#OPINIÓN El efecto espectador #11Ene

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«Si no tenemos policías, jueces, abogados y fiscales:
honestos, valerosos y eficientes;
si se rinden al crimen y a la corrupción,
estamos condenando al país a la ignominia más desesperante y atroz».
Javier Sicilia.

Reflexionemos respecto de la calidad de la sociedad que estamos construyendo y sobre los valores en los que se apoya e incluso sobre la posible ausencia de estos. Algo muy oscuro, tétrico, malvado y sádico acontece en la institución que parasita el coronel psicópata narcisista.

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La institución está en manos de un coronel con una personalidad antisocial, un psicópata narcisista, que ha parasitado la empresa y ejerce a través y a propósito de ella, corrupción y todo tipo de criminalidad. Pero la institución no es solo el coronel Marión, este miserable y depravado militar, que es un hipócrita y vil cuatrero. Del coronel psicópata “piensa mal y acertarás”, al él le gusta ser juzgado por este rasero maquiavélico con el que incrimina a otros. De modo que lo que es igual no es trampa. Toda la cloaca en que han convertido a la institución se debe al ejercicio de la gestión deshonesta y criminal del coronel psicópata y de su equipo delincuencial. Ellos son el orín y la mierda a la que te unes y eres otro más del montón o por el contrario marcas distancia y compruebas que eres decente. ¿Entonces qué podemos decir de la gente fría o tibia, de los espectadores que no actúan en contra de esta realidad? ¿Acaso sufren del síndrome Genovese? ¿O al referirnos a los delitos flagrantes que los funcionarios presencian en contra de la institución que es una persona jurídica y no mueven un dedo para socorrerla eso se llama complicidad?

La institución está conformada por mucha gente, por una muchedumbre que presencia día a día como unos pocos se enriquecen a manos llenas e ilícitamente a costa de ejercer criminalidad, maldad y sadismo para provecho y beneficio del corruptor de la empresa y de sus monos voladores, en contra de la institución y de los usuarios que son individuos de la especie humana, que no son cosas ni objetos. Están identificados todos quienes ejercen criminalidad en contra de la institución y de los clientes externos que son seres humanos. Perpetradores estos que aprovechándose de sus investiduras y de los cargos o empleos circunstanciales por “invirtud” de los cuales se mantienen al acecho y a la caza de la ocasión para extorsionar a los usuarios para hacerse de dólares ilícitamente y que intramuros e incluso extramuros están fichados y reseñados por la población institucional, por la demografía interna y por la sociedad.

Todos saben quiénes son los delincuentes en la institución. Pero quienes pueden hacerlos presos se limitan a ver a los toros desde las barreras. Estos espectadores no hacen nada, están inmovilizados, se quedan congelados y no levantan ni las manos ni las voces para defender a la corporación, ni a las víctimas de carne y hueso. Porque esperan que sean otros los que hagan algo para acabar con la corrupción liderada por el coronel psicópata, al punto de que ninguno lo enfrenta ni lo protesta, no obstante saben dónde está el cascabel porque todo el tiempo produce estruendo con su caradurísmo delincuencial. Y no los justifica su inacción porque no se trate de un inofensivo gato con cascabel que al andar revela su ubicación, que no se trata de un simple minino, sino que es una cascabel tropical, una cascabel sudamericana, que está plenamente identificada, porque es Marión el coronel psicópata, que es una víbora de cascabel, que junto a Sussana y su hermana; Lesbia Carlota; el Putativo; Isabel su barragana la etílica; las catarinas Abacaxi , González y Martínez; Alejandro y su mujer; las Flores de carroña; Chirona ; entre otras áspides de la institución, tienen a esta como su nido de víboras.

Interesados en la sociedad que están construyendo y en los valores en que se apoya, la gente honesta y consciente del daño social que la corrupción, los corruptos y los psicópatas en ejercicio de cargos públicos transfieren a sus geografías; evalúan su entorno y sus circunstancias y en protección a sus instituciones generan respuestas contundentes. Nos hemos encargado de reseñar esta realidad institucional en distintos idiomas de manera mediática, en español, catalán, portugués, alemán, inglés e italiano, entre otros; y los lectores de los diarios del lugar, nos han escrito solicitado colaboración, concernidos en saber el modus operandi del coronel psicópata y de su banda; porque se han tomado para sí estas alertas, circunscribiéndolas a sus delincuentes domésticos en su propia cultura y han puesto en marcha acciones para detectar y capturar a su psicópata corrupto local y a quien identifican en su cargo gubernamental y procediendo en consecuencia, los han protestado públicamente, además les han hecho “escrache” y muchos de estos Jefes delincuentes corruptos ahora mismo están tras las rejas enfrentando procesos penales gracias a estas epístolas que exponen las verdades que los ciudadanos decentes no han tapado como mierda de gato, porque igual al psicópata y al corrupto se les localiza por su hedor.

