La selección de Venezuela recibió una bofetada con la derrota inapelable 3-0 frente a Argentina y su astro Lionel Messi, pero se empeña en pasar la página rápidamente y enfocarse en el duelo contra Colombia, que significará jugarse buena parte de las posibilidades de clasificación al mundial de Brasil 2014, una cita crucial este martes en el estadio Cachamay de Puerto Ordaz.
La tropa venezolana arribó a suelo guayanés ayer en horas de la mañana, tras tomar un charter desde Buenos Aires luego del revés frente a la albiceleste. Anoche hacía una sesión de recuperación, a la espera de trabajar el tema táctico en la jornada de este domingo, que debe servir, entre otras cosas, para definir la alineación abridora.
La Vinotinto jugó con el líder de las eliminatorias (Argentina) y le hizo poca oposición, aunque también se encontró con un Messi iluminado, y ahora de prepara para hacerle frente a un no menos complicado Colombia, que marcha en la segunda casilla del proceso eliminatorio y llega con los ánimos por las nubes tras la goleada 5-0 sobre Bolivia en Barranquilla.
Perder en el Monumental de Buenos Aires, aunque doloroso, como toda derrota, estaba en el presupuesto y por tal razón no se activan las alarmas. Se esperaba más de la Vinotinto, que no se defendió bien ni pudo taponar el juego de la albiceleste, y tampoco tuvo mayor cosa en ataque, claro esté, contenido por el rival de turno.
Pero es cosa del pasado. Toca ahora Colombia y la obligación es sumar los tres puntos. Cualquier otro resultado será negativo y, peor aún, dejará el camino cuesta arriba en el empeño de conseguir el pasaje mundialista.
Es Colombia, uno de los equipos en mejor forma de Suramérica y que cuenta con un delantero implacable como Radamel Falcao, tan peligroso o más como Gonzalo Higuaín. Hueso duro de roer, está claro. Pero no hay de otra, toca domar a los colombianos.
Urge hacer ajustes. Colombia no tiene a Messi, pero sí cuenta con una gama de futbolistas muy técnicos y habilidosos que pueden hacer el mismo daño que el argentino en el mediosector. Por ejemplo, James Rodríguez, cerebro en la mitad de la cancha, y Juan Guillermo Cuadrado, una perpetua amenaza por las bandas.
Así que en retaguardia hay que estar muy despiertos, porque cualquier parpadeo puede costar caro. Las líneas entre los volantes defensivos y la cuarteta posterior deben estar compactas, sin espacios para que el rival pueda maniobrar.
Claro que el principal cambio debe aparecer en el planteamiento de juego. En este partido la selección venezolana debe adueñarse de la escena, pensar en tener el balón y lanzarse al ataque, algo que no ocurrió contra los argentinos, aunque se entiende por el
potencial de estos últimos.
Por eso es indispensable que Juan Arango se meta en el juego, sea referente y marque diferencias, porque -no es un secreto- si el hombre del Borussia Monchengladbach no anda bien, las posibilidades de la oncena nacional se reducen considerablemente.
La incógnita, ahora, es saber qué movimientos hará el seleccionador nacional César Farías. Se atreverá a sacrificar un hombre en la primera línea de volantes (Franklin Lucena, puede ser) y colocar a Luis Manuel Seijas como compañero de Tomás Rincón, lo que le daría cabida a César “Maestrico” González o por qué no Rómulo Otero en la zona de creación y tener un equipo con más hombre ofensivos o mantendrá el mismo planteamiento del duelo anterior.
Tiene dos días para madurar la idea. Lo que sí está claro es que en casa debe ganar, porque es la única forma de mantener vivo el sueño mundialista.