Porque Dios revela sus secretos a la gente sencilla, como aseguran las Sagradas Escrituras, en las parroquias y vicarías de sectores populares de la ciudad, alistan lo necesario para la celebración de la Semana Santa. Una ocasión para enmendar las faltas y empezar a ser un hombre nuevo.
En una labor que no tiene mérito humano alguno, más que la recompensa en el cielo, sacerdotes, diáconos y laicos, se suman a la obra del Reino para renovar el corazón y vivir así la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
En la vicaría Nuestra Señora de los Ángeles, en el barrio del mismo nombre, ubicada en el oeste de Barquisimeto, el gozo espiritual está en manos del Padre, Hijo y Espíritu Santo pero también gracias a la colaboración de cada uno de los fieles que se congregan en una humilde capilla.
El diácono Jesús Rodríguez, vicario de esa comunidad religiosa, explica que desde el mismo Viernes de Concilio inicia una viviencia personal y comunitaria de lo que fueron los sufrimientos del Señor, “para morir al pecado con Cristo y resucitar a una vida nueva con Él”, sostuvo.
Celebraciones de la Palabra, vicacrucis por las barriadas cercanas al templo, practicar las obras de misericordia, visitas a los enfermos, entre otras actividades especiales, son organizadas a la par de lo que indica la liturgia para esos días.
Abrir el corazón
Mientras tanto, en la Vicaría María Estrella de la Mañana, con seis comunidades a su cargo en el suroeste de Barquisimeto, las experiencias entre los cristianos son similares. El diácono Virgilio Yépez, a cargo de los fieles, manifiesta en primer lugar una preocupación:
“No debemos hacer de la Semana Santa sólo una participación de los ritos que presenta la liturgia. Los fieles deben abrir el corazón a Dios y hacer del lavatorio de los pies, viacrucis, vigilia pascual, un compromiso con el Señor”.
Asimismo, enalteció la colaboración de los servidores que previo a la Semana Santa y durante la misma, hacen posible una evangelización en los hogares a través de la predicación de la Palabra de Dios y formaciones ofrecidas a los laicos en general. Tanto en la capilla, como en las viviendas que rodean a la casa de Dios, comparten mensajes que reconfortan a los hombres, mujeres y niños.
Se trata de dar todo por el Evangelio, añadió, porque de esa forma aportan lo positivo a la sociedad, al entorno donde se desenvuelven. Son los jóvenes, en su mayoría, los que sacan adelante las actividades adelante por el gran ánimo que ponen en la difusión de la Buena Nueva.
En el caso de las parroquias la labor tampoco se detiene, cuando se trata de avivar la fe de los creyentes y convertir nuevos corazones a Jesús. La parroquia San José Obrero, de la comunidad La Paz, el trabajo de los grupos de apostolado, hace que el mensaje de las Sagradas Escrituras llegue hasta los últimos rincones de las familias de ese ámbito.
El párroco, padre Pedro Alvarado, habla de la intención de involucrar a las nuevas generaciones en las actividades “porque son ellos el futuro de nuestra Iglesia”. En la iglesia, dijo, tenemos la iniciativa de organizar el viacrucis viviente y cada vez son más los participantes.
“No es una personificación más de la pasión de Cristo, hacemos énfasis en preparar primeramente el espíritu. Sólo cuando disponemos el corazón para que nuestro Señor obre, es posible encontrar el sentido de la vida”.
También hay personas que hacen sus promesas y recorren todas las estaciones con la firme esperanza de recibir algún milagro o intención presentada a Dios.
Por otra parte, recomendó a la feligresía participar del sacramento de la reconciliación o confesión para empezar los días santos con el alma libre de manchas ocasionadas por el pecado. Los pasos para una buena confesión son: examen de conciencia, propósito de enmienda, dolor de haber pecado, decir todos los pecados al confesor y cumplir la penitencia.
Los templos católicos se esmeran en organizar jornadas de confesiones a lo largo de estos días, tal como lo vienen haciendo desde el inicio del tiempo de Cuaresma (oración, ayuno, abstinencia).