Pero ¡cuidado!, hay que hacer Derecho comparado, en el caso del Reino de España verbigracia, “el escrache” es una forma de participación democrática; mientras contrariamente en Argentina y en Venezuela “el escrache” es adminiculado generalmente como un delito de odio. Por lo que no se deben combatir delitos cometiendo delitos y todos debemos respetar la ley aunque nos parezca injusta. Así que si en su legislación el «escrache» está prohibido, entonces aunque se lo merece, el consejo es que nada de “escrache” en contra del coronel psicópata habiendo otras vías legales y permitidas para protestarlo. Hay que saber pulsar y diferenciar el «escrache prohibido» en algunas legislaciones, de la protesta cívica y legal por cuyos atributos sí les rendirá frutos sin consecuencias penales indeseables para los convocantes.

Ah pero “los dolientes” de la institución sudamericana se hacen intencionalmente los sordos, los ciegos y hasta los mudos algunos. Porque no son dolientes de nada. Porque no hay idioma en el que se pueda llamar a la toma de acciones en contra de la corrupción, si no hay una conciencia dispuesta y si no hay un amor verdadero hacia sus instituciones y si no hay valores y principios enraizados que vengan del hogar. Desde otras latitudes nos escriben exponiendo que sus acciones deberían servirnos para tomar conciencia de aspectos sociales en los que podemos mejorar mucho, de manera que delitos como estos que comete el coronel psicópata y su banda de monos malhechores no persistan ni se repliquen jamás. Confrontados con este fenómeno, podemos llegar a advertir la peligrosidad que puede entrañar la pasividad humana.

Ha sido una regla y hasta ahora no ha habido excepción en esas latitudes a las que me he referido y en otras ubicaciones latinoamericanas que nos sirve de ejemplo aunque no sea el caso al que se contrae la corrupción liderada por el coronel psicópata narcisista; como cuando en los centros penitenciarios los privados de libertad alzan su voz de protesta en contra de la crueldad en el trato y otras perversiones y corrupciones que sufren por parte de los directores. Que luego que se protesta contundentemente a un corrupto de estos en la propia institución , el funcionario protestado es removido o destituido del cargo en cuestión por la dimensión de la protesta y sus réplicas, porque lo han dejado en evidencia y expuesto a la vista de la sociedad; pues la gente de la institución expulsa al indeseado al exponer públicamente que no comparte esas prácticas de corrupción y delincuencia por parte de quien estando al frente de la institución es un crápula bandido que se ampara en nombres de gente decente para mantener su hegemonía de criminalidad y de sometimiento al personal.

¿Entonces son los espectadores de palos cómplices psicológicos o cómplices materiales? El síndrome Genovese es un concepto utilizado para hacer referencia al fenómeno psicológico por el que una persona no presta ayuda, sino que se inmoviliza, cuando observa una situación de emergencia en la que se espera que brinde su apoyo a otra persona que está en una situación de grave peligro. Parece paradójico, ¿verdad? Porque con certeza psicológica el síndrome se refiere a las personas naturales y no a las jurídicas necesitadas de auxilio. Por lo que mutatis mutandi pareciera que esto no es aplicable en el caso de las personas jurídicas cuando en contra de ellas se cometen delitos flagrantes y todos observan como mirones de palo y no hacen nada ni para evitarlos, ni para prevenirlos, ni para quebrar su continuidad. Y la verdad es que estos espectadores se convierten en cómplices de esos delitos. Pero, lastimosamente son muchas las personas naturales dentro de la institución sobre las cuales se comenten delitos constantemente en presencia de todos los que allí trabajan y no brindan ayuda a las víctimas. Se quedan quietos y callados en una actitud cómplice. Y presenciando que se está configurando un delito, se quedan impávidos permitiendo la consumación del mismo; que se produce cuando se realizan todos los elementos que se encuentran combinados en el tipo penal o la figura del delito, que se plasma con la coincidencia total entre los hechos y el tipo delictivo y no obstante no intervienen de ningún modo para socorrer a las víctimas.

La soledad de la víctima. En psicología, el “efecto espectador” o también conocido como síndrome Genovese, es el nombre que se le da al fenómeno por el cual la probabilidad de que una persona que necesita ayuda llegue realmente a recibirla es menor cuanto más gente haya presente en ese momento , entre más espectadores menor posibilidad hay de que la víctima reciba ayuda. Y no queremos hacer una homonimia para justificar a tantas personas que por no hacer nada a favor de la institución, ni de las personas naturales que son sus usuarios, ni para salir del coronel psicópata, han dejado que su centro de trabajo se desprestigie y sea visto con recelo por la sociedad, porque no hay honor, ni mucha gente honorable en la institución. Como también es insano dejar a la mala del coronel psicópata la suerte de la institución haciendo entonces apología del delito.

Porque es que solo el efecto del espectador o síndrome Genovese puede justificar que haya tantas mentes, tantas personas evidenciando la comisión de delitos en contra de una institución y de sus usuarios que son gente de carne y hueso; además de la pérdida del prestigio que le correspondiera y no hagan nada para acabar con esa práctica criminal que el coronel psicópata y sus monos voladores con total caradurísmo han instaurado y se han empeñado en perpetrar en perjuicio de una insigne creación con concepción de utilidad social, que injustamente nada tiene de eso ahora.

Así que muchachos, prohibido el “escrache”, pero si por el contrario tienen la puerta abierta a toda protesta pacífica.

«La mediocridad es legítima hija de la corrupción».
Jorge González Moore.

Crisanto Gregorio León

[email protected]

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