Como bien decía Carlos Fuentes a principios de este siglo 21 vivimos el final de una Era y el comienzo de otra. No tenemos líderes para la transición pero allí están los temas planetarios que indicarán la agenda global sobre la cual girarán las nuevas tendencias del pensamiento.
Como constatación patética de la afirmación del escritor mexicano podemos observar la dramática contradicción que frente al vertiginoso desarrollo científico y tecnológico de la humanidad tenemos como líderes de mayor significación mundial a personas de notoria puerilidad intelectual y ostensibles problemas conductuales.
Estos líderes parecieran ser el producto de las terribles simplificaciones creada por los grandes medios de comunicación, los cuales han compactado el conocimiento nacido del estudio y la inteligencia junto a las creencias del imaginario colectivo, creando así un paquete cultural donde los mitos y fantasías configuran el perfil de los nuevos héroes, de los líderes actuales.
De esta forma al mismo tiempo que el cambio climático produce a diarios centenares y miles de víctimas por inundaciones, deslaves y otros fenómenos naturales, mientras estamos al borde una nueva glaciación que modificaría los mapas de todos los continentes debido al descongelamiento de los polos, frente a estas mega manifestaciones de un planeta enfermo, vemos como los grandes líderes políticos del mundo se juegan a los dados del control geopolítico del mundo la suerte de la humanidad como producto de millones de años de evolución biológica..
Si agrupamos en grandes categorías los acontecimientos y paradigmas del presente pudiéramos perfectamente construir un hilo de continuidad entre las tres grandes unidades fenomenológicas estudiadas por Pierre Teilhard de Chardin, a quien entre muchos títulos queremos recordar como un católico jesuita comprometido con el evolucionismo. Geología, Biología y Noosfera, tres ámbitos o planos existenciales distintos pero a los cuales enlaza con sabiduría científica Chardin al conectarlos con nociones evolutivas que según él conducirán a la humanidad a una dimensión Cósmica o Crística. Sin ser especialistas en el tema nos atrevemos a plantear que mucho de lo sustentado por este genio fallecido en 1955 pudiera tener acople con los enunciados de la Física Quántica mediante la cual podemos imaginar que la realidad es solamente energía y que la multiplicidad de formas que ella adquiere, incluida la de los seres vivos, es simplemente Maya, como definen los hindúes el mundo de las apariencias.
La Noosfera según el Teilhard de Chardin es el ámbito de la conciencia y en su tesis el elemento evolutivo mediante el cual podremos aproximarnos a una visión integral de todo el universo. Incluso si no introducimos el Omega de este esfuerzo humano que es consubstanciación con Cristo, las nociones de Chardin para manejar los procesos evolutivos desde el plano de la conciencia, serían perfectamente válidos porque esta Noosfera al mismo tiempo que funcionará como motor evolutivo serviría también como instrumento para corregir las anomalías planetarias creadas por el hombre con la industrialización y sus efectos contaminantes.
Tenemos así que para solucionar problemas ubicados a nivel de realidades geológicas y biológicas se hace indispensable un desarrollo importante de la conciencia, entendida esta no como una virtud religiosa o un puesto de observación social o científico, sino como un nivel de sabiduría que nos permita entender y actuar como partes inseparables de un todo, dejando de lado la prepotencia mental de considerar la vida y dentro de ella la vida humana como un epifenómeno del universo.
Estamos en momentos de transición y esto genera profundas y lacerantes incertidumbres. Ya los diagnósticos científicos sobre la vulnerabilidad de La Tierra no podemos inscribirnos como simples enunciados teóricos para consumo de un selecto grupo de catedráticos. El planeta nos indica todos los días que está enfermo y en sus síntomas mueren millares y millares de seres humanos. La capa de ozono se adelgaza, los polos se deshielan, la radiación solar multiplica las enfermedades, existen varias especies animales en riesgo de extinción. Hay colapso a nivel de lo geológico y lo biológico y todavía no tenemos a los líderes con la debida conciencia para llevar el proceso evolutivo humano por buen camino.
Pero no hay que angustiarse, los reemplazos existen aunque ocultos. Hombres y mujeres de todas las edades y diversas profesiones están conectados con los auténticos cambios que requieren estos tiempos. Es posible que una voluntad superior a la nuestra haya colocado al mando de naciones importantes a gente sin la debida preparación intelectual y ética para evidenciar la necesidad de hacer los cambios indispensables y así evitar el acabose de nuestro planeta. Por ahora solo queda esperar, luchar y confiar, sería el consejo de Pierre Teilhard de Chardin, volvamos hacia él nuestra atención que como genio adelantado a su época aún nos tiene mucho que decir.
Jorge Euclides Ramírez