«Su pensamiento, que era de avanzada para su época, tuvo una enorme influencia en la economía mundial de los años siguientes», señala el economista y experto petrolero José Toro Hardy, quien también fue director de la estatal venezolana Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Desde muy joven, Pérez Alfonzo tenía la inquietud de ser médico y le atraía sobremanera ese apostolado, por tanto, en 1922 compró un boleto de avión con destino a Baltimore, Estados Unidos para inscribirse en la Universidad John Hopkins, con la firme convicción de estudiar medicina, no obstante, se consiguió con la barrera del idioma, impidiéndole comenzar la carrera soñada.
Empecinado en sus sueños, se inscribió en el Beddie School, cerca de Trenton, estado de Nueva Jersey, decidido a dominar el idioma convencido repitiendo una y otra vez: “si los demás pueden, porqué yo no”; pero las críticas limitaciones económicas por las que atravesaba su familia pronto le hicieron sucumbir y tuvo que regresar a Caracas en 1923.
A pesar del tiempo transcurrido, la idea de formarse seguí latente, y un buen día se fue a la Universidad Central de Venezuela para inscribirse en la cátedra de Derecho para finalmente graduarse -en 1931-, de doctor en ciencias políticas y sociales.
Antes, durante las revueltas estudiantiles y populares de febrero de 1928, que protestaban el gobierno de la férrea dictadura gomecista, Pérez Alfonzo, fue aprehendido y conducido desde el retén policial de Caracas hasta el Castillo Libertador de Puerto Cabello, en donde fue confinado en una húmeda celda sin luz durante 15 días. Fue liberado tras no considerarse vinculado con la llamada Generación de 1928, argumentando su edad y porque aquella fue su única actuación en ese movimiento.
Tras el fallecimiento del tirano, Pérez Alfonzo se aventura a incursionar en política con el Movimiento de Organización Venezolana (ORVE), cuyos estatutos redactó; luego se vinculó al Partido Democrático Nacional (PDN), donde cultivó una amistad imperecedera con Rómulo Betancourt. Fue concejal en 1939 y en el 41, se convirtió en uno de los fundadores del histórico partido Acción Democrática, representando a esa tolda en el Congreso Nacional.
En los acalorados debates sobre el Proyecto de Ley de Hidrocarburos de 1943, Pérez Alfonzo, como ponente por la minoría parlamentaria unificada (AD e independientes) justificó las razones jurídicas, técnicas y políticas, por las cuales salvaría su voto, aunque reconoció los aspectos positivos de aquel instrumento legal.
No participó en el golpe
El notable periodista, economista y exdirector del Banco Central de Venezuela, Domingo Felipe Maza Zavala, esclarece que nuestro biografiado “no participó en la gestación del movimiento que derrocó al gobierno constitucional del general Isaías Medina Angarita el 18 de octubre de 1945, no obstante, fue invitado a colaborar en el régimen que lo sustituyó y como secretario de la Junta Revolucionaria, redactó el acta constitutiva del gobierno provisorio presidido por Rómulo Betancourt” (Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar).
En 1945 es nombrado ministro de Fomento, a cuyo despacho correspondía entonces todo lo relacionado con minas e hidrocarburos. “Pérez Alfonso estableció las bases de la política denominada de ‘No más concesiones petroleras’ y fue autor principal de la reforma legal, adoptada el 12 de noviembre de 1948, mediante la cual se estableció la fórmula, conocida mundialmente como el fifty-fifty (50-50), de reparto del excedente petrolero entre el fisco nacional y las compañías concesionarias extranjeras”, señala Maza Zabala. Al asumir la Presidencia de la República Rómulo Gallegos, lo ratificó en esa posición ministerial.
Siete meses en la cárcel
Cuando derrocaron el gobierno de Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948, fue apresado por las fuerzas del coronel Marcos Pérez Jiménez, y pasó 7 meses en la cárcel de Propatria, en Caracas. Conmutada la pena Pérez Alfonso fue expulsado del país. Vivió con su familia en Estados Unidos y México, hasta la caída de la dictadura en 1958.
