Hacer el recuento de lo sucedido en Venezuela durante todo el año sería quizás un desglose muy lineal y estándar de una realidad que definitivamente no se corresponde con una lista auditable de sucesos puntuales, lo más correcto es hacer un recuento como rondas de cambios, las cuales surgen en diferentes ámbitos ya sea en lo político, económico o social. Cuyos efectos hoy dinamizan la vida cotidiana de la ciudadanía que ante las dificultades decidió sobreponerse a la desidia gubernamental y aprovechar los ligeros cambios que hoy permiten la generación de empleos y tienen como soporte la fortaleza del dólar que se utiliza como unidad de cuenta en la fijación de precios en general.
De igual forma, los desafíos hoy siguen latentes ante un panorama adverso que no deja espacio para la equivocación porque el margen de error es inexistente, quien en una crisis como la padecida en el país no mida sus márgenes perderá su inversión. Y en el terreno político la situación es parecida, los partidos sin visión de futuro cuyos lineamientos no busquen fomentar nuevos liderazgos que sean lo suficientemente maduros para entender las necesidades intrínsecas a la conducción de lo público, estarán destinados a desaparecer porque los grandes desafíos del ahora demandan política de altura.
Por otra parte, la arquitectura social que aquí se viene construyendo es tan autóctona como los habitantes del país donde se desarrolla, porque las pautas que consideran los venezolanos como válidas son las más adaptadas a los valores defendidos por la gran mayoría. Por esa razón la ideología que busca dominar el país, cada día se aleja más en ser el esquema que delimite como debe actuar la ciudadanía; porque el comunismo es una imposición infértil, sin real posibilidad de dominar a una población con objetivos claros; delimitados como pilares para el progreso los mismos van de la mano con la democracia.
Finalmente, el periodo pos-pandémico ya devela los activos a considerar para la estrategia a seguir, en todos los ámbitos que conformar lo que se denomina como el “país” que es un constructo ideal donde todos se identifican y procuran ejercer su mejor esfuerzo para su crecimiento, y en el caso de Venezuela todos aspiran una mayor certidumbre, donde los servicios vitales estén garantizados aun sin la tutela del Estado, porque si algo se puede haber aprendido durante esta larga tormenta que aún no termina, es que todo tiene un valor intrínseco nada puede ser gratuito incluso la libertad está sujeta a un costo que todos debemos pagar al participar en la política aportando lo más valioso que existe en lo terrenal como es el tiempo, sacrificios que para el próximo año bien direccionados pueden capitalizar una posibilidad real de redemocratización a la venezolana.
Eduin Adjunta
@adjunta90