos y tocara. Él fue el profesor de Judith Jaimes.
A los seis años me pasaron a las clases de Leonor Guevara Núñez, prima de Taormina Guevara Núñez, prima de Taormina Guevara. A los siete años consideró mi papa que debía ir a la Escuela Preparatoria de Música. No se llamaba José Ángel Lamas, que fue la Superior y la Preparatoria Juan Manuel Olivares, porque todavía no tenían esos nombres de ilustres compositores venezolanos. Era la que dirigía Juan Bautista Plaza, muy amigo de papá.
¿Fue Plaza su principal profesor?
El primer maestro de música. Toda la vida lo quise muchísimo. Para que la gente sepa quien fue Juan Bautista Plaza, hay que recordar que se formó como maestro de capilla en la Escuela Pontificia de Música de El Vaticano, se desempeñó como tal y organista en la Catedral de Caracas y él descubrió en los sótanos de la Escuela de Santa Capilla todas las partituras de la música colonial venezolana, como el Popule Meus, famosa pieza que se toca durante la Semana Santa en todas partes; el Himno Nacional, de Vicente Salias; y se dedicó a enseñar todas esas partituras. El fue mi maestro de teoría y solfeo. Y mi primera maestra de piano fue la profesora italiana Olga Mondolfi, quien formó parte de la emigración muy importante de la postguerra . El maestro Sojo para su Escuela Superior y la Sinfónica Venezuela a grandes músicos que estaban saliendo de Europa, porque ésta había quedado en ruinas.
¿Sojo también fue su profesor?
Básicamente mis estudios los hice en la escuela del maestro Plaza, donde también fue profesor Antonio Estévez, el autor de la Cantata Criolla. Después tuve clases de piano con Lina Palenti cuando se fue de regreso Olga Mondolfi. Pero, la parte de estética musical no se daba en la escuela del maestro Plaza sino los miércoles en la Superior de Sojo, quien era un señor muy espigado, de atractivos bigotes que salía a la calle bien enfluzado, con chaleco, sombrero y bastón, e infundía el respeto más grande del mundo.
Yo estudié diez años para ser profesora de piano y en ese tiempo se veían cinco años de estudios de teoría y solfeo, tres de armonía, tres de historia de la música y uno de estética. No es sencillo como puede creerse esa carrera, sino muy compleja y exigente.
Mi cariño y mi afición por la música siempre fue inmenso, pero también por el ballet, que le encantaba a mi mamá.
Me pusieron con la señora Steffy Sctaal que era una austriaca que había traido el Ministerio de Educación cuando éste tenía como titular al maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa. Ella fundó en la Escuela Experimental Venezuela y fue la primera vez que se colocó en el pensum dx olarla gimnasia rítmica, y en esa escuela de ballet estudió Taormina Guevara, Vicente Nebreda, la Nena Coronil. Todo lo que hubo de ballet en Venezuela hasta que llegó el Ballet Teresa Careño, que fundó Vicente Nebreda, fue una evolución moderna, pero todo salió de la escuela de la profesora austriaca.
Yo tuve muchas dudas entre dedicarme al ballet o al piano; pero, en la época que estudiaba las dos especialidades no había mucho campo en Venezuela, para desarrollar la carrera de ballet.
Cuando mamá murió en 1956, viniendo de Nueva York, al estrellarse el avión donde ella viajaba, en el cerro El Ávila, se frustró el proyecto que tenía mi familia de mudarnos a aquella ciudad, para continuar mis estudios de música y ballet, que yo ya había hecho una parte en Nueva York, a donde viajábamos con frecuencia.
¿Estudió el bachillerato en Nueva York?
No, yo lo terminé en el Colegio Nuestra Señora de la Guadalupe, Caracas. Mi formación de kínder y primaria es tarbesiana, pero por los frecuentes viajes a Estados Unidos, yo estudie en San Joseph Academy de Filadelfia. Perdí el cupo en el San José de Tarbes para el bachillerato, pero entré volando en Nuestra Señora de la Guadalupe, de las hermanas franciscanas, donde pasé cinco años maravillosos.
Se casó con el doctor Pablo Chiossone. En la iglesia de San Patricio, en Nueva York, el 18 de diciembre de 1961.
¿Se viene a Barquisimeto?
En 1962 nos vinimos a Barquisimeto y desde entonces tengo más años aquí que los que pueda haber pasado en ninguna parte y por eso barquisimetana.
¿Nunca dejó la música?
Me gradué en una universidad y fui la primera de mi promoción, pero nada de lo que yo he estudiado se puede parecer a lo que es la música: Es un arte y una profesión muy complicado y difícil.
Usted que fue directora del Ateneo de Barquisimeto y directora de Cultura de Lara, ¿Cómo ve la cultura en estos momentos?
En la primera etapa del Ateneo cuando estuvo de presidenta doña Nelly Figueroa de Hammond. En la segunda etapa fue la doctora Ana Teresa Sequera de Ovalles. Y en relación con lo que está pasando en Venezuela, la cultura ha decaído mucho. Hay que recordar el movimiento cultural que hubo desde la década de los cuarenta, cuando venían artistas del mundo entero. Estuvieron Anna Pavlova, que fue la mejor bailarina del orbe; cantó el bajo de opera más famoso Fiodor Chalapian y otros célebres artistas. Hubo exposiciones importantísimas en Caracas y el resto del país. El Ateneo de Barquisimeto tuvo una intensa actividad y aquí estuvieron Alfredo Sadel y Fedora Alemán interpretando El Barbero de Sevilla. Todas las semana había un concierto dominical en la Pío Tamayo.
Semanalmente había conciertos en el auditorio Ambrosio Oropeza. La Compañía Nacional de Teatro presentó obras como Pedro Navaja. Con frecuencia venían Rafael Briceño, José Ignacio Cabrujas y otros connotados intelectuales. La Cinemateca Nacional también se hizo presente. Toda esa actividad se acabó.
Como exdirectora de Educación, ¿qué piensa de lo que está pasando con los educadores que, desde el 9 de enero, están reclamando salarios y reivindicaciones que les ha quitado la Oficina Nacional de Presupuesto?
Gravísimo. En primer lugar porque sobre la base de la educación se desarrolla cualquier
país. Es una injusticia la manera como se está tratando a los educadores en Venezuela. Y en segundo término, el pensum de estudios es deficiente. Y lo más lamentable es como son promovidos de un grado a otro los estudiantes, quienes no son bien preparados y van a tener dificultades para continuar sus estudios, ya que no tienen conocimientos básicos de matemáticas, física, química y hasta de lenguaje. No es posible que esto suceda, pero la realidad es que los profesores se han ido porque no reciben el sueldo que se merecen. Esta es la mayor tragedia para las nuevas generaciones.
¿Cómo ve la ciudad?
Estamos trabajando porque se preserve el patrimonio cultura e histórico, el edificado y el intangible también. En una época Barquisimeto fue la tercera ciudad, ahora no sabemos qué lugar ocupa. Reconozco y no debo ser mezquina en reconocer que el actual alcalde ha tenido la buena voluntad de llamar a la Fundación del Casco Histórico, al decanato de Humanidades de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y hace preguntas relacionadas con la ciudad y de qué se puede hacer para mejorarla. Ojalá nos oiga y haga lo que le conviene a la capital larense.