Durante ese tiempo se dedicó a estudiar el conflicto petrolero en Venezuela y el mundo, tema que profundizó, publicando algunos importantes trabajos en el periódico Venezuela Democrática, órgano divulgativo de AD en la clandestinidad.
A su regreso, Rómulo Betancourt como presidente de la República, le encargó la cartera de Minas e Hidrocarburos en el 59.
Su proeza
Pérez Alfonzo lideró la delegación venezolana al I Congreso Petrolero Árabe celebrado en El Cairo en abril de 1959, en el que se gestó la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Toro Hardy, recordó que mucho antes de que los países nacionalizaran sus industrias petroleras, la influencia de las empresas de ese sector era muy alta: “Ellas eran quienes fijaban las condiciones del mercado, mientras que la participación de los países productores era muy baja y aún menor en los países árabes porque ni siquiera existía el impuesto sobre la renta. Lo que se pagaba era una regalía que se negociaba por contrato”, explicó.
Fue así como Pérez Alfonzo convenció a los países árabes y a Irán de que actuando en conjunto se podía mejorar la posición de los Estados frente a esas multinacionales.
Según anota Maza Zabala, nuestro biografiado consideraba la regulación de la producción como la mejor forma de controlar los precios de petróleo, tesis que mantuvo hasta su muerte.
“En ese sentido, sugirió en El Cairo la creación de un órgano de consulta de los países exportadores de petróleo, la Comisión Coordinadora para la Conservación y el Comercio de los Hidrocarburos, que fue el antecedente inmediato de la OPEP, en cuya iniciativa lo acompañó el jeque Abdullah El Tariki, para entonces ministro de Petróleo de Arabia Saudita. En colaboración con El Tariki, Pérez Alfonzo, formuló, en mayo de 1960, las bases del «Compacto Petrolero» que luego sería la OPEP, la cual se constituyó el 14 de septiembre de ese mismo año, en Bagdad, con 5 países miembros fundadores: Arabia Saudita, Irak, Irán, Kuwait y Venezuela, cuyo conjunto aportaba el 88% de la exportación mundial de petróleo para ese año”.
Cuando Pérez Alfonzo recibió el telegrama procedente de Bagdad que ratificaba su propuesta – y que «tomó tres días en llegar a Venezuela«-, gritó: “Lo hicimos” … Por toda esta proeza, se le considera el Padre de la OPEP.
En el mismo año que nació la OPEP, gracias a su iniciativa, Pérez Alfonzo impulsó la creación de la Corporación Venezolana del Petróleo, una compañía estatal cuyo objetivo era rescatar las actividades petroleras para Venezuela.
Pronto se convirtió en una célebre referencia en temas petroleros, escribiendo celebrados textos. Los medios de comunicación, así como reputados pensadores de la época lo definían como un “provenezolano” que buscaba justicia para su país con respecto a los ingresos del petróleo y que quería preservar ese “patrimonio para las generaciones futuras”, destaca la periodista Margarita Rodríguez en su reportaje sobre Pérez Alfonzo para BBC Mundo, y prosigue: a los adjetivos de “visionario” y “caballero” se le sumó otro: “profeta”.
Excremento del diablo
Con el paso del tiempo, Pérez Alfonzo descubrió que el petróleo era más que caudalosos ingresos: “Venezuela marcha a la deriva. Nunca supimos bien hacia dónde queríamos o podíamos ir. Somos negligentes, inestables y contradictorios. Pero nunca habíamos sufrido una indigestión económica como la actual, y con la inundación de capital perdimos la cabeza. De este modo se multiplican al infinito los daños que nos hacemos, añadiéndose a los que dejamos nos causen otros aprovechadores”, escribió en su libro publicado en 1976: Hundiéndonos en el excremento del diablo.
Lo cierto fue que ni la OPEP, ni mucho menos la Corporación Venezolana del Petróleo cumplieron con las expectativas que Pérez Alfonzo aspiraba.
En 1979, a los 76 años, murió de cáncer en Estados Unidos. Sus deudos, acatando su voluntad testamentaria, autorizaron se incinerar su cuerpo y sus cenizas fueron esparcidas en el mar.
Luis Alberto Perozo Padua
Periodista y cronista
IG/TW: @LuisPerozoPadua