Un día para la historia, de nunca olvidar. El CD Lara, un equipo repleto de estrellas, con jugadores de oficio y jerarquía, y un técnico ganador como Eduardo Saragó, saldó con una victoria el partido más importante de su corto historial para proclamarse campeón del torneo Clausura y, a la vez, amarrar su primera estrella, sin necesidad de jugar una final.
Es un título con honores. El equipo rojinegro fue una aplanadora desde la jornada inicial del campeonato, por allá en agosto de 2011, con un logro muy importante como empatar el récord de más partidos al hilo sin sufrir derrotas (28), y, para rematar, como colofón dorado, despachó 0-1 a Mineros en el mismísimo CTE Cachamay para tomar una ventaja de seis puntos y hacerse inalcanzable para el conjunto de Carlos Fabián Maldonado.
Hay que gritarlo con fuerza: CD Lara es campeón. Y es inobjetable, con una campaña regular de principio a fin, al punto de que, a falta de una jornada, ha sufrido apenas una derrota a lo largo del camino.
La tropa de Eduardo Saragó llega a 39 puntos y dejó sin opciones a Mineros, que queda con 33, aunque con la tranquilidad de que, aunque no tiene títulos, se clasifica a la fase de grupos de la Copa Libertadores 2013, como segundo en la tabla acumulada.
El cuadro rojinegro festeja su primera estrella, pero para llegar a la corona debió sufrir bastante, con un Mineros que no dejó de atacar a lo largo del partido y que se estrelló con un Alan Liebeskind memorable, que tapó no menos de ocho pelotas con destino a las redes y se convirtió en el héroe del partido.
El partido comenzó con 40 minutos de retraso, por problemas con el uniforme del equipo larense. De entrada, Saragó ya metía el primer golpe, porque sus jugadores no tenían que jugar bajo el inclemente calor característico de Puerto Ordaz.
El único gol del partido fue obra del colombiano Zamir Valoyes –oportuno de costumbre- aunque el autor de la jugada, el creador de la situación, fue Luis Martínez, el mediocampista que se ganó la confianza del técnico, se metió de cabeza en la titular, y no defraudó en los momentos cumbres. La anotación fue al minuto 37, tras un balón largo. Hasta entonces, el cuadro minerista había sido dominador en el terreno de juego y Liebeskind ya era figura.
Como se esperaba, la tropa larense no se preocupó por la pelota y se la cedió a Mineros, que no tardó en crear peligro, puesto, transcurridos apenas seis minutos, ya había amenazado con tres disparos, de Darwin Machis y Alejandro Guerra, pero el portero del rojinegro los tapó para ahogar el grito de gol.
Las atajadas de Liebeskind fueron fundamentales, porque, además de mantener el cero, el cuadro crepuscular le bajó el ritmo al partido y comenzó a jugar a lo que quería, hasta que llegó al gol, al 37, para marcharse al descanso con la ventaja.
Tocaba entonces resistir en la etapa de complemento, pero, en el partido más destacado de su carrera, Liebeskind respondió con otras seis atajadas providenciales para mantener en ventaja a los suyos.
Saragó, en tanto, metió cambios defensivos para abrochar el resultado positivo y los reemplazos respondieron.
Se sufrió, sí, pero se llegó a la estrella. 6 de mayo de 2012, día histórico para el fútbol larense